La edad avanzada de los padres o haber sufrido falta de oxígeno  durante el parto son algunos de los factores que se asocian con un mayor  riesgo de sufrir autismo según un estudio que publica la revista.  Los investigadores se muestran cautos en sus conclusiones y señalan que  habrá que seguir evaluando la historia familiar en futuros trabajos.
En los últimos años, dos investigaciones han advertido un incremento  de la tasa de afectados por autismo o por otros trastornos que se  incluyen dentro del espectro autista, como el síndrome  (es  un trastorno del desarrollo cerebral muy frecuente (de 3 a 7 por cada  1000 niños de 7 a 16 años), que tiene mayor incidencia en niños que  niñas. Que ha sido recientemente reconocido por la comunidad científica  (Manual Estadístico de Diagnóstico de Trastornos Mentales en su cuarta  edición en 1994 de la Asociación Psiquiátrica Americana [DSM-4:  Diagnostic and Statistical Manual]), siendo desconocido el síndrome  entre la población general e incluso por muchos profesionales. La  persona que lo presenta tiene un aspecto normal, capacidad normal de  inteligencia, frecuentemente, habilidades especiales en áreas  restringidas, pero tiene problemas para relacionarse con los demás y en  ocasiones presentan comportamientos inadecuados La persona Asperger  presenta un pensar distinto. Su pensar es lógico, concreto e  hiperrealista. Su discapacidad no es evidente, sólo se manifiesta al  nivel de comportamientos sociales inadecuados proporcionándoles a ellos y  sus familiares problemas),  (Trastorno descrito hasta ahora sólo en niñas, cuya causa es  desconocida pero que se ha diferenciado por sus características de  comienzo, curso y sintomatología. El desarrollo temprano es  aparentemente normal o casi normal pero se sigue de una pérdida parcial o  completa de capacidades manuales adquiridas y del habla, junto con  retraso en el crecimiento de la cabeza y que aparece generalmente entre  los siete meses y los dos años de edad. Las características principales  son: pérdida de los movimientos intencionales de las manos,  estereotipias consistentes en retorcerse las manos e hiperventilación.  El desarrollo social y lúdico se detiene en el segundo o tercer año,  pero el interés social suele mantenerse. Durante la infancia suele  desarrollarse ataxia y apraxia de tronco, que se acompañan de escoliosis  o cifoescoliosis y algunas veces de movimiento coreoatetósicos. La  consecuencia invariable es la de una grave invalidez mental. Es  frecuente que durante la infancia aparezcan crisis epilépticas.),   (Trastorno generalizado del desarrollo que difiere del autismo en que  el desarrollo anormal o alterado se presenta únicamente después de los  tres años de edad o en que faltan anomalías suficientemente demostradas  en una o dos de las tres áreas de psicopatología requeridas para el  diagnóstico de autismo (la interacción social, el trastorno de la  comunicación y el comportamiento restrictivo, estereotipado y  repetitivo), a pesar de la presencia de características de una o dos de  las otras áreas. El autismo atípico suele presentarse en individuos con  retraso profundo cuyo bajo nivel de rendimiento favorece la  manifestación del comportamiento desviado específico requeridos para el  diagnóstico de autismo. También sucede esto en individuos con graves  trastornos específicos del desarrollo de la comprensión del lenguaje),  entre otros. Así, de unas cifras que giraban en torno a cinco afectados  por cada 10.000 niños se ha pasado a una prevalencia de 3,4 y 6,7 (según  los datos de dos estudios) por cada 1.000 niños.
Aunque siempre se ha pensado en un origen genético, diversos estudios  realizados con gemelos han demostrado que menos del 70% de los gemelos  son concordantes para el autismo, por lo que hay un elevado porcentaje  de casos en los que habría que buscar la causa más allá de la genética.  Después de revistar siete investigaciones, se observó que una avanzada  edad tanto de la madre como del padre se relaciona con un mayor riesgo  de que el hijo tenga autismo. Según los autores: 
esta asociación podría tener algunas explicaciones biológicas. Nuestros resultados sugieren que el riesgo elevado de autismo asociado con una edad materna y paterna elevada puede ser más fuerte para las niñas que para los niños
Otro factor que la revisión ha relacionado con un mayor riesgo de  autismo ha sido que las madres hubieran nacido fuera de Europa o Norte  América. Esto podría indicar la presencia de infecciones no detectables,  provocadas por la falta de inmunización de la mujer en su nuevo país y,  por tanto, a la falta de inmunidad a ciertas infecciones durante el  embarazo. La deprivación de oxígeno durante el parto parece influir a su  vez en el desarrollo de autismo. Sin embargo, no está muy claro si está  relacionado con los factores involucrados con esa hipoxia, o si el  origen está en la falta de oxígeno por sí misma. Ciertas condiciones  como la hipertensión maternal, la diabetes gestacional o nacer con una  vuelta de cordón podrían intervenir en esa relación. Por otro lado,  según un tercer estudio publicado en la misma revista que ha evaluado a  unos 200 niños, el hecho de que los pequeños con un año de edad no  respondan a la llamada de su nombre podría estar indicando un trastorno  autista. No obstante, aclaran, este hecho no identifica a todos los  niños que después tienen este síndrome, pero sí podría tenerse en cuenta  en las revisiones periódicas con el pediatra por ser una herramienta  fácil de utilizar. Los autores concluyen:
Hasta la fecha no hay genes conocidos para el autismo y por tanto debería analizarse detalladamente la historia familiar. Eso podría ayudarnos a examinar la interacción entre la susceptibilidad genética y los factores de riesgo perinatales y prenatales potencialmente prevenibles para el autismo y los síndromes del espectro autista
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