Un estudio reciente realizado por científicos de la Universidad de  York, en Canadá, ha revelado que bebés muy pequeños, con tan solo seis  meses de edad, saben cuándo se les está “tomando el pelo” y demuestran que esta actitud no les gusta.
Los resultados de esta investigación demuestran empíricamente que  los niños de esas edades son capaces de identificar y comprender las  intenciones de los adultos y de dar una respuesta a éstas, demostrando  que expresan su disconformidad o reaccionan en consecuencia. Hasta el  momento, esta habilidad se había podido demostrar sólo a partir de los  nueve meses. 
En concreto, se demostró que si los bebés veían que un adulto no  podía compartir con él un objeto no mostraban reacción, sin embargo si  de percataban de que el adulto no le daba el objeto porque no quería,  mostraba su malestar y “enfado”.  
Para el estudio fueron analizadas las reacciones de cuarenta bebés de seis y nueve meses ante un juego que consistía en que un adulto se mostraba o incapaz o reticente a compartir un juguete con los pequeños.
Los bebés aceptaban con calma el hecho de que el adulto no fuera  capaz de compartir con ellos el juguete por razones que escapaban a su  control pero, por el contrario, detectaron y se mostraron agitados  cuando resultó evidente que el adulto, simplemente, no tenía intención  de compartir.
Los científicos registraron las respuestas sociales de los pequeños,  como la tristeza, las miradas de rechazo, las sonrisas o sus  vocalizaciones, además de atender a otras respuestas más físicas, como  el hecho de dar golpes.
Con los bebés sentados sobre el regazo de sus madres junto a una  mesa, y frente a otro adulto, se les sometió a tres situaciones: de  bloqueo, de burla (le enseñaban el juguete y lo escondían) y de juego.  En cada una de estas situaciones hubo una condición de incapacidad de  compartir el juguete y otra de resistencia a compartirlo por parte del  adulto.
Esta investigación fue apoyada por subvenciones del Consejo de  Investigación de Ciencias Sociales y Humanidades de Canadá. Los  resultados pueden parecer a primera vista irrelevantes, pero creo que  demuestran la gran inteligencia e intuición de los bebés tan pequeños. 
Además, las habilidades sociales y cognitivas de los bebés no son  tan conocidas, por lo que cualquier acercamiento científico ayuda a  desvelar los misterios que aún rodean la inteligencia del bebé.
Ya sabemos que si queremos gastarle una broma de este tipo a los bebés, ya con seis meses no les hará ninguna gracia, y sabrán cuándo no queremos compartir un juguete con ellos.
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