Al  igual que hablábamos en etapas anteriores, es  necesario que el niño conserve la  sana costumbre de tomar desayuno y  merienda. Y es que estas dos comidas acentúan  el consumo de productos  ricos en glúcidos complejos (pan, cereales), productos  lácteos y  frutas. Los productos lácteos le proporcionan el calcio indispensable   para su crecimiento, los glúcidos complejos le aportan la energía que  necesita y  el consumo de fruta desde la mañana, ayuda a cubrir los  aportes diarios  recomendados de vitamina C. 
El  niño está en una edad que se llama la  “preadolescencia”. Por desgracia, en  estas edades, bajo el pretexto que  los niños se están haciendo mayores, los  padres dudan menos a la hora  de dejar al niño comer sólo. Si estas comidas “solitarias”  son  demasiado frecuentes, el niño corre el riesgo de sentir menos placer por  la  comida, acortar sus comidas, no alcanzar una saciedad suficiente y  "picotear"  posteriormente a lo largo del día. O puede provocar lo  contrario, que el niño compense  su soledad con la televisión corriendo  el riesgo de prolongar sus comidas  consumiendo demasiado queso o  postres (bizcochos azucarados, helados,...)  delante de la televisión.
Este  tipo de desorganización de las comidas es  frecuente en los casos de niños  obesos. Por ello, debemos tomar unas  simples precauciones para evitar esas  graves consecuencias. Es bueno,  por tanto, instaurar un ambiente amistoso en el  momento de las comidas y  limitar las comidas solitarias. Las comidas  equilibradas y amistosas  contribuyen a un respeto del equilibrio alimenticio el  día de mañana.
A  esta edad, una de las dificultades que también  solemos encontrar los padres, es  conciliar las influencias exteriores  que sufre el niño (publicidad, amigos,...)  con una alimentación  suficientemente variada y equilibrada. En el marco de una  alimentación  equilibrada, el 10 % de su energía puede serle aportada por el  azúcar  (sacarosa), a razón de 50 g diarios, aprox. Como referencias te diremos   que un yogur para beber suele tener 13 gramos de azúcar por cada 100  gramos de  yogur, o que un zumo de melocotón tiene 13.8 gr. por cada 100  gr. de zumo.
Debemos  tener precaución con los productos que  contienen a la vez lípidos (grasas) y  azúcar, y limitar su consumo  diario. Este cóctel es difícil de reequilibrar en  su alimentación. Los  refrescos azucarados también deben ser consumidos con  moderación.  Aunque no debemos olvidar los gustos de nuestros hijos, por lo que  de  vez en cuando un refresco de cola, naranja, etc. no le hará ningún mal.
Para  limitar el abuso de este tipo de alimentos poco  saludables, lo recomendable es  que éstos no estén en la despensa o  frigorífico de casa de manera habitual. Más  bien al contrario: debemos  poner al alcance del niño todo tipo de alimentos  saludables y más  adaptados a su merienda. ¡Y tan sabrosos y variados como los  otros! 
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