Introducción
“Entonces, ¿no tenemos que trabajar más  clasificación, seriación y correspondencia en el jardín?”, pregunta una  docente de Nivel Inicial, al terminar una jornada de capacitación sobre  el actual enfoque de enseñanza de la Matemática... Se trata de una  pregunta genuina, que intenta hacer dialogar, la teoría, el enfoque, la  propuesta presentada, con las prácticas de enseñanza reales que se  desarrollan habitualmente en las salas.  
Lo importante es que pensemos que las propuestas  didácticas que implementamos, no cambian - y no deberían cambiar -  debido a “modas pedagógicas”, sino que se fundamentan en marcos teóricos  que definen particulares enfoques acerca del aprendizaje, de la  enseñanza, del rol del alumno, del docente y del contenido, en  interjuego con el contexto social e institucional.   
Por lo tanto, no es que la clasificación, la  seriación y la correspondencia “no van más”, sino que la ciencia avanza,  revisa, reflexiona, surgen nuevas teorías que discuten con las  anteriores y replantean las propuestas de enseñanza, y, a su vez, los  docentes inquietos y reflexivos piensan y repiensan sus estrategias de  enseñanza, siempre con la intención de lograr que los niños, que todos  los niños, aprendan matemática.
Clasificación, seriación y correspondencia
¿Por qué durante mucho tiempo, y quizás también hoy,  las salas de jardín de infantes se llenaron de materiales como  jirafitas, autos o casas de distintos tamaños para seriar; bloques de  diferente forma color, tamaño y espesor para clasificar; floreros con  flores, platos con tazas, payasos y bonetes para hacer correspondencias,  a la vez que se posponía para el primer grado de la escuela Primaria el  trabajo con el número?  
A partir de la lectura de las investigaciones de Jean  Piaget, quien en realidad tenía preocupaciones epistemológicas y no  didácticas, habíamos comprendido que la noción de número implicaba la  síntesis de las operaciones de clasificación y seriación a través de la  correspondencia, noción a la que el niño accedía en el período de las  operaciones concretas, al inicio de la Escuela Primaria. Para lograr  dichas operaciones el niño debía atravesar una serie de etapas durante  el período preoperatorio, coincidente con su paso por el jardín de  infantes. 
Es así que la tarea matemática en el jardín, se  centró en la realización de actividades de clasificación, seriación y  correspondencia, con un sentido pre-numérico, preparatorio de la futura  noción de número, a la que el niño llegaría en el período de las  operaciones concretas. No se trabajaba directamente con el número -  abordaje propio del primer grado - debido a que la idea era construir  inicialmente la noción de número para luego poder utilizarla. Buscábamos  diferentes estrategias, muchas incluso con sentido lúdico, para abordar  estas actividades de maneras diversas, relacionándolas también con las  unidades didácticas que se iban desarrollando en la sala (por ejemplo  clasificar o seriar animales, plantas, medios de transporte, etc.)
Estas investigaciones de corte psicológico,  coincidieron con el movimiento de Matemática Moderna que proponía el  trabajo con conjuntos para abordar los conceptos básicos de la  Matemática. También en esta época se difundieron los principios de la  Escuela Nueva, que en su crítica a la Escuela Tradicional, planteaba  trabajar la individualidad, la libertad, la vitalidad y proponía poner  en el centro de la situación educativa al niño, con un rol activo en la  construcción de los conocimientos, pasando el docente a un rol de  facilitador, acompañante de su evolución.   
¿Qué pasaba mientras tanto con los niños? Por  supuesto que respondían a nuestras propuestas referidas a las  actividades pre-numéricas, pero obviamente - y felizmente - debido a sus  interacciones en la vida diaria, no dejaban de preguntarse también por  los números. “¿qué número es?”, “¿cómo se escribe el...?”, “¿cuál sigue  después del...?”. 
Fuimos comprendiendo que había cierta artificialidad  en estos planteos, que desconocían las construcciones que los niños  hacían en lo cotidiano, (resultan elocuentes las críticas al respecto  vertidas por Francesco Tonucci  a través de sus famosas viñetas) y,  parafraseando a Emilia Ferreiro, entendimos que ningún niño espera tener  seis años y una maestra delante para empezar a preguntarse por los  números.  
Resolución de problemas
Reconociendo el gran aporte que implicó la Escuela  Nueva en coincidencia con las investigaciones piagetianas, y con la  Matemática Moderna para la resignificación del rol que la Escuela  Tradicional otorgaba al alumno y al docente, fuimos comprendiendo que en  esa perspectiva, la función de la escuela quedaba desdibujada al  centrarse prioritariamente en acompañar el desarrollo del niño. El  docente y el contenido ocupaban un lugar secundario. Y la escuela es  mucho más que eso. Pierde su sentido y función social si no se dedica a  la enseñanza intencional de los contenidos socialmente válidos. 
Es así que los actuales enfoques de enseñanza  reformulan las relaciones entre el alumno, el docente y el contenido,  otorgándole a los tres un rol activo y relevante en la situación  didáctica: el alumno en tanto explorador del medio y constructor de los  conocimientos a partir de sus saberes previos, que interactúa con un  docente con un claro rol enseñante y con un contenido, que en el caso  que nos ocupa, ya no proviene de la Psicología sino de la disciplina  Matemática. Cobra, además, especial importancia para la enseñanza, las  características y particularidades del contexto social y cultural en  tanto fuente de experiencias.  
Las investigaciones en Didáctica de la Matemática  desarrolladas en Francia por autores como Guy Brousseau, Gerard  Vergnaud, Regine Douady, Yves Chevallard, Roland Charnay, y en nuestro  país por Irma Saiz, Patricia Sadovsky y Delia Lerner entre otros, tienen  una orientación constructivista, centrando su mirada en el aprendizaje y  la enseñanza de la matemática en situación escolar. Estos aportes dan  fundamento a una nueva mirada sobre la matemática y su abordaje  didáctico. 
Hoy pensamos que este niño activo, explorador, curioso, no aprende matemática memorizando, repitiendo y ejercitando sino resolviendo situaciones problemáticas en tanto obstáculos cognitivos a superar, utilizando los conocimientos que ya posee, que provienen de su inserción familiar y social. Poniendo en juego estos conocimientos buscará resolver las situaciones problemáticas que se le presenten, en interacción con sus pares, y en esta confrontación con la situación y con los otros - pares y docente – avanzará en sus aprendizajes.
Hoy pensamos que este niño activo, explorador, curioso, no aprende matemática memorizando, repitiendo y ejercitando sino resolviendo situaciones problemáticas en tanto obstáculos cognitivos a superar, utilizando los conocimientos que ya posee, que provienen de su inserción familiar y social. Poniendo en juego estos conocimientos buscará resolver las situaciones problemáticas que se le presenten, en interacción con sus pares, y en esta confrontación con la situación y con los otros - pares y docente – avanzará en sus aprendizajes.
Será tarea del docente detectar los conocimientos que  los niños traen al jardín, seleccionar en función de ellos los  contenidos a enseñar y presentar situaciones problemáticas que desafíen  dichos saberes. Situaciones que no puedan resolver directamente con los  conocimientos que poseen, pero frente a las cuales puedan probar ideas,  soluciones, procedimientos diversos en el camino de la apropiación de  los contenidos. Es entonces responsabilidad de la Educación Inicial  abordar intencionalmente contenidos matemáticos para lograr avances en  los alumnos, en todos los alumnos, a partir de sus saberes iniciales.
Ya no consideramos imprescindible realizar  actividades pre-numéricas como requisito previo para el posterior  abordaje del número, sino que nos planteamos utilizar el número  inicialmente como instrumento para resolver problemas para,  posteriormente, conceptualizarlo, tomándolo como objeto de estudio.  Trabajamos directamente con el número, contando objetos, reconociendo y  escribiendo números, resolviendo situaciones de comparación ordenamiento  y reunión de cantidades, siempre en situaciones significativas,  contextualizadas y con sentido. Estas situaciones problemáticas podrán  plantearse muchas veces, si bien no siempre, en actividades con carácter  lúdico, que sabemos que son especialmente interesantes para los sujetos  de la Educación Inicial. “¿Qué equipo embocó más pelotitas?”, ¿Cómo  hacemos para no olvidarnos los puntajes del juego?”, “¿Cuánto salió en  el dado?”,“¿Cuántas hojas necesitan los chicos de tu mesa para  pintar?”,¿Cuánto vale la leche en este supermercado?”, “Si agregamos  estos autitos, ¿cuántos tenemos en total en la caja?” 
 Y los niños, nos sorprenden día a día con sus  respuestas a estas y a otras tantas preguntas, ya que, como sostiene  Brousseau   “El alumno aprende adaptándose a un medio que es factor de  contradicciones, de dificultades, de desequilibrios, un poco como lo  hace la sociedad humana. Este saber, fruto de la adaptación del alumno,  se manifiesta por respuestas nuevas que son la prueba del aprendizaje”
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