A los niños adoptados se les debe decir la verdad acerca de su origen?
Introducción
La
 adopción es una solución tomada a favor del niño adoptado, que 
secundariamente beneficia a los matrimonios sin hijos. Para todos 
aquellos que por una u otra razón no han podido tener un hijo, la 
adopción es una puerta que se abre dándoles la posibilidad de ser 
padres. A ellos les tocará vivir esa singular experiencia de amor frente
 a un niño que los invita a darse a amar. Es una realidad de un valor 
incalculable que los hace vivir una vida nueva.
Adoptar
 es un acto que crea un vínculo que tiene tanta fuerza como la que tiene
 un vínculo de sangre. La riqueza y el futuro de ese vínculo dependerán 
en gran medida de si los padres adoptivos le ocultan al niño esta 
realidad o si le hablan acerca de ella con total sinceridad. El cuándo, 
cómo y qué informar a los niños acerca de su adopción, es uno de los 
miedos con los cuales se enfrentan todos los padres adoptivos. No es 
fácil saber cuándo, cómo y qué informar. Muchos padres prefieren 
esconder la verdad porque creen que es lo mejor para el niño.
Objetivos
- Demostrar que en la vida siempre es mejor encarar las situaciones con la verdad.
 - Mostrar que "el silencio no es salud", sino todo lo contrario.
 - Comprobar que la comunicación fortalece los vínculos.
 
Desarrollo
Muchos
 matrimonios adoptantes deciden ocultar la verdad a sus hijos acerca de 
su procedencia. Esto se debe a los temores que tienen, centrados en la 
desvalorización, la herencia, el no querer y/o no ser queridos, la 
sexualidad de los hijos y, la supuesta y probable fragilidad o debilidad
 del vínculo. Además, muchos padres creen que el hecho de saber la 
verdad causará un gran dolor innecesario y difícil de superar en el 
niño. También se advierte que en lo íntimo les gustaría olvidar, 
esconder, no hablar ni recordar la cualidad de adoptivos de sus hijos. 
Ellos dicen: "Si no se entera, no sufre", pero además, piensan: "así 
nosotros tampoco sufrimos".
Los
 padres adoptantes tienen miedo de que la información reavive el vínculo
 con los progenitores y produzca conflictos en el autoestima y 
valoración personal del niño. Tratando de impedir el sufrimiento y la no
 preocupación del ser querido, sofocan emociones e ideas que al no ser 
expresadas provocan sufrimiento y, a veces, también síntomas.
La
 idea es no hablar de lo que duele, porque se cree que si no se habla y 
si no se nombra, no existe. "Es una suposición falsa, ya que no existirá
 en la comunicación cotidiana, no se hablará del tema, pero posee un 
lenguaje silencioso en lo íntimo de padres e hijos que emite señales, y 
éstas se registran consciente o inconscientemente" .
Los
 niños adoptados manifiestan que ya anticipan la verdad, al percibir 
pistas respecto del conocimiento de su realidad. A medida que crecen se 
van dando cuenta de que hay algo que no está bien, o que les cierra. 
Perciben que hay una mentira. Cuando esto sucede y los padres no 
enfrentan la situación con la verdad, estos chicos pueden tener 
conflictos, trastornos, problemas graves de conducta o aprendizaje. 
Entonces, es necesario entender que dichos trastornos no se deben al 
hecho de ser hijos adoptivos, sino a los secretos y a la manera de 
manejar la información.
Cuando
 los padres revelan la verdad a sus hijos cuando éstos ya son mayores, 
los chicos o adolescentes se vuelven en contra de ellos. Sufren mucho y 
tienen graves conflictos. Sienten que además de haber sido abandonados 
por sus padres biológicos, fueron engañados toda su vida por los 
adoptivos. En estos casos es muy difícil que los chicos perdonen a sus 
padres y vuelvan a confiar en ellos. Es con el engaño que se rompe el 
vínculo entre padres adoptivos y sus hijos.
