Historia del  parto en el agua
El primer parto en el agua registrado en la modernidad, tuvo lugar en Francia en  1803. El caso, que fue detallado en un periódico de la sociedad médica francesa,  argumenta que una mujer que había estado en labor durante cuarenta y ocho horas  encontró un alivio en su lento progreso sumergiéndose en el agua caliente.  Después de estar breves instantes en el agua el bebé salió tan rápidamente que  no tuvo tiempo de salir del agua para dar a luz a su bebé. Se han recogido  informes posteriores sobre el parto en el agua hasta 1960, cuando comenzó a  haber documentación sobre el mismo en le Unión Soviética.
En ese entonces surgieron historias muy interesantes en la Unión Soviética sobre  el trabajo de Igor Chercovsky, científico y curandero ruso primordialmente  autodidacta, el cual dirigió una investigación sobre animales pariendo en el  agua. También observó la conducta de los bebés en el agua, incluyendo la de su  hija Veta, que nació prematuramente en 1963. Chercovsky puso a su recién nacida  en una tina de agua caliente durante varias semanas, arguyendo que no tendría  que luchar contra la gravedad y por lo tanto no gastaría tanta energía en  sobrevivir como la que requeriría en la incubadora del hospital. La hija de  Chercovsky sobrevivió y él continuó experimentando en el agua.
Durante la misma época pero en Rusia, el Dr. Frederick Leboyer introdujo el  concepto del baño caliente para el bebé después del parto. El bebé podía  experimentar el agradable retorno al placer del mundo fluido que acababa de  dejar.
Uno de los primeros que propuso abiertamente el parto en el agua fue el médico  francés Michel Odent. Proporcionando una tina con agua caliente para la labor y  el parto, Odent ofrecía más comodidad y libertad de las que nunca había gozado  la mujer parturienta. El foco principal del trabajo de Odent fue asistir a cada  mujer que daba a luz a su propio modo y bajo sus propios instintos.
Odent descubrió que cuando las contracciones de la mujer se vuelven más  dolorosas y menos eficaces, el descansar en el agua caliente suele  proporcionarles alivio, especialmente para las mujeres cuya dilatación no  progresa más de cinco centímetros.
En 1981 en América, un grupo de parteras ya conocían el exitoso trabajo de  Michel Odent, muchos padres querían dar a sus hijos una entrada en el mundo  bastante diferente. Durante los primeros años de la década de 1980, cuando estas  parejas renacedoras comenzaron a tener a sus bebés en el agua, la mayoría de los  partos no eran complicados y resultaban experiencias muy gratificantes. A veces  los padres dejaban a sus propios recién nacidos sumergidos bajo el agua por más  de veinte minutos creyendo que con eso les daban tiempo de estirarse, relajarse  y recuperarse des estrés del nacimiento. Desafortunadamente, algunas parejas  intentaron dar a luz a sus bebés solas, sin la atención de un doctor. Hubo  varias muertes accidentales de recién nacidos, supuestamente por haberlos dejado  demasiado tiempo debajo del agua. Esto impresionó a los padres y parteras que  defendían el parto en el agua, y empezaron a dudar de su seguridad.
En 1985 había un centro de alumbramiento en Estados Unidos que ofrecía a las  mujeres la misma atmósfera que el Dr., Odent en Francia. El Dr. Michael  Rosenthal abrió el Centro de Alumbramiento Familiar en Upland, California.  Cuando Rosenthal habló con los padres sobre sus partos en el hospital a menudo  expresaban poca satisfacción, esto lo inspira a abrir su propia clínica de  alumbramiento.
En el verano de 1993 casi mil mujeres dieron a luz en el agua en el centro.
Parto en el Agua o Parto Acuático.
El agua es un medio amigable.
Te hace sentir bien, te relaja.
Estar en la pileta de natación es como estar flotando en una nube.
La práctica acuática se centra en ejercicios de tonificación suaves,  especialmente para el piso pelviano, el estómago y la espalda. Además de estos  ejercicios se practica un período de relajación. Es importante que estos cursos  sean dados por profesores entrenados en clases prenatales y por supuesto que las  piletas en la cual se realizan estén en óptimas condiciones de higiene.
 
Usos de el Agua.
El agua ha sido siempre un símbolo de maternidad y fertilidad: la vida comenzó  en el océano y nuestro hábitat natural durante los meses de gestación es el  líquido amniótico. Por ello ya en los años 70, el Dr. Michel Odent, en Francia,  dio a conocer a los científicos y mujeres los beneficios del agua en el parto.  Casi treinta años después, este fenómeno del parto en el agua se ha expandido  notablemente: países europeos como Inglaterra, Francia, Bélgica, entre muchos  otros, así como Japón, EE.UU, Australia, ven multiplicarse los centros en donde  se practica este tipo de nacimiento más natural y humanizado. 
¿Cómo se lleva a cabo?
Según un informe de la Maternidad Acuario, de España, el agua caliente,  durante el parto, reduce la producción de adrenalina, hormona que endurece el  cuello del útero y retrasa la dilatación. Es por ello que el agua, entonces,  acorta el período de dilatación. Además contrarresta la fuerza de la gravedad y  reduce la estimulación sensorial, aumentando la producción de endorfinas,  hormonas cerebrales que disminuyen la sensación de dolor y hacen olvidar el paso  del tiempo. También relaja los músculos. 
El nacimiento en el agua.
Cuando la mujer se acomoda en la bañera, se aísla sensorialmente del mundo y  consigue una desinhibición en sus movimientos y respiración. En algunas  ocasiones, la mujer despierta de pronto de este estado, siendo el reflejo de  expulsión y decide salir del agua. Este cambio de temperatura favorece para que  la expulsión sea más vigorosa y eficaz (de rodillas, en cuclillas o en la  sillita de parto).
En otras ocasiones, la mujer se halla tan relajada dentro del agua que realiza  el expulsivo dentro de la bañera. En este caso el bebé, que está habituado a la  inmersión en el líquido amniótico, entra directamente en contacto con un medio  que le resulta familiar, de una forma no violenta y sin traumas. Entonces en  cuestión de segundos, se deposita al bebé sobre el vientre de la madre para que  ésta pueda darle un suave masaje mientras permanecen los dos dentro del agua.
El cordón umbilical sigue latiendo durante unos minutos, suministrando oxígeno  al bebé hasta que comience a respirar por sí mismo. 
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