La bañerita de la casa, una pileta perfecta, chiquita, cálida y parecida a la pancita de mamá. En ella el bebé recibe  las primeras caricias acuáticas y aprende los primeros chapoteos. De a  poquito captará que sus juguetes también lo acompañan en el baño y que  el agua los empuja a la superficie haciéndolos flotar.
Si se dispone de un duchador, el niño pronto aprenderá a manejarlo y a regarse él mismo la carita y el pelo. Elbaño diario  es un momento muy placentero para el bebé y para quien lo baña, le  encanta y le permite, más allá del acto higiénico, jugar a sus anchas.
El pasaje a la bañera grande puede ser muy grato y más seguro con  mamá o papá dentro del agua, evitando resbalones o golpes con los bordes  o paredes. Ahí sí que se puede estar más suelto y patalear y golpear el  agua con las palmitas, salpicando y haciendo burbujas.
Es fácil hacer del baño un espacio para aprender si  se provee al bebé de juguetes coloridos que estén perforados o que  puedan contener el agua. Para que todo sea más divertido es conveniente  alternar los juguetes para que el bebé encuentre siempre novedades, además de su favorito.
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