Una costumbre que viene de larga data es la de colocar pendientes en las niñas recién nacidas,  algo que en los últimos años está cayendo en desuso ya que se suponía  que las pequeñas no sentían nada, pero de hecho sienten dolor.
La costumbre surgió como forma de identificar a las niñas de los  niños cuando nacen, y generalmente eran las matronas o enfermeras de la  maternidad las que hacían los agujeros. Hoy se sabe que los bebés sienten dolor como los adultos, sólo que sus reacciones están ralentizadas y por ello muchas veces no lloran en el momento.
Hay otras formas de distinguir que es una niña, como el uso de la  ropa rosa por ejemplo, que eviten ese dolor innecesario. Algunas razones  para no hacerlo es que se puede enganchar el pendiente en la ropa y  lastimarse, o que al ser el lóbulo demasiado pequeño se corre el riesgo  de que el orificio quede demasiado en el borde y luego, con el tiempo,  se corte.
Además, siempre podrá elegir por ella misma si desea colocarse pendiente en el futuro.
Si de todas formas los papás deciden colocar los pendientes, hay que comprarlos de oro,  para evitar reacciones alérgicas. Luego, se le puede pedir a una  matrona o enfermera de la maternidad que se encargue. No hay que  quitarlo durante un período de 15 a 30 días, y hay que girarlos un poco  cada día para que no se peguen. Vienen unos pendientes que se llaman  abridores que son para estos efectos.
Hay que tener en cuenta que en Cantabria, por ejemplo, está prohibido  usar la pistola que sirve para colocar el pendiente. Siempre se deben  vigilar las condiciones de esterilidad de los pendientes y el material  que se fuera a utilizar.
Luego, se necesita simplemente, mantener la higiene de la zona.  Algunos pediatras instruyen a que se espere a que las bebés sean más  grandes para estas prácticas, por eso depende de cada caso.
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