Se
 puede hablar de la existencia de un saber inconsciente, que no es 
expresado pero produce efectos. Esto se ve claramente en las situaciones
 de desorden del mundo externo, que se deben a alteraciones afectivas 
"donde lo sospechado y lo que produce dudas provoca sufrimientos, y se 
intenta descargar el malestar mediante situaciones cotidianas 
inadecuadas" .
No
 es posible silenciar lo que se siente y se percibe. Lo que no se 
nombra, desde el silencio, desorganiza la vida, los sentimientos y la 
inteligencia de los niños adoptivos.
Además,
 cuando los padres no quieren hablar, confunden a los niños. Emiten un 
mensaje contrario al que les afirman. Les transmiten dudas acerca de lo 
bueno de ser una familia adoptiva. Si la adopción es algo bueno entonces
 porque no hablar de ello.
Insistimos
 en la necesidad de informar la verdad. Hay una teoría que sostiene que 
se debe informar al niño acerca de su origen sólo cuando él pregunta. Lo
 más probable, cuando el niño interroga sobre su nacimiento, es que haya
 sido estimulado por el nacimiento del hermano de un compañerito del 
jardín, o por la aparición de algún niño en la familia. Entonces, 
decimos que el infante se compara. También puede pasar que algún 
primito, o vecino u otra persona le haya informado de su adopción. En 
estos casos, el niño seguramente pregunte a la mamá: "¿Yo salí de tu 
panza?". En dicho momento se puede aprovechar para hablar del tema en 
intimidad.
Es
 importante tener en cuenta que este tema no debe ser transmitido de 
cualquier forma y en cualquier lugar. Es un tema muy importante y, el 
clima y la atmósfera que se crean entre el adoptante y el adoptado van a
 estar cargados de tensión, por lo cual debe haber intimidad.
En
 general, es la madre la que encuentra el momento ideal para hablar con 
su hijo, de acuerdo a la sintonía que siente con él. Pero lo ideal es 
que para transmitir la información estén ambos padres presentes.
La
 psicóloga y psicoanalista Eva Giberti dice que se puede contar al niño 
cómo los padres lo fueron a buscar, dónde estaba y en qué provincia 
nació. Además, recomienda para los padres el siguiente relato: "Había 
una vez un señor y una señora que juntos hicieron un bebé. La señora lo 
llevó dentro de su panza mientras el bebito crecía... Un día el bebito 
nació, pero esa señora no lo pudo cuidar, no pudo quedarse con él. 
Entonces la señora buscó un lugar donde lo pudieran atender. Mientras 
tanto, papá y yo estábamos muy tristes, porque no podíamos hacer un 
bebé... No podíamos hacer hijitos... y queríamos tener uno. Un día nos 
avisaron que había un bebé, que estaba en una casa, y que no tenía papá 
ni mamá. Entonces fuimos enseguida a buscarlo... y te encontramos a 
vos... que eras chiquito... estabas en una cunita... tenías unas manitos
 y unos piecitos chiquitos y eras muy lindo... Entonces te trajimos a 
casa con nosotros y desde entonces sos nuestro hijo adoptivo. Y nosotros
 ya no estamos más tristes, porque gracias a vos tenemos un hijito, y 
somos un papá y una mamá... Te ayudamos a crecer... y vos también nos 
ayudar porque te podemos querer. Esta es una historia que empieza muy 
triste y que termina bien... porque estamos todos juntos y podemos 
hablar de estas cosas... Si querés preguntarnos algo..." . Este texto 
está pensado para infantes de entre 3 y 4 años.
El
 niño, como persona, tiene derecho a conocer sus raíces y la atmósfera 
que lo rodeaba cuando nació. Igualmente, no hay que explicarle más de lo
 necesario o de lo que puede entender. Además, si cuando es adulto 
quiere saber, conocer y tomar contacto con dicha información, hay que 
respetarlo porque forma parte de su vida, de su historia y de su 
identidad.
