Las agencias de publicidad saben muy bien que utilizando imágenes de  niños hermosos y de grandes ojos pueden llegar al corazón de la gente y  también a sus bolsillos. Cualquier producto o ideología se vende cuando  va acompañada de un rostro lleno de frescura que transmita bienestar y  evoque el futuro. AES+F sigue este enfoque en The King of the Forest (2001-2003). 
The King of the Forest  es una trilogía cinematográfica que  recuerda aquellas leyendas folklóricas donde un ogro, el Rey Erl,  captura, encierra y hasta se come a los niños. Estas historias han  servido de inspiración a grandes escritores y músicos como Goethe,  Schubert y, más recientemente, a Michel Tournier. 
De este modo, AES+F se "roba" a centenares de niños reclutándolos de  agencias de modelaje, escuelas de ballet o clubes deportivos. Los visten  de forma genérica con ropa blanca clásica, sugiriendo trajes escolares,  equipos deportivos y ropa interior. Los ubican en exteriores  pintorescos, filmándolos en cámara lenta, coronando la escena con  música. 
AES+F seleccionó locaciones en el Viejo Mundo, el Nuevo Mundo y el Tercer Mundo. El primer proyecto, denominado Le Roi des Aulnes   (2001), se realizó en los dorados salones de espejos de Tsarskoye Selo,  en el palacio de San Petersburgo de Catalina la Grande. Esta película  muestra a unos hermosos niños atrapados en un salón de espejos dando la  sensación de una masiva audición artística de ballet al estilo de Degas.  Los jóvenes coquetean instintivamente con la cámara asumiendo poses  cautivadoras. 
El segundo proyecto, constituido por el rodaje de More Than Paradise   (2002), se realizó en el castillo-mezquita Mohammed Ali en El Cairo.  Los niños tuvieron que realizar demostraciones de rituales bien  conocidos como las "Procesiones" y "Ruedas", que se han convertido en  clichés del mundo islámico para los occidentales. 
En contraste, el tercer proyecto denominado KFNY (2003), se  rodó en medio del bullicio de Times Square en Nueva York, donde se  proyectaron en pantallas gigantes propagandas de la Fuerza Naval  norteamericana con imágenes dramáticas de aviones de guerra, buques y  helicópteros. Tomando en cuenta las ironías del nuevo orden mundial, el  final de esta trilogía supone una profunda contradicción: Un elenco  multicultural de "héroes" -la "coalición arco iris"- alineándose a favor  de los Estados Unidos de América. 
The King of the Forest engloba un derroche de arte, publicidad  y cultura pop. AES+F congrega a Vanessa Beecroft, con su tablao de  glamorosas e inescrutables mujeres desnudas; a Shirin Neshat, con sus  videos orientales de las masas revueltas Otros; y a Arte Club  2000, con un grupo de jóvenes vestidos igual y fotografiados en Times  Square, que nos recuerda aquellas campañas publicitarias de Benetton  (cuyo encanto multicultural en realidad escondía cuestionamientos a  ciertas prácticas laborales del Tercer Mundo) o Calvin Klein, entre  otros. 
Así, La trilogía de The King of the Forest sugiere ambigüedad.  Las películas que la componen se parecen a los espacios publicitarios  que, en gran parte, dejan de nombrar el producto. Los niños parecen  absorber el fondo ideológico que se desprende de las locaciones. La  larga duración de las películas ofrece distintas interpretaciones y  contradicciones: desde la visión de los niños como seres inocentes e  inteligentes, vulnerables y sublimes, hasta peleles de los cineastas,  coquetos y malcriados. Por momentos nos sentimos celosos de su belleza y  existencia perfectas pero, al mismo tiempo, nos inquietamos por su  seguridad. 
Nos preocupamos por su posible explotación, sin darnos cuenta que  probablemente su belleza esté siendo utilizada contra nosotros, para  explotarnos. Los niños pueden ser capturados pero también son  cautivadores: su belleza ejerce una fuerza mágica sobre nosotros. Tal y  como lo expresa Elana Zaitseva, AES+F nos deja "haciendo equilibrio  sobre un fino hilo que se debate entre la nobleza y la traición,  embrujados por una belleza que se ha convertido en una trampa. Nuestra  protesta en contra del 'secuestro' de los niños no nos impide que los  admiremos".
A veces la realidad interviene después del hecho y el significado de  una obra de arte cambia para siempre. Es difícil no interpretar a The King of the Forest  de esta manera. El 1 de septiembre de 2004, un grupo de terroristas que  reclamaba la independencia de Chechenia "secuestró" a centenares de  estudiantes y maestros de una escuela ubicada en el pueblo de Beslan, en  Rusia. Los mantuvieron cautivos dentro del gimnasio del colegio.  Privados de agua y comida, los rehenes se vieron obligados a beber su  propia orina y, para soportar el calor asfixiante, tuvieron que  desnudarse y quedarse en ropa interior. En varias oportunidades, los  niños liberados o que lograron escaparse fueron fotografiados huyendo  semidesnudos.
Los terroristas se aseguraron captar la atención del mundo entero,  apuntando con sus armas hacia niños inocentes. Los medios de  comunicación sacaron el máximo provecho, satisfaciendo así el propósito  de los terroristas de llamar la atención, proporcionando a sus  televidentes una noticia audaz y, al mismo tiempo, una mayor audiencia a  los patrocinantes. A los tres días, un enfrentamiento armado entre los  terroristas y las fuerzas de seguridad rusas dejaron como saldo la  muerte de más de 300 rehenes, entre ellos 170 niños. 
A pesar de que los medios de comunicación destacaron la crueldad del  acto terrorista, éstos también fueron criticados por transmitir imágenes  de niños que huían con rostros de terror en ropa interior. Es en estos  momentos cuando nuestro pánico moral sobre el abuso de los niños se  alinea de manera espectacular con la realidad y, entonces, junto a  nuestra obsesión por salvaguardar su inocencia infantil se revela una  faceta pornográfica. 
*Robert Leonard ha sido nombrado recientemente director del Museo  de Arte Moderno en Brisbane, Australia. Janita Craw es profesora  universitaria y especialista en educación infantil en la Facultad de  Educación de Unitec en Auckland, Nueva Zelanda. Ambos fueron los  curadores de la exposición titulada "Mixed-Up Childhood" (2005)  realizada en la Galería de Arte de Auckland. 
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