viernes, 15 de julio de 2011

PADRES CANGURO

Bebés al calor del pecho de su madre y de su padre

El Hospital de Zumarraga fue pionero en la red sanitaria vasca al comenzar a aplicar el bautizado como Método Madre Canguro (MMC), el contacto piel con piel entre la madre y el bebé nada más nacer. Otros como Basurto o Cruces se han ido sumando más recientemente. Madres y padres recuperan el protagonismo tras el parto.
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Joseba VIVANCO
Amor, calor y leche materna. Los pequeños Aimar y Cristina han sido los últimos bebés en venir al mundo en el hospital de Zumarraga, dos de los casi novecientos que nacen allí cada año, una cifra excepcional para un centro sanitario comarcal. Como los demás recién nacidos aquí de los últimos casi diez años, lo han hecho pasando directamente del vientre a los pechos de su ama Mar en el caso de ella, y de su aita Xabi en el de él. Allí, su instinto quizá les haya hecho buscar a tientas un pezón que succionar y donde empezar a amamantarse; después de esa primera toma, les ha llegado la hora de su primera siesta fuera de la placenta. Habrán pasado unas dos horas y en todo este tiempo apenas se habrá separado un minuto de ese abrigo `piel con piel' que mantiene su temperatura corporal y tranquiliza sus primeras emociones en un mundo nuevo para él. Hablamos del conocido internacionalmente como Método Madre Canguro (MMC), del que la Maternidad de Zumarraga es pionera en la sanidad vasca.
Ahora, el habitualmente concurrido paritorio de este hospital guipuzcoano está vacío. «Hay una que está dilatando», comenta una compañera de Feli Rodríguez, matrona, capacitadora de lactancia materna por la OMS, y una de las impulsoras de este método implantado en este centro en 1999. Casi dos décadas antes, en 1978, un pediatra y profesor colombiano, Edgar Rey-Sanabria, fue quien ideó esta forma de devolver a madres y, también padres, su papel protagonista en un momento tan irrepetible en sus vidas como el del nacimiento de un hijo.
Fue en los años noventa cuando el Método Madre Canguro comenzó a difundirse de manera universal, después de ser validado con resultados científicos que lo avalasen. Hoy, esta propuesta de contacto «piel con piel» está respaldada por Unicef, y la propia OMS ha publicado una guía práctica que recomienda su uso. ¿De qué se trata? Pues de algo tan simple como posibilitar que desde el primer momento la madre lleve al recién nacido pegado a su pecho. El método requiere mucho sacrificio e inicialmente está pensado para bebés prematuros, pero en hospitales como el de Zumarraga -donde ese tipo de partos no se practican- se aplica a los llegados a término.
La idea original del contacto «piel con piel» se plantea para el bebé de menos de 37 semanas de edad y de menos de dos kilos de peso al nacer. La meta es que esa postura protectora se prolongue las 24 horas del día, con la criatura en estricta posición vertical, entre los senos de la madre y debajo de la ropa. En esa posición debe ser alimentado y debe dormir y así hasta las primeras 37 semanas, una vez que el niño rechace ya la postura y regule su temperatura sin problemas. Como se puede comprobar, el compromiso materno, y también paterno, va más allá de las modas o gustos.
«Aquí, como no tenemos prematuros, lo que hacemos directamente a todo bebé que nace es que se le coloca sobre el pecho de la madre, permaneciendo así cerca de sus dos primeras horas de vida. Es el llamado periodo sensitivo del recién nacido, en el cual se va adaptando a su ambiente postnatal y sus necesidades biológicas se van satisfaciendo. Sólo se le separa de la madre uno o dos minutos, cuando se la pasa de la mesa del paritorio a la cama, lo que aprovechamos para pesarle», explica Feli Rodríguez. «Cuando el bebé da señales de querer succionar, ayudamos a la madre. Hay bebés que desde el momento que salen y les colocas en el pecho, ya buscan el pezón -por una pequeña diferencia de olor y temperatura que él capta-. Pero, generalmente, necesitan un tiempo para establecer ese vínculo con la madre», añade.
El Hospital de Zumarraga logró también en 2002 ser incluido dentro de la red de los denominados Hospitales de los Niños, en los que, entre otros compromisos, se potencia la iniciación a la lactancia materna. «Sabemos que para muchas madres no es fácil. En estos años se ha retomado el dar el pecho al bebé, pero es algo que depende de cada mujer, porque influyen muchos factores externos y lo que nunca hacemos es forzar a nadie», explica esta matrona.
Estibaliz Vegas es sicóloga y experta en prevención infantil. Hace unas fechas impartió un curso sobre salud materno-infantil organizado por el Colegio de Enfermería de Bizkaia, donde advirtió de que «la mayoría de las lactancias se van al traste durante los primeros quince días de vida del bebé». Según ella, «durante meses las mujeres se preparan cara al parto, que al fin y al cabo son unas horas, pero no se preparan para la crianza, que dura años».
Vegas insiste en que la primera hora tras el nacimiento es crucial para la formación de los vínculos entre madre y bebé. Incluso la madre experimenta un pico hormonal que promueve su comportamiento maternal. «Si están juntos, se generan endorfinas, un opiáceo que genera el propio organismo y que da una sensación de bienestar y hace que de alguna manera se hagan adictos el uno al otro», detalla.
Un contacto piel con piel que suele servir también de empujoncito para que la madre decida amamantar al recién nacido. «A través de la lactancia el bebé siente placer, siente seguridad, recibe también el afecto de su madre sustituyendo al cordón umbilical y, si le dejamos, se duerme sobre el pecho», defiende esta sicóloga infantil, que desaconseja utilizar cremas y perfumes olorosos tanto para la madre como para el bebé durante las primeras semanas.
Para este primer contacto con el pezón materno o sobre el cuerpo de la madre, el personal de la maternidad de Zumarraga -nueve matronas y seis auxiliares- se las ha ingeniado para habilitar el hall de acceso al área de partos como una especie de sala de quita y pon, donde ambos protagonistas permanecen unas dos horas bajo la tenue luz de una lámpara de mesilla y la música clásica de un pequeño casette. Es la antesala al traslado a planta.
«Desde que comenzamos con esta práctica del piel con piel, nadie nos ha dicho que no», apunta Rodríguez. Esa preocupación del personal sanitario por implicar a la pareja les llevó hace cuatro años a implicar también a los padres en aquellos casos en que era necesario aplicar cesárea a la madre. «En estos casos, como la mujer pasa un par de horas en reanimación, se le pregunta al padre a ver si quiere estar en contacto, piel con piel, con el bebé hasta que suba la madre. Todos suelen aceptar. Y así todos se sienten a gusto, madres y padres. ¡Incluso hemos visto alguna imagen muy tierna de algún bebé que quería succionar el pezón del padre!», comenta la matrona.
El MMC que se desarrolla en este centro guipuzcoano no va más allá de las dos horas, aunque hay madres que deciden seguir con ese contacto tan próximo, a través de una especie de saco del cual llevan colgado al niño o niña durante semanas. «Es una filosofía, una opción respetable. Ostetras y matronas holandesas hicieron un recorrido por África y veían que los niños colgados de sus madres no lloraban, precisamente por ese contacto continuo con la madre», explica Rodríguez.

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