Estás mordisqueando una manzana y mientras masticas, hablas con un  amigo sobre la tarea de matemáticas de ayer. De repente notas algo raro -  ¡finalmente se te ha caído un diente! Parecía que había estado suelto  durante una eternidad. Ahora lo tienes frente a ti y tienes un hueco en  medio de la boca en el que podrías 
Antes de poner el diente debajo de la almohada, ¿sabías que lo que se  ve no es más que una parte? El diente tiene muchas partes distintas que  lo hacen funcionar. Y los dientes no sólo te ayudan a masticar, sino  que también te ayudan a hablar. Así que es hora de hacer una excursión y  averiguar la verdad acerca de ese diente- ¡y todos los demás!
Dientes pequeñitos
Si alguna vez has visto a un bebé comer su melocotón (duraznos)  triturado, sabrás entonces que los dientes son una parte del cuerpo con  la que no nacemos automáticamente. Los dientes no son como el corazono el cerébro  - no están allí, listos para empezar a funcionar desde el primer día en  que nace una persona. Aunque un bebé tiene las raíces de lo que serán  sus dientes incluso antes de nacer, éstos no son visibles hasta que  cumplen 6 ó 7 meses. Después de eso, van apareciendo cada vez más  dientes en la boca - ¡y entonces, ya no más melocotones triturados!
La mayoría de los niños tiene todos los dientes antes de cumplir 3 años. Se llaman dientes primarios y hay unos 20 en total. (También se llaman a menudo dientes de leche).  Cuando el niño se hace algo mayor, estos dientes empiezan a caerse uno a  uno. Quizás recuerdes la primera vez que se te cayó un diente; suele  suceder entre los 5 y los 6 años, cuando el niño está en primer grado.  Pero por suerte, cuando se caen estos dientes, no te quedas como un  bebé, sin dientes y alimentándote de melocotones triturados. Un diente  primario se cae para hacerle sitio al diente permanente que hay detrás  de él. Lentamente, los dientes permanentes crecen y  ocupan el lugar de los dientes primarios. Aproximadamente a los 14 años a  la mayoría de niños se les han caído todos los dientes de leche y  tienen todos los dientes permanentes. Hay 28 dientes permanentes en  total -¡ocho más que antes! Unos 6 años más tarde, aproximadamente a los  20 años, crecen cuatro dientes más en la parte posterior de la boca,  completando la serie con un total de 32 dientes.
Un recorrido por los dientes
Fíjate en el espejo o en la sonrisa de un amigo y verás seguramente  dientes blancos y relucientes por fuera. Pero los dientes tienen muchas  cosas también en su interior. La parte de los dientes que puedes ver  encima de las encías (las encías con la parte rosada y carnosa que hay  debajo de los dientes) se llama corona. La corona de cada diente está recubierta de esmalte,  que es muy duro y reluciente. El esmalte es la sustancia más dura de  todo tu cuerpo y es como el guardaespaldas personal de los dientes:  brinda una barrera protectora a las partes interiores del diente.
Debajo del esmalte de los dientes está la dentina.  La dentina es la parte más grande del diente y es similar al hueso.  Aunque no es tan resistente como el esmalte, también es muy dura. ¿El  motivo? La dentina protege la parte más interna del diente, que se llama  pulpa. La pulpa es donde se encuentran las  terminaciones nerviosas del diente. Cuando tomas sopa caliente, o una  paleta helada muy fría, o te caes y te lastimas los dientes, es la pulpa  lo que duele. Las terminaciones nerviosas dentro de la pulpa mandan  mensajes al cerebro para informar lo que sucede, como por ejemplo "¡ese  helado de piña está tan frío que duele!" La pulpa contiene también los  vasos sanguíneos del diente, que alimentan al diente y lo mantienen vivo  y sano.
Tanto la dentina como la pulpa llegan hasta la raíz del diente, la zona entera situada debajo de la encía. Más abajo, la dentina está cubierta por cemento, que es como el pegamento especial que tiene el cuerpo. Este cemento une la raíz de cada diente a la mandíbula.
Tipos de dientes
¡No guardes el espejo todavía! Es la hora de conocer los tipos de  dientes. Vuelve a mirarte en el espejo y probablemente notarás que no  todos los dientes son iguales. La boca de cada persona tiene distintos  tipos de dientes y cada uno tiene su propia función.
Los dientes del centro en la parte delantera de la boca son los más fáciles de ver y son los incisivos.  Hay cuatro arriba y cuatro abajo. Los incisivos tienen la forma de  pequeños cinceles, con los extremos planos y algo afilados. Estos  dientes se utilizan para cortar y moler la comida. Piensa en la manzana  que te comiste: primero la mordiste con los incisivos para romper la  cáscara. Los dientes en punta que hay a cada lado de los incisivos son  los dientes caninos. En tu boca hay cuatro dientes  caninos en total, dos arriba y dos abajo. Como son puntudos y también  afilados, te ayudan a cortar la comida.
