Los chicos suelen tener un cabello envidiable: fuerte, sano y con un  brillo natural que muchas quisiéramos para nosotras. Es lógico: su  organismo, que emerge con la misma fuerza qué una planta joven, rebosa  vitalidad.
El aspecto de su cabello no es sino reflejo de su estado de salud  general. Será más tarde, en la pubertad, cuando se rebele la verdadera  naturaleza de su pelo: seco, normal o graso, fuerte o quebradizo. Pero  no hay que esperar a entonces para empezar a actuar; el cuidado del  cabello comienza desde el nacimiento, y tiene que ser continuo si  queremos que ofrezca un aspecto bello y saludable.
Lo primero que hay que tener en cuenta es la dieta alimenticia. Los  alimentos deben ser nutritivos y de fácil asimilación. Muchas proteínas  (carnes y pescados a la plancha) y vitaminas, sobre todo de los grupos B  y C. Los jugos de frutas deben estar a la orden del día, así como las  ensaladas (sobre todo de lechuga y berro), verduras, y productos lácteos  (leche, queso, yogur).El pan debe ser  preferiblemente integral. Que no abusen de los dulces (miel mejor que  azúcar). La dieta se completará con un mínimo de dos huevos semanales y,  de vez en cuando, frutas secas.
La higiene es otro capítulo importante. No conviene lavar el cabello  con demasiada frecuencia: un máximo de tres veces semanales será  suficiente para mantenerlo limpio. No usar productos con gran cantidad  de detergente, ya que no hacen sino estimular las glándulas sebáceas.  Utilizar, en su lugar, un champú neutro, evitando frotar enérgicamente  con las uñas (ello podría dañar el cuero cabelludo). Por el contrario,  un masaje efectuado suavemente con la yema de los dedos lo limpiará en  profundidad y estimulará la circulación sanguínea. El agua debe estar  templada.
Una costumbre muy extendida, pero que hay que evitar, es poner  colonia en el pelo de los niños pequeños. La colonia está constituida  por una base de alcohol, y éste, a corto plazo, reseca el cabello,  estimulando las glándulas sebáceas que de esta manera se ven obligadas a  generar más grasitud. La consecuencia es que a la larga tendrá el  cabello graso.
Afortunadamente, atrás quedan los tiempos de las larguísimas melenas  (algunas niñas la llevaban hasta por debajo de la cintura), moda  incómoda y perjudicial para el cabello. Hoy se imponen las melenas  cortas, tan graciosas, o incluso el pelo “a lo varón”. El pelo corto es  más práctico y fácil de cuidar. El corte frecuente es una manera de  mantener un cabello sano y vigoroso. Conviene evitar los peinados  complicados, en los que se comprime el pelo con gomas o se sujeta con  hebillas o grandes moños.
Se lo puedes recoger en una trenza o coleta, si te gusta, Pero piensa  antes en su comodidad que en la estética. Obviamente, no a los teñidos o  decoloraciones: además de resultar poco naturales, el pelo teñido, a  medida que se va lavando, va quedando áspero y sin brillo.
Si en la familia hubiera antecedentes de alopecias, cabellos  anormalmente grasos, etcétera y temes que tu hijo pueda tener propensión  a sufrir alguno de estos problemas, no dudes ni un momento en consultar  al dermatólogo: siempre es más fácil prevenir que curar.
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