Conclusiones
Al
 adoptar a un niño, los adoptantes se hacen cargo de una criatura que en
 la mayoría de los casos fue abandonada. Cuando el niño se entera de 
esto es probable que sienta pena, rabia o desconcierto. El niño sufre 
porque se da cuenta de que no pudo ser conservado por la persona que lo 
concibió, por más de que esto fue superado por el vínculo con los padres
 adoptivos.
Si
 los padres nunca le dicen la verdad a su hijo, a la larga todas las 
mentiras terminan siendo descubiertas y la sensación de haber sido 
engañado es generalmente intolerable para el niño adoptivo.
Es
 fundamental que los padres adoptivos acompañen al niño en sus preguntas
 y en las inevitables angustias que forman parte de su historia. De este
 modo se abre la posibilidad de recorrer un camino, un estilo de vínculo
 en la familia donde hablar no separa, más bien uno.
El
 silencio crea la ilusión de un vínculo estrecho. En cambio, la 
comunicación fortalece los vínculos, por lo que se dice y se informa, y 
también por la confianza que se brinda al estar dispuesto a escuchar al 
otro, y ser el sostén de interrogantes e inquietudes que aparecen.
El
 niño necesita ser aceptado definitivamente como hijo, necesita que se 
le transmita seguridad y que se le demuestre que se le ama. Necesita 
crecer con la dedicación y el ejemplo de sus padres, y apoyarse en su 
confianza.
Los
 padres deben hablar al niño con toda sinceridad y con toda la verdad, y
 recordar los primeros momentos de esta historia que han vivido con todo
 cariño. El niño aceptará naturalmente esa verdad que es parte de su 
vida y que ira comprendiendo con sencillez desde su primera infancia. La
 imagen que él tenga sobre su origen será la que le transmitan sus 
padres adoptivos.
(A
 continuación adjuntamos dos testimonios. Uno es personal. Cuento mi 
experiencia propia, al ser hija adoptiva. El otro es de un padre que 
adoptó 10 hijos y siempre les contó la verdad).
Testimonio 1.
Florencia.
"Mi
 nombre es Florencia. Tengo 23 años y soy hija adoptiva. Me adoptaron a 
los pocos meses después de nacer. Siempre supe la verdad, desde pequeña.
 No puedo recordar bien cuándo mis papás me contaron acerca de mi 
adopción. Pero si recuerdo qué fue lo que me dijeron. Me contaron un 
cuentito muy parecido al relato que propone Eva Giberti.
Además, tengo un hermano tres años más grande que también es adoptado; y no somos hermanos biológicos.
En
 casa siempre nos hablaron con la verdad. Nunca nos ocultaron 
absolutamente nada. Me acuerdo que cuando era chica, muchas veces volvía
 del colegio a mi casa con un montón de preguntas porque mis 
compañeritas (que sabían acerca de mi origen) me las hacían a mí. Por 
ejemplo, me cuestionaban si no extrañaba a mi mamá. Yo les decía que a 
mi mamá la veía todos los días, en mi casa. No sabía explicarles lo que 
mis padres me habían explicado tan bien a mí.
Nunca
 hubo engaños ni mentiras. Mamá y papá nos respondían todos nuestros 
interrogantes. Además, siempre nos decían y nos siguen diciendo que si 
algún día queremos conocer a nuestros padres biológicos, no nos lo van a
 impedir. Al contrario, nos van a ayudar en nuestra búsqueda.
La
 adopción, en mi casa, nunca se vivió como un tema tabú, ni con 
vergüenza. Tanto con mi familia nuclear como con mi familia extensa 
siempre tratamos el tema con honestidad y hasta con humor. A veces, 
hacemos bromas, por ejemplo, diciendo que tenemos suerte de no haber 
heredado ciertos rasgos del carácter de nuestros papás.
Conozco
 otras personas a quienes les mintieron desde un principio, y quienes se
 enteraron de la verdad ya de grandes. Estas personas tienen muchos 
conflictos que surgieron como consecuencia de este engaño. Son jóvenes 
que sufren por el hecho de ser adoptados.
Yo
 creo que deberían ser felices porque tanto a ellos como a mí, nuestros 
padres, nos buscaron y nos desearon muchísimo. El amor que ellos nos 
brindaron y nos brindan es inmensamente grande.