Al lado de los dientes caninos están los premolares.  Tienes ocho premolares en total, cuatro arriba y cuatro abajo.  Necesitarás abrir un poco más la boca para ver estos dientes, pero  cuando lo hagas, notarás que tienen una forma completamente distinta a  la de los incisivos y caninos. Eso es porque los premolares son más  grandes, más fuertes y tienen ondulaciones- y todo eso les hace  perfectos para aplastar y triturar la comida (una buena forma de notar  las ondulaciones es pasar la lengua por la parte de arriba de estos  dientes). Finalmente, abre bien la boca y verás los molares.  Tienes ocho, cuatro arriba y cuatro abajo. Los molares son los más  duros de todos: son incluso más anchos y fuertes que los premolares, y  tienen más ondulaciones. Los molares trabajan con la lengua para  ayudarte a tragar la comida: la lengua lleva la comida masticada a la  parte posterior de la boca, donde los molares la trituran hasta que está  bien deshecha y lista para tragar.
Cuando los niños crecen, les salen cuatro molares más en la parte  posterior de la boca, uno en cada rincón. Esto suele pasar  aproximadamente a los 20 años. Estos dientes se llaman muelas del juicio.  Las muelas de juicio no se usan para nada y probablemente no te harán  más juicioso, aunque algunas personas creen que podrían haberse  utilizado hace millones de años para masticar la comida.
La próxima vez que comas, haz un experimento y presta atención a los  dientes y a las tareas que realiza cada uno. ¿Te estás comiendo una  galleta? Los incisivos hacen un buen trabajo cuando se trata de morder  un dulce. ¿Qué te parece una zanahoria? Son los molares los que hacen el  trabajo, no los dientes de delante. ¿Y qué hay de ese trozo de pizza o  pan duro? Los caninos te ayudarán a trozarlos y acabar pronto con el  sándwich de mantequilla de maní o la pizza de salchichón.
Hablando de los dientes
Los dientes son excelentes para masticar - pero ¿sabías que también  son muy importantes para hablar? Distintos dientes trabajan con la  lengua y los labios para ayudarte a formar sonidos y pronunciar letras.  Intenta decir lentamente la palabra "taza" y siente cómo la lengua toca  primero el interior de los incisivos para pronunciar la "t" y luego  sigue con los dientes superiores e inferiores para pronunciar la "z".  Sin los dientes, sería imposible. Intenta decir la palabra sin dejar que  la lengua se acerque a los dientes y ¡fíjate lo que sucede! Ahora di la  palabra "faisán" y nota cómo los dientes tocan el labio superior para  decir la "f" y cómo se cierran los dientes superiores e inferiores para  producir la "s". Y si te encanta cantar "la la la la la," puedes  agradecerles a tus dientes cada vez que cantas una canción: presta  atención a lo que les sucede a tus dientes y a la lengua cada vez que  pronuncias la "l".
Trata bien a tus dientes
Los dientes son increíbles - ¡los 28! Nos permiten masticar todo tipo  de alimentos diferentes y son de distinto tamaño para la boca, según  crece. Además, nos ayudan a hablar. Es muy importante tratar bien a los  dientes, porque trabajan mucho cada día. Por suerte, es fácil cuidarlos.
Cepillarte los dientes con pasta con flúor es lo mejor que puedes  hacer para mantener los dientes en plena forma. Lavarte los dientes cada  vez que comes es lo mejor, pero si no puedes hacerlo, lávatelos al  menos dos veces al día y especialmente antes de acostarte. Cepíllalos de  arriba a abajo, en vez de lado a lado, y ¡asegúrate de cepillarte lo  suficiente para limpiar realmente esos caninos (y los otros dientes)!  Después de cepillártelos, es una buena idea utilizar hilo dental al  menos una vez al día; el hilo dental mantiene los dientes en buena forma  y evita que los alimentos y la placa queden atrapados entre los  dientes.
Hablando de buenas ideas, es también importante visitar con  regularidad al dentista, para que examine si tienes algún problema con  los dientes y te haga una limpieza bucal para que los dientes luzcan  fenomenales. Probablemente tu dentista te aplicará tratamientos con  flúor para proteger los dientes.
Por último, los dientes están más felices cuando comes dulces y bebes  refrescos sólo con moderación (esto significa sólo en pequeñas  cantidades y muy de vez en cuando).
Eso es porque el azúcar puede dañar el esmalte y la dentina dentro de los dientes y causar deterioro o caries. Aunque las caries pueden tratarse, siempre es mejor evitarlas. Trata bien a tus dientes ahora y ¡los mantendrás para siempre
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