Esta sustancia química está presente en productos de cuidado dental que favorece la protección contra las caries. La  caries tiene un único culpable: el azúcar. Los alimentos dulces se  pegan a los dientes y si no se limpian rápidamente se acunan en los  recovecos de las piezas dentales. Allí, felices, empiezan a ‘taladrar y  taladrar’ hasta hacer huecos. 
A eso se le llama caries. Y si el dueño  de esa boca no mantiene una adecuada limpieza oral, las bacterias se  apropian de tal manera, que los dientes se caen. Por esa razón, la  fabricación industrializada y, por lo tanto, masiva de azúcar coincide  con las alzas en los niveles de caries dental.
Es  decir, si no existiera el dulce, tampoco lo haría la caries. Pero como  esta ecuación es imposible, la mejor fórmula es el cepillado constante.  Además de un cepillo y agua, se han creado métodos que permiten blindar  la boca contra las bacterias, como la adición de flúor a productos de  higiene oral. Aún así, más de la mitad de la población mundial no se  libra de estas. A continuación, 4 aspectos importantes que los padres  deben saber sobre el flúor:
1. Flúor: el salvador
A  comienzos del siglo XX, un grupo de investigadores decidió, asombrado,  determinar por qué ninguno de los habitantes de una población en Estados  Unidos tenía caries. Después de varias pesquisas, descubrieron que se  debía al agua que consumían, pues el flúor estaba presente en la tierra y  el líquido que llegaba a sus casas contaba con este protector natural.
El  flúor es un elemento químico que disminuye la posibilidad de que los  dientes pierdan minerales; además, afecta el metabolismo de las  bacterias que se prenden de los dientes y que se reproducen con especial  rapidez.
Después de este  descubrimiento se tomaron medidas, como la inclusión de este elemento en  las aguas tratadas en los acueductos, así como en la sal. Actualmente,  las pastas de dientes y los enjuagues bucales también lo traen.
2. Flúor: el crucificado
Pero  como lo que no está en su justa medida es perjudicial, este exceso de  flúor en los diferentes productos de consumo humano ha traído críticas y  llamados de alerta, pues su presencia en el organismo está asociada a  diferentes enfermedades como osteoporosis; por ende, aumento en las  fracturas, algunos tipos de cáncer óseo y otras patologías dentales.
En  Colombia, por ejemplo, un grupo de expertos de la Universidad Nacional  realizó una investigación hace 10 años en Agua de Dios, municipio de  Cundinamarca, pues la estudiante de odontología Carolina Gómez observó  un elevado número de manchas en los dientes en la población infantil. 
Martha  Lucía Calle, odontóloga asociada de la facultad de odontología de la  Universidd Nacional, y Edgar Delgado, químico y docente de la facultad  de ciencias del departamento de química de la misma universidad,  determinaron que todos los niños de esta población presentaban las  manchas que observó la estudiante. Eso significaba la presencia de  caries y, además, intoxicación por flúor o fluorosis. Dice Delgado que  en exceso esta sustancia genera el efecto contrario, pues ya no protege a  los dientes de la caries, sino que debilita los dientes, porque los  desmineraliza y se forman huecos en donde se albergan las bacterias,  hasta que se pierden las piezas.
3. Manchas imborrables
Las  primeras señales que se presentan para determinar que existe  intoxicación por flúor son manchas en los dientes que no tienen manera  de desvanecerse. Pero si no aparecen, un odontólogo no puede determinar  que existe exceso en el organismo del paciente. Por esa razón, muchos  especialistas lo aplican en los consultorios como manera de prevención,  cuando probablemente no es necesario, porque no tiene un método de  diagnóstico que le permita determinarlo.
Dice  la odontóloga e investigadora Martha Calle, que esta complicación no  distingue estratos sociales, pues todos los niños son atraídos por el  sabor de las cremas dentales y cuando están aprendiendo a cepillarse  solos, disfrutan el sabor de chicle, fresa o cualquier dulce y se tragan  la crema; entonces, el flúor va adicionándose a los huesos. 
Por  eso les recomienda a los padres estar siempre vigilantes durante el  momento del aseo dental, mientras el niño entiende la idea de que la  pasta de dientes no es para comer. 
4. ¿Cómo frenar el exceso?
Al  observar las cremas dentales del supermercado se puede ver que la  mayoría, por no decir todas, vienen adicionadas con flúor, así como los  enjuagues bucales. Existen zonas del país en donde ya no ‘enriquece’ el  agua con este elemento químico, como en Bogotá. Ya lo recomendaban los  médicos: evitar uso de enjuague, vigilar el cepillado de los niños y  disminuir la aplicación de sal en las comidas, que además traerá otros  beneficios a la salud. 
En esta  investigación de Calle y Delgado, también encontraron que el aseo  dental de los niños en Agua de Dios es bastante deficiente, pues no  tenían una rutina establecida en casa para asearse la boca tres veces al  día. 
Los hábitos deben ser  establecidos por los adultos desde los primeros meses de vida, cuando  las encías del bebé deben limpiarse con una gaza húmeda, se envuelve en  el dedo y se pasa por toda la boca. También existen cepillos para este  fin, con cabeza pequeña y redonda que facilita la tarea. 
Todos  los días, a la misma hora, el ritual debe ser el mismo, para que el  niño aprenda la rutina. Usar cepillos de dientes atractivos y hacer el  momento de la limpieza una circunstancia agradable facilitará la tarea.  Los padres no pueden ser flexibles y permitir que un día lo hagan, al  día siguiente no, porque esto no generará la costumbre y la necesidad en  los niños. 
De igual manera,  los dientes temporales deben limpiarse con el mismo cuidado con el que  se hará para la dentadura definitiva, pues de su buena limpieza  dependerá el desarrollo de los maxilares y la aparición de las nuevas  piezas que saldrán con el espacio suficiente. Los expertos también  recomiendan una sana alimentación, que es útil en la formación de los  tejidos en los niños. Por ejemplo, el consumo constante de lácteos  calcifica huesos y dientes, lo que ayuda en la resistencia a las  bacterias. Cuando aprenden a cepillarse no es necesario usar crema  dental, pues lo más importante es que el cepillo de dientes pase por  todas las piezas, incluida la lengua, para evitar la acumulación de  bacterias. Esto debe hacerse después de que el niño come. No se le puede  permitir dormirse con el tetero, pues el metabolismo de las bacterias  es muy rápido. 
Evidencias científicas
Estudios  publicados en revistas científicas de orden mundial han determinado que  el exceso de flúor en el organismo podría ser el responsable del  aumento en las fracturas de cadera, pues los huesos se desmineralizan. 
Otras  investigaciones realizadas especialmente en Estados Unidos, donde le  añaden flúor al agua, han relacionado la aparición de tumores  cancerígenos con el flúor. Una compañía farmacéutica en ese mismo país  realizó una observación con pacientes que usan con frecuencia crema de  dientes con este elemento. Se determinó que contribuye a la pérdida del  hueso periodontal, es decir, la caída de los dientes. Además, aumenta la  posibilidad de sufrir gingivitis y periodontitis, enfermedades  inflamatorias de las encías
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