Por
 mi experiencia propia me doy cuenta que lo más importante para que una 
adopción se lleve a cabo sin problemas es SIEMPRE DECIR LA VERDAD. Hay 
que enfrentar los miedos y salir adelante. La verdad nos conduce a la 
felicidad y a una realización plena".
Testimonio 2.
Eduardo.
Eduardo
 y Clara adoptaron 10 hijos, todos ya estando en la primera o segunda 
infancia. Sólo a una beba la adoptaron recién nacida.
"La
 verdad a los hijos adoptivos hay que decírsela desde el primer instante
 en que los conoces, de la manera que corresponda de acuerdo con la edad
 que tengan.
En
 casa, con nuestros hijos adoptivos, siempre hablamos de "cuando te 
fuimos a buscar a la casa de la señora que te cuidaba" (por el hogar de 
tránsito), o "cuando llegaste a casa", o "cuando te conocimos". Nunca 
decimos "cuando vos naciste", ya que no tenemos los detalles de ese 
momento ni los motivos que llevaron a que los dieran en adopción. 
Respecto de este momento, no podemos (ni debemos) inventar.
La realidad es lo que sucedió desde el día en que nos conocimos, no podemos contarles algo que no sabes cómo sucedió.
El
 motivo de decirles la verdad es porque cualquier relación afectiva no 
puede basarse en una mentira. Si le mentís, ¿con qué autoridad tu hijo 
te va a creer en todas las otras cosas que quieras enseñarle, si lo 
fundamental, es decir el origen de nuestra relación padre / hijo, está 
basada en una mentira?
Eduardo,
 nuestro hijo adoptivo mayor, un día le dijo a Clara que él hubiera 
preferido que nosotros le hubiésemos dicho que él había salido de su 
panza. Clara entonces le preguntó: "¿Si yo te hubiese dicho eso, y luego
 te hubieras enterado que era mentira, hubieses creído en todas las 
otras cosas que te contamos y enseñamos sobre la vida?". Contestó: "No".
 Clara le dijo: "A pesar de que te duela lo que te contamos, ¿no es 
preferible que te hayamos dicho la verdad?". Contestó: "Sí". Eduardo 
tiene ahora 10 años y este diálogo fue el año pasado, cuando tenía 9.
Todos
 nuestros hijos saben su verdad. Algunos preguntan muchos detalles, 
otros menos, otros nada. En la medida de sus preguntas, respondemos. 
Pero la verdad se dice aunque no la quieran saber. Los detalles se los 
contamos si preguntan. Tampoco volvemos sobre el tema si no hay 
necesidad.
Nuestros
 hijos adoptivos han llegado en diferentes edades: 5 y 6 meses, 1 año y 
medio, 2 años y medio, y hasta cuatro años. Por lo cual son distintos 
los momentos y modos en que se habla del tema.
Más
 allá de lo que se le contó a cada uno sobre su origen, en casa tengo 
las fotocopias de los expedientes judiciales que precedieron a la 
adopción, en donde están todos sus antecedentes a disposición de ellos 
para cuando sean más grandes.
Es
 importante que con Clara percibimos que todos están bastante seguros de
 que la vida de hijos comienza el día que nos conocieron. Más allá de la
 fecha de su nacimiento.
Creo
 que el secreto de todo este tema es tomar las cosas con naturalidad; 
además, que los padres adoptivos sean conscientes de que son eso: 
adoptivos, y no creerse que son padres biológicos y utilizar a la 
adopción como un medio para solucionar algún tipo de frustración por no 
haber podido tener hijos biológicos.
Cuando
 hay confusión sobre este tema y se quiere creer que es lo mismo, vienen
 los problemas. Precisamente el tema de la mentira, se presenta en casos
 en los que se quiere ocultar la realidad. Esa realidad tiene dos 
aspectos: el del hijo adoptivo, pero también la de los padres adoptivos.
 Mediante la mentira, no solo se mienten a sus hijos, sino que se 
mienten a ellos mismos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario