domingo, 31 de marzo de 2013









Princesas Disney

Personajes de Princesas Disney

BellaBella Durmiente: Bella durmiente es una de las princesas Disney más conocidas, la cual, fruto de un encantamiento, debe permanecer dormida hasta que reciba el primer beso de amor.

CenicientaCenicienta: Cenicienta es otra de las princesas Disney más populares, que vive en un castillo con su madrastra y sus dos hermanastras que la obligan a limpiar la casa y a hacerles la comida. Tras varios problemas, conseguirá el amor de su príncipe y se marchará de allí.

BlancanievesBlancanieves: Blancanieves es una tierna chica que, por sorpresa, encuentra una pequeña casita en la que viven 7 enanitos: Sabio, Gruñón, Mudito, Dormilón, Tímido, Mocoso y Bonachón. Se quedará allí a vivir, hasta que una malvada bruja que se convertirá en ancianita le dé a comer una manzana envenenada. Luego, un joven príncipe conseguirá devolverla a la vida tras un beso romántico.

BellaBella (La Bella y la Bestia): Bella es la princesa Disney de la popular película de dibujos animados La Bella y la Bestia, en la que se enamorará de una bestia que, luego, con su amor, conseguirá convertirse en hombre tras darse un beso de amor antes de que caiga el último pétalo.

JasmineJasmine (Aladdin): Jasmine es otra de las Princesas Disney más populares, que pertenece en esta ocasión a la popular película Aladdin. Después de varias luchas con Jafar (compañero de su padre que quería casarse con ella), luchará por el amor de Aladdin para conseguir amarlo por siempre.

PocahontasPocahontas: Pocahontas es la hija mayor de jefe Powhatan, cuya tribu sufrirá las desdichas tras la llegada de los ingleses para descubrir nuevos mundos. Finalmente conseguirá enamorarse de John Smith, quien se revelará contra sus compañeros y sobretodo su jefe.















DIBUJOS INFANTILES

Estaba en una sala de espera con mi hija menor, de cuatro fervorosos años, rodeado de adultos adustos arbustos, y ella, mi hija, decidió dibujar a su familia empezando por el padre: con todo detalle armó un cuerpo grande, dos brazos cortos pero con cinco dedos y sus uñas, un pene (ella detallaba en voz alta la ejecución del dibujo, para sonrisa o reprobación del auditorio), dos piernas cortas con sus uñas-, las avenas (una red de avenas, por donde corre la sangre; no voy a ser policía o agente de tránsito idiomático, todavía: si para ella es avena, pues, avena entonces), dos ojos asimétricos, una nariz más o menos situada, una boca con infaltable y exagerada sonrisa, unos pelos que son la barba de papi, poquitos pelos en la cabeza y, lo extraordinario, unos palotes que son ¡los pensamientos!
Luego con detallado empeño hizo un corazón y un redondel que en ese momento, concesión de algún dibujo animado extranjero, era una ardilla. Allí estaba un hombre integral, con pensamientos, “avenas”, corazón externos, ardillas, entre otros detalles.
Con el mismo desparpajo, una vez, esta niña dijo bien clarito en un prístino castellano de irrefutable construcción: “papi, te tidaste (las erres todavía son prohibitivas, aunque está “placticando”) un pedo”. No era cierto, pero poco importaba: estábamos en un supermercado lleno de gente, un viernes a la tarde, en el sector de los lácteos. No, Chiara, no es cierto, le dije espantado mientras la gente alrededor quedaba congelada y seguía escena y diálogo como si se tratara del último día de la telenovela de moda. Alguno tenía ya una piadosa sonrisa y hasta un gesto de comprensión para el pobre señor que se desbarrancó y que fue delatado por la implacable sinceridad de los niños.
-“Sí, sí, papi, te tidaste un pedo”.
-¡No!, dije mientras me ponía rojo, no tanto por sentir vergüenza por el hecho (si sucede, sucede, qué va a hacer, pero no era el caso) sino porque de golpe estaba queriendo refutar públicamente expresiones de una nena de cuatro años que me ponía en ridículo. Así son los chicos, mascullé mientras manoteaba algo sin mirar del estante y huía hacia los vinos, donde había menos gente....
Su hermana mayor, Valentina, es una dibujante experta y trabaja con un grado de minucia preciosista increíble y algunos de sus dibujos, a los diez años, superan largamente lo que yo hice o pueda hacer en toda mi vida. Allí uno comprueba que hay capacidades naturales que uno luego enerva o potencia, según los casos.
Pero esos primeros dibujos infantiles, esos garabatos, son deliciosos. Los chicos, más tarde, tratan de dirigirse a un dibujo más “realista” y acaso en la copia y en la repetición pierden algo de ese loco encanto fantasioso que puede incluir, en un solo trazo, a ella, su familia, una mascota y un dinosaurio que come flores rosadas. O cualquier otra combinación sólo para nosotros surrealista o inventada.
Esa etapa deliciosa (perdemos, ay, luego esa fantasía integradora, que es una explicación del mundo, acaso la mejor explicación del mundo, donde todo tiene que ver con todo y todos tenemos lugar) va acompañada por lo general de una voluntad irrefrenable: dibujan todo el tiempo y no alcanzan los papeles, papelitos, apuntes, revistas, guías telefónicas, impuestos, títulos de propiedad, libros, documentos supuestamente importantes y hasta paredes.
Por esos días, el escritorio de papi y mami, la cama, la biblioteca, la agenda, aparecen de pronto con la impronta del pequeño, con sus dibujos, con sus soles con sonrisas y su gente feliz. Irrumpen esos dibujos en la seria rutina laboral, en los ámbitos donde se resuelven vidas y fortunas- En cualquier parte se filtran estas bocanadas de aire fresco que nos recuerdan que todo no es más, ni menos, que un trazo ligero, hecho con fe y amor. Bienvenidos ese candor, entonces, y esa frescura, que trato de volcar en unas pocas líneas aquí, unos garabatos sueltos, a mano alzada, mientras disfruto de un dibujo con avenas, pene, pensamientos, corazón y una ardilla.

miércoles, 27 de marzo de 2013

NIÑOS CON DISCAPACIDAD

INTRODUCCIÓN
Por iniciativa del Consejo pontificio para la familia, del Centro educación familiar especial (CEFAES) y del Programa Leopoldo, diversos expertos, médicos, psicólogos, profesores universitarios, profesionales, responsables y miembros de asociaciones para discapacitados y sus familias, nos reunimos del 2 al 4 de diciembre de 1999 en la antigua Sala del Sínodo, en la Ciudad del Vaticano, para profundizar en el papel que desempeña la familia en la integración del hijo discapacitado en la sociedad, prestando atención particular a la discapacidad mental (las intervenciones pronunciadas durante el Congreso se publicarán íntegras en la revista «Familia et Vita»).
El documento de la Santa Sede del 4 de marzo de 1981, con ocasión del año internacional de las personas discapacitadas, afirmaba que toda la acogida amorosa y el cuidado que la familia podía dar al hijo discapacitado mental debía tener como finalidad facilitar su futura participación en la vida de la sociedad. Dieciocho años después de ese documento, teniendo en cuenta las transformaciones y los cambios que se han producido desde entonces en nuestra sociedad, podemos preguntarnos hasta dónde hemos llegado en este ámbito.
LA SITUACIÓN ACTUAL DEL NIÑO DISCAPACITADO EN SU FAMILIA
La dignidad del niño discapacitado y su fundamento
El primer problema que encuentra hoy el hijo discapacitado mental en su inserción en la sociedad, en el momento en que trata de vivir de modo más autónomo en relación con su familia, consiste en que esta sociedad muchas veces no está muy bien dispuesta a acogerlo en cuanto persona humana, sujeto de derechos inviolables. En realidad, la persona discapacitada encuentra a menudo dificultad para ejercer su derecho a vivir en la sociedad, a compartir espacio, trabajo y vivienda con los que no padecen discapacidad mental. Esa falta de disposición a acoger al discapacitado mental por parte de nuestra sociedad parece vinculada, en parte, a una percepción ofuscada de la dignidad intrínseca del ser humano discapacitado.
El documento de la Santa Sede de 1981 ponía, con razón, como principio fundamental el hecho de que el discapacitado es «un sujeto humano con pleno derecho», revestido de la «dignidad única, propia del ser humano». Sin embargo, esta noción de la dignidad eminente del ser humano viene de una antropología precisa: la antropología bíblica, del hombre «creado a imagen de Dios» (Gn 1,27), caído en el pecado, pero rescatado, salvado con la muerte y la resurrección de Jesucristo y llamado a caminar hacia su comunión con Dios, en Jesucristo, imagen perfecta del Padre. La clave de la dignidad del hombre no se halla en su autonomía ni en su razón ni en su capacidad de decisión ni en crear su propio universo; más bien, se encuentra en esta realidad: el hombre como persona humana, la única criatura que Dios quiso por sí misma (Gaudium et spes, 24); ha sido «plasmado por las manos de Dios», «el mismo Dios le infundió su aliento vital», según la hermosa imagen del libro del Génesis (cf. Gn 2,7); y, además, es «capaz de conocer y amar a su Creador» (Gaudium et spes, 12).
En una perspectiva de humanismo integral, que la fe logra percibir más a fondo, no se puede formular la hipótesis de que Dios se «equivocó» cuando creó a un niño discapacitado. Al contrario, se debe decir que Dios lo ama personalmente, y que este niño, así conformado a Cristo sufriente, es objeto de especial ternura por su parte.
Esta dignidad del discapacitado, así fundada en su naturaleza de persona humana querida por Dios, no queda disminuida por la gravedad de la discapacidad y no se halla condicionada por la dificultad que tiene para comunicar con los demás. No se puede renunciar a esta dignidad; no se puede perder esta dignidad; no se puede quitar a nadie esta dignidad, que sigue siendo la misma hasta los últimos momentos de la vida. El hombre tiene una vocación de trascendencia, que va más allá de la historia y del tiempo. Por esta razón, no se puede aceptar ningún intento de eliminar la vida de este ser «improductivo», por razones económicas o de simpatía hacia la familia de este niño gravemente discapacitado.
Sin embargo, hoy, se suele olvidar o rechazar esta visión. Nos hallamos en una especie de torre de Babel, en la que existe una gran confusión sobre lo que es la naturaleza humana y la verdad sobre el hombre. Se habla mucho de los derechos del hombre, pero, al mismo tiempo, se niegan estos derechos a los más débiles. La «religión» del «consenso» ha ocupado el lugar de la trascendencia bíblica. Afortunadamente, con respecto al niño discapacitado, hay también muchas familias que tienen cada vez mayor responsabilidad y capacidad de amor.
Los nuevos avances científicos sobre las posibilidades de desarrollo del discapacitado mental
Aunque existen motivos de preocupación por lo que respecta a la capacidad actual de nuestra sociedad de acoger al discapacitado, también encontramos motivos de esperanza e impulso a la acción positiva en recientes desarrollos de los conocimientos médicos, neurológicos, pedagógicos y educativos en relación con los discapacitados. La demostración de la «plasticidad cerebral», es decir, de la posibilidad de recuperación y desarrollo del cerebro a pesar de un defecto, de una lesión de los centros superiores del cerebro, nos hace esperar un buen futuro para nuestros hijos discapacitados. La ciencia neurológica ha puesto de relieve que en el cerebro, durante los primeros años de vida, las relaciones que serán responsables de muchas funciones importantes del cerebro, como las emociones, la memoria y el comportamiento, siguen desarrollándose.
Asimismo, diferentes estudios han demostrado que la comunicación no verbal entre el adulto responsable del cuidado del niño (por lo general, la madre; pero este papel puede ser asumido por cualquier adulto cercano al niño) y el niño mismo tiene un influjo importante en el desarrollo de esos procesos mentales.
Un aspecto que merece destacarse a este propósito es la importancia, hoy reconocida, que tiene la adquisición -es decir, la «cultura»- con respecto al dato biológico -es decir, la «naturaleza»- en el desarrollo de la personalidad. Lo que en el nacimiento recibimos como predisposición, de ningún modo determina la formación de nuestra personalidad, nuestro comportamiento. Las «propensiones», aunque influyen, no impiden el desarrollo de las virtudes.
Este mensaje de las ciencias humanas es claramente positivo, pues garantiza la posibilidad de un desarrollo personal y moral del discapacitado mental.
La afectividad y la sexualidad del discapacitado mental
El desarrollo de los conocimientos relativos a los discapacitados mentales pone de relieve otro aspecto positivo: no les resulta imposible desarrollar una auténtica vida afectiva y una vida sexual correspondiente a su capacidad relacional. A este respecto, hoy la mentalidad ha cambiado. Se reconoce que el niño discapacitado posee una predisposición a la vida relacional, una predisposición que es preciso impulsar en la medida en que lo permitan la gravedad de su discapacidad, el grado de desarrollo de su personalidad y los límites de su libertad.
La educación para la vida afectiva y sexual debe comenzar muy pronto en los discapacitados mentales, porque pasa a través del conocimiento de su propio cuerpo. La educación sexual de los niños discapacitados comienza con una educación para la vida de relación con los demás, para el respeto de las demás personas, de su intimidad y de su cuerpo.
Luego, las respuestas a sus preguntas, cuando piden información específica, deben ser pedagógicas, adecuadas a su capacidad intelectual de integrar esa información.
Es importante enseñar a estos niños a tener disciplina en su comportamiento, a hacer opciones responsables. También es importante que los padres sepan escuchar a su hijo discapacitado para darle la oportunidad de expresarse con respecto a su deseo de una relación de amistad o de amor. Pero también es evidente que se le debe informar de los verdaderos límites que pone su discapacidad, más o menos grave, a un posible proyecto de matrimonio.
Someter a esas personas -que a menudo no son capaces de dar un verdadero consenso informado- a una anticoncepción o a una esterilización impuesta, o, peor aún, al aborto, constituye una práctica que no sólo es contraria a la ética, sino que también podría poner en peligro su desarrollo psíquico.
La educación del discapacitado mental
