Los cinco sentidos corporales están desarrollados en el pequeño ya  antes de su nacimiento, hoy es certero pensar que el feto puede oír,  tocar, gustar, ver y oler. En todo lo relacionado con la dotación  sensorial, es mucho más precoz de lo que antiguamente se suponía.
El comportamiento con la vista es muy distinto en cada bebe.  Algunos lo pueden ejercitar desde el primer instante, mientras que  otros pueden dar la leve impresión de no disponer de él. Podrán percibir  formas animadas a una distancia no muy lejana y son muy sensibles a la  intensidad de la luz. Cada pequeño mantiene en el transcurso de toda su  infancia sus propios ritmos de desarrollos. Esta peculiaridad se  manifiesta en los diferentes aprendizajes que ha de llevar a cabo el ser  humano.
El oído al nacer está generalmente más desarrollado que  el sentido de la vista. Poco tiempo antes del nacimiento ya habrá  comprendido a identificar la voz humana. También podrá reconocer sin  inconvenientes a su mamá por el olor. Esto se comprueba  nítidamente cuando el bebé se siente mal o llora, se tranquilizará más  rápido si la persona que lo alza en brazos es su mamá.
Desde el instante mismo del nacimiento, el pequeño será capaz de distinguir los sabores agradables de los desagradables.  Esta característica ya era sabida en épocas anteriores y muy utilizada.  Será muy distinta la reacción si mojamos sus labios con agua azucarada  que si lo hacemos con gotas de limón. El tacto es muy sensible al contacto,  a las manipulaciones y a la presión. Mediante el contacto con el agua templada de un buen baño, o al recibir caricias o masajes  muy suaves, el pequeño experimentará sensaciones placenteras, que le  servirán de estímulo y al mismo tiempo logrará un aumento considerable  en su seguridad personal.
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