Bebés al calor del pecho de su madre y de su padre
El Hospital de Zumarraga fue pionero en  la red sanitaria vasca al comenzar a aplicar el bautizado como Método  Madre Canguro (MMC), el contacto piel con piel entre la madre y el bebé  nada más nacer. Otros como Basurto o Cruces se han ido sumando más  recientemente. Madres y padres recuperan el protagonismo tras el parto.
Joseba VIVANCO
Amor, calor y leche materna. Los pequeños Aimar y  Cristina han sido los últimos bebés en venir al mundo en el hospital de  Zumarraga, dos de los casi novecientos que nacen allí cada año, una  cifra excepcional para un centro sanitario comarcal. Como los demás  recién nacidos aquí de los últimos casi diez años, lo han hecho pasando  directamente del vientre a los pechos de su ama Mar en el caso de ella, y  de su aita Xabi en el de él. Allí, su instinto quizá les haya hecho  buscar a tientas un pezón que succionar y donde empezar a amamantarse;  después de esa primera toma, les ha llegado la hora de su primera siesta  fuera de la placenta. Habrán pasado unas dos horas y en todo este  tiempo apenas se habrá separado un minuto de ese abrigo `piel con piel'  que mantiene su temperatura corporal y tranquiliza sus primeras  emociones en un mundo nuevo para él. Hablamos del conocido  internacionalmente como Método Madre Canguro (MMC), del que la  Maternidad de Zumarraga es pionera en la sanidad vasca.
Ahora, el habitualmente concurrido paritorio de este hospital  guipuzcoano está vacío. «Hay una que está dilatando», comenta una  compañera de Feli Rodríguez, matrona, capacitadora de lactancia materna  por la OMS, y una de las impulsoras de este método implantado en este  centro en 1999. Casi dos décadas antes, en 1978, un pediatra y profesor  colombiano, Edgar Rey-Sanabria, fue quien ideó esta forma de devolver a  madres y, también padres, su papel protagonista en un momento tan  irrepetible en sus vidas como el del nacimiento de un hijo.
Fue en los años noventa cuando el Método Madre Canguro comenzó a  difundirse de manera universal, después de ser validado con resultados  científicos que lo avalasen. Hoy, esta propuesta de contacto «piel con  piel» está respaldada por Unicef, y la propia OMS ha publicado una guía  práctica que recomienda su uso. ¿De qué se trata? Pues de algo tan  simple como posibilitar que desde el primer momento la madre lleve al  recién nacido pegado a su pecho. El método requiere mucho sacrificio e  inicialmente está pensado para bebés prematuros, pero en hospitales como  el de Zumarraga -donde ese tipo de partos no se practican- se aplica a  los llegados a término.
La idea original del contacto «piel con piel» se plantea para el bebé  de menos de 37 semanas de edad y de menos de dos kilos de peso al  nacer. La meta es que esa postura protectora se prolongue las 24 horas  del día, con la criatura en estricta posición vertical, entre los senos  de la madre y debajo de la ropa. En esa posición debe ser alimentado y  debe dormir y así hasta las primeras 37 semanas, una vez que el niño  rechace ya la postura y regule su temperatura sin problemas. Como se  puede comprobar, el compromiso materno, y también paterno, va más allá  de las modas o gustos.
«Aquí, como no tenemos prematuros, lo que hacemos directamente a todo  bebé que nace es que se le coloca sobre el pecho de la madre,  permaneciendo así cerca de sus dos primeras horas de vida. Es el llamado  periodo sensitivo del recién nacido, en el cual se va adaptando a su  ambiente postnatal y sus necesidades biológicas se van satisfaciendo.  Sólo se le separa de la madre uno o dos minutos, cuando se la pasa de la  mesa del paritorio a la cama, lo que aprovechamos para pesarle»,  explica Feli Rodríguez. «Cuando el bebé da señales de querer succionar,  ayudamos a la madre. Hay bebés que desde el momento que salen y les  colocas en el pecho, ya buscan el pezón -por una pequeña diferencia de  olor y temperatura que él capta-. Pero, generalmente, necesitan un  tiempo para establecer ese vínculo con la madre», añade.
El Hospital de Zumarraga logró también en 2002 ser incluido dentro de  la red de los denominados Hospitales de los Niños, en los que, entre  otros compromisos, se potencia la iniciación a la lactancia materna.  «Sabemos que para muchas madres no es fácil. En estos años se ha  retomado el dar el pecho al bebé, pero es algo que depende de cada  mujer, porque influyen muchos factores externos y lo que nunca hacemos  es forzar a nadie», explica esta matrona.
Estibaliz Vegas es sicóloga y experta en prevención infantil. Hace  unas fechas impartió un curso sobre salud materno-infantil organizado  por el Colegio de Enfermería de Bizkaia, donde advirtió de que «la  mayoría de las lactancias se van al traste durante los primeros quince  días de vida del bebé». Según ella, «durante meses las mujeres se  preparan cara al parto, que al fin y al cabo son unas horas, pero no se  preparan para la crianza, que dura años».
Vegas insiste en que la primera hora tras el nacimiento es crucial  para la formación de los vínculos entre madre y bebé. Incluso la madre  experimenta un pico hormonal que promueve su comportamiento maternal.  «Si están juntos, se generan endorfinas, un opiáceo que genera el propio  organismo y que da una sensación de bienestar y hace que de alguna  manera se hagan adictos el uno al otro», detalla.
Un contacto piel con piel que suele servir también de empujoncito  para que la madre decida amamantar al recién nacido. «A través de la  lactancia el bebé siente placer, siente seguridad, recibe también el  afecto de su madre sustituyendo al cordón umbilical y, si le dejamos, se  duerme sobre el pecho», defiende esta sicóloga infantil, que  desaconseja utilizar cremas y perfumes olorosos tanto para la madre como  para el bebé durante las primeras semanas.
Para este primer contacto con el pezón materno o sobre el cuerpo de  la madre, el personal de la maternidad de Zumarraga -nueve matronas y  seis auxiliares- se las ha ingeniado para habilitar el hall de acceso al  área de partos como una especie de sala de quita y pon, donde ambos  protagonistas permanecen unas dos horas bajo la tenue luz de una lámpara  de mesilla y la música clásica de un pequeño casette. Es la antesala al  traslado a planta.
«Desde que comenzamos con esta práctica del piel con piel, nadie nos  ha dicho que no», apunta Rodríguez. Esa preocupación del personal  sanitario por implicar a la pareja les llevó hace cuatro años a implicar  también a los padres en aquellos casos en que era necesario aplicar  cesárea a la madre. «En estos casos, como la mujer pasa un par de horas  en reanimación, se le pregunta al padre a ver si quiere estar en  contacto, piel con piel, con el bebé hasta que suba la madre. Todos  suelen aceptar. Y así todos se sienten a gusto, madres y padres.  ¡Incluso hemos visto alguna imagen muy tierna de algún bebé que quería  succionar el pezón del padre!», comenta la matrona.
El MMC que se desarrolla en este centro guipuzcoano no va más allá de  las dos horas, aunque hay madres que deciden seguir con ese contacto  tan próximo, a través de una especie de saco del cual llevan colgado al  niño o niña durante semanas. «Es una filosofía, una opción respetable.  Ostetras y matronas holandesas hicieron un recorrido por África y veían  que los niños colgados de sus madres no lloraban, precisamente por ese  contacto continuo con la madre», explica Rodríguez.
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