Así pues, siempre existe la posibilidad y la necesidad de educar a los hijos discapacitados mentales. Incluso en los casos graves, gracias al aliento que les da la ternura de los padres y al estímulo que les ofrece una familia atenta a ellos, los niños pueden desarrollarse en el ámbito psico-motor para adquirir un grado de autonomía. Debemos subrayar al respecto la importancia de esta comunicación no verbal que una madre, presente permanentemente en el hogar, es capaz de mantener con el niño discapacitado. A través del intercambio de miradas, la atención solícita prestada al niño y las caricias que expresan el afecto, en los primeros meses de vida comienza la futura integración del niño en la sociedad.
Los medios de comunicación pueden influir de modo muy positivo en el desarrollo del niño discapacitado, facilitando su formación y su integración en la vida de familia y, luego, en la vida social. Sin embargo, la calidad de este influjo dependerá mucho del uso que se haga de estos medios en la familia. Si en la familia no se acostumbra a seleccionar los programas, estos pueden tener efectos negativos sobre todos los miembros de la familia y especialmente sobre el discapacitado.
EL PAPEL DE LA FAMILIA
«La familia -dijo el Papa Juan Pablo II en su discurso, tan enriquecedor para nuestro Congreso- es el lugar por excelencia donde se recibe el don de la vida como tal y se reconoce la dignidad del niño con expresiones de particular cariño y ternura» (1).
La familia como fuente de amor y solidaridad
Gracias a la unión estable y fiel de los esposos, a su entrega recíproca, plena e irreversible, la familia constituye el mejor ambiente para el desarrollo personal del hijo, especialmente cuando es más frágil, más limitado en sus capacidades y, por tanto, más necesitado de cuidado, de atención, de ternura y de comunicación, no sólo verbal, con su ambiente inmediato.
Es importante subrayar que el niño discapacitado no debe constituir un «peso» para sus padres o para sus hermanos y hermanas. Cuando este niño es acogido como hijo o hermano, dentro de su familia, el mismo amor hace que las dificultades resulten ligeras, soportables e incluso fuente de esperanza y de alegría espiritual.
La familia como educadora del discapacitado
La responsabilidad de la educación de todos los hijos, incluidos los discapacitados, corresponde a la familia.
La constitución de la familia no es sólo un hecho biológico o sociológico. La Revelación nos muestra que en la familia se inscribe la genealogía de la persona en cuanto imagen, reflejo de Dios. Por esto, si la familia nace del amor de Dios, también debe permanecer en este amor, y esta es la característica fundamental, la base en la que se apoya todo el entramado familiar.
Por esta razón, se puede decir que el compromiso principal de los cónyuges en esta labor de educación del hijo discapacitado consiste en mantener vivo el amor en su vida conyugal y en inculcarlo a todos sus hijos. El niño, en su familia, debe sentirse amado, buscado, valorado por sí mismo, en su realidad irrepetible.
Así pues, es preciso aprovechar todo el enorme «capital humano» de la familia, al que la sociedad debe contribuir.
Los padres deben procurar que la vida en familia sea gratificante para todos sus miembros, mediante su ejemplo, su alegría, su afabilidad. Deben comportarse en familia de modo que las cualidades y los defectos de cada uno de sus miembros sean conocidos y aceptados por todos los demás.
La comunicación entre los cónyuges es fundamental para sus hijos. Estos aprenden y viven en su dimensión personal, participando en la comunicación entre sus padres, y comunicándose entre sí con una naturalidad que deriva de la misma naturalidad de la relación filial.
La familia da sentido de seguridad al hijo, le enseña las nociones del bien y del mal, le presenta el valor de su existencia en el mundo, le comunica la alegría que deriva del amor dado y recibido. Corresponde también a la familia enseñar al hijo el significado del dolor, del sufrimiento, de las limitaciones físicas y de la pobreza. Este es el «código» antropológico de la familia. Por consiguiente, la familia no puede renunciar a esta responsabilidad y no debe permitir que otras instituciones -educadores, administradores, agentes sanitarios y sociales- la asuman en la educación del hijo discapacitado.
