Comer, Dormir e Higiene Corporal
Algunos  niños son muy activos y necesitan largos períodos de sueño para lograr  descansar, en cambio otros no pueden dormir durante mucho tiempo. Esto  no quiere decir nada, simplemente tienen un "reloj" biológico distinto.   
A  finales del primer año los niños tienden a trepar por los barrotes de  su cuna para levantarse ellos mismos. Conviene facilitarles este hecho  bien bajando un poco la barandilla o bien colocándole alguna silla para  que ellos mismos puedan bajar sin peligro.  
Respecto  a la comida, el niño de 1 a 2 años come ahora tres veces al día, siendo  el desayuno su comida predilecta, ya que esta comida se realiza por lo  general acompañado de toda o gran parte de la familia. Su apetito puede  variar considerablemente de un mes a otro: un día puede no comer, y otro  devorar los alimentos. El hecho de no comer puede estar relacionado con  la dentición, o que no se siente bien, o que ha introducido algún  cambio en su rutina diaria: de todos es conocido que la salida de la  familia un domingo a comer fuera de casa significa un desorden en la  alimentación.   
Los  hijos únicos pueden experimentar más dificultades respecto de la  alimentación; en ese caso el recurso de invitar a otro niño para el  almuerzo o merienda durante unos días puede ser un buen remedio.   
Otros  niños, cuando se sienten bien, pasan por tener una dieta caprichosa  queriendo un mismo alimento todos los días. Transcurrido algún tiempo lo  rechazan y vuelven a comer de forma normal. La madre debe respetar las  preferencias y aversiones del niño (¡Siempre que pueda, claro está!)  ofreciéndole una variedad de comidas, sabiendo de todas formas que el  rechazo a algunos alimentos será temporal y entendiendo los "no quiero"  como una afirmación de la personalidad del niño respecto a sus gustos y  aversiones. En esta etapa el niño ya puede discriminar y no siempre come  todo lo que le ofrecen.   
Durante  este año, los niños aprenden a comer solos. Algunos niños se niegan por  completo a que se les introduzca la comida en la boca, teniendo que  ingeniarse la madre la forma de encontrar una dieta de alimentos que el  niño pueda tomar el mismo y masticar con sus escasos dientes. Por lo  general, antes de cumplir los dos años, el niño aprende a manejar sin  ayuda la cuchara.   
En  relación al sueño, a partir de los 12 meses es posible que los niños  tengan dos períodos de sueños por día. Una siesta después del desayuno, o  a lo largo de la mañana, y otra después del almuerzo. Progresivamente  la de la mañana irá tendiendo a desaparecer. La de la tarde puede  durarle aún hasta los 3 ó 4 años de vida. (Y en muchos países durante  toda la vida: la siesta).   
Esto  va implicar un cambio en la rutina y un modo diferente de organizar el  día. La madre debe estar preparada para ajustarse a estos cambios.   
En  este período, cuando llega el momento de irse a dormir por la noche, es  probable que durante algunos períodos el niño sienta un especial afecto  por un determinado objeto que siempre deberá llevar consigo a la cama:  puede ser un peluche o una mantita e incluso un gesto que repite  mecánicamente como tocarse el pelo o manosear una parte del pijama. Es  lo que Winnicott llama el objeto transicional, el cual proporciona  consuelo en los momentos de ansiedad. (Es posible que estos objetos sean  tan importante para ellos que incluso pueda acompañarlos una buena  parte del día). Dicho de otro modo, este objeto es un puente entre la  seguridad que le ofrece el contacto directo con la madre y su ausencia.   
Los  "cuentos" de la hora de dormir - o el hecho de mirar juntos un libro  ilustrado o de cantar pequeñas canciones - pueden representar los  momentos más agradables del día entre padres e hijos.   
Durante  este año es frecuente que el niño tenga dificultades para dormir. La  dentición puede ser una de las razones por las cuales se despierta y  comienza a llorar. Otras razones pueden ser el hambre y las  perturbaciones cuando se introduce algún cambio en su vida: vacaciones,  cambio de domicilio, nacimiento de otro hermanito, etc...   
En  el transcurso de este año es posible que surja en el niño el capricho  de no dejar nunca solos a sus padres. Se siente celoso porque se ve  excluido de una parte de la relación que existe entre ellos. Desea que  ellos sean sólo su padre y su madre y no una pareja unida por una mutua  atracción sexual. La incoporación en la cuna o el introducirse en la  cama de sus padres es una eficaz manera de mantenerlos separados.   
Las  pesadillas, muy comunes a esta edad, son otra de las causas por las  cuales los niños se despiertan durante la noche. Este es una edad que  constituye una especial fuente de angustias para el niño: su imaginación  es muy rica y las intensas y contradictorias emociones del día pueden  convertirse en imágenes terroríficas durante la noche. No tiene aún la  capacidad de verbalización suficiente como para hablarle a la madre de  sus miedos y experimentar alivio con ello. El niño debe contentarse con  comunicar a su madre la fuerza del terror que ha sentido.   
La  Higiene: Sobre los 18 meses de vida, se introduce el aprendizaje del  control de esfínteres, con la esperanza de buscar la cooperación del  niño. No obstante, dos condiciones previas son imprescindibles para su  éxito: el niño debe estar físicamente preparado, debe tener el  suficiente control sobre los esfínteres, y en segundo lugar, debe estar  preparado desde el punto de vista emocional.   
Cuando  el niño le interese lograr el control sobre sus funciones corporales,  entonces el hecho de aprender a estar limpio le parecerá una parte de su  propio crecimiento y una manera de agradar a sus padres. De ese modo,  el control de los esfínteres se convertirá en un logro del que puede  estar orgulloso, y no en un límite impuesto a su libertad y en un freno  al placer que le provocan los productos de su cuerpo.   
Es  necesario señalar que aunque este aprendizaje se inicia en el  transcurso del segundo año, si se permite que se desarrolle de una  manera natural y fácil para el niño, se prolongará durante bastante  tiempo. La madre debe sentirse complacida cuando su hijo esté limpio y  seco y no desesperar si luego vuelve a mojarse o ensuciarse. Es muy raro  que durante el segundo año de vida el niño se mantenga seco durante la  noche.
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