miércoles, 1 de agosto de 2012

EL NIÑO POBRE

Esa noche llovía. Se veían unas nubes grandes y negras. Haciendo un fuerte esfuerzo, Manuel se levantó mal y un poco vago. Su desayuno estaba helado, desayunó tostadas con roja mermelada.

 
Aún llevaba el pijama. Aquella mermelada le sentó mal, corrió muy ruidoso a llamar a su amiga Nerea. Por suerte, su madre, muy enfadada, lo llamó y le dijo que tenía que arreglar su cama azul. Iba un poco lenta.
  Manuel corrió para despistarla. Como él es muy lento, ella lo alcanza, le dice que si arregla su cama le daría una torta de fresa muy rica. Manuel la intenta ignorar. Le dice que es muy injusta. Al escuchar esas últimas palabras no tuvo más opción que arreglar su cama. Su zapato lo tenía desatado. Manuel aceptó cansado. Él arregló su cama, pero la dejó un poco mal. Allí había mucha ropa sucia. Tiró unos calcetines en un cazo con agua templada y algo fría. Los tiró ahí porque no los quería llevar arriba.
  Corrió con los ojos en blanco a ver si era hora de comer. De repente salió corriendo porque vio a su hermano grande que le quería pegar. Como es un poco lento, le alcanza y le dice en su lenguaje secreto muy bajito que si no le limpia la habitación le pegaría. Su zapato ya se lo había atado.
  Cansado, sintió algo extraño al ver que el cuarto de su hermano estaba fatal. Después se le quita la cara de cansado. Le pareció muy extraño que el cuarto de su hermano estuviera más sucio que el suyo. Los pantalones estaban de manta y había un póster de un futbolista con la espalda curvada y llevando una ligera pelota de oro y con el ceño arrugado. Por eso no quería ordenar el malvado cuarto gris de su hermano. Después ve su preciado y recién comprado juguete debajo de la cama. Él decidió que ya no le iba a arreglar la habitación. Su juguete ya estaba roto.
  Después, muy enfadado por no arreglarle el cuarto, su hermano mayor le pega. Su madre lo vio como lo maltrataba y ésta, muy dura, le regaña y lo sienta en una silla muy grande, recta y ancha. De todos modos, éste va y lo coge, lo encierra y allí le da con un palo muy grande. Lo deja triste, casi enfermo, quieto y raro. Conoce a su hermano y sabe que es muy malo y por eso no debe decirle nada. Cuando llega la hora de dormir, muy despacio, se acuesta en su cama grande y verde con su almohada roja y una lámpara naranja. Era verdad que estaba pálido como cuando se cayó en un gran agujero. Un día después se despierta muy bien y su hermano mayor le pide perdón por lo ocurrido el día anterior.

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