Actitudes negativas y positivas
«Compete, ante todo, a la familia, superado el primer momento de desconcierto ante la llegada de un hijo discapacitado, comprender que el valor de la existencia trasciende el de la eficiencia» (2). Por consiguiente, la familia no debe caer en la trampa de buscar a toda costa tratamientos o cuidados extraordinarios, pues corre el peligro de quedar defraudada, desilusionada, cerrada en sí misma, si no se logran los resultados de curación o recuperación esperados.
Hay varias actitudes que los padres deben evitar para un mejor desarrollo de su hijo discapacitado. Hemos dialogado sobre algunas:
- La primera actitud negativa es el rechazo, la negación de la realidad. Este rechazo nunca es totalmente abierto, pero se vislumbra a través de las explicaciones que los padres tratan de dar a su mala suerte. En efecto, de forma inconsciente, se sienten culpables del resultado y tratan de echar la culpa a otros.
- Otro comportamiento negativo es el temor: se refiere a un peligro imaginario y pone de manifiesto la incapacidad de una persona de afrontar la realidad. Este temor va acompañado de una incapacidad para tomar decisiones, para adaptarse a la nueva situación, para buscar los medios necesarios a fin de resolver las dificultades.
- Menos conocida, pero no menos negativa, es la actitud de superprotección del hijo discapacitado. A primera vista, esta actitud muestra una loable solicitud y dedicación a ese hijo. Pero los padres, al hacerlo todo en vez del hijo, le impiden cualquier grado de autonomía.
- Por último, la actitud de resignación es también negativa, porque impide a los padres asumir una actitud positiva, activa, hacia el hijo discapacitado, y por consiguiente entorpece el desarrollo del niño hacia la autonomía.
Cuando los padres aceptan la realidad de la discapacidad de su hijo empiezan a tener la posibilidad de ser felices en su prueba. Cuando los padres se muestran alegres a pesar de las dificultades de su situación, pueden hacer feliz a su hijo, cualquiera que sea su discapacidad.
La ayuda que los padres deben recibir de los profesionales
Para poder cumplir la misión de educar a sus hijos, la familia necesita recibir de profesionales que se ocupan de los niños discapacitados la información y la ayuda adecuada a su condición. Los profesionales pueden y deben ayudar a los padres a salir de su bloqueo afectivo, para afrontar con realismo su situación.
Los científicos, los médicos y los investigadores deben ser especialmente sensibles a la situación de dificultad en que vive una familia después del nacimiento de un hijo discapacitado. Conviene, en primer lugar, recordar a esta familia que la ciencia tiene límites y que la salud física no es un derecho, sino un don.
El papel de los médicos consiste en ayudar a esta familia a encontrar la actitud correcta frente al hijo discapacitado. Por esto, los médicos y los especialistas tienen el deber de comunicar a los padres los conocimientos y adquisiciones relativos a la discapacidad de sus hijos. Deben hacerlo con espíritu de servicio y solidaridad, de modo humano, usando un lenguaje accesible e inteligible, con paciencia y comprensión, y con plena honradez profesional.
Los padres necesitan esa permanente comunicación del saber científico para afrontar la realidad de la situación de su hijo discapacitado. Una vez informados, podrán dar al hijo el tipo de educación y el tratamiento más conveniente a su situación.
La familia necesita un apoyo adecuado por parte de la comunidad. Aunque la familia es indispensable para acoger al hijo discapacitado y para educarlo, no podrá conseguir con sus solas fuerzas resultados plenamente satisfactorios. Aquí se abre el espacio para la intervención de asociaciones especializadas y para otras formas de ayuda extrafamiliar, que aseguren la presencia de personas con las que el niño pueda instaurar relaciones educativas.
Esos sistemas de ayuda son aún más necesarios en los momentos críticos de la vida familiar, cuando la convivencia en la familia resulta difícil, si no imposible. Por esto, es importante el desarrollo de estas pequeñas estructuras de comunidad que pueden acoger al discapacitado durante un período de tiempo, o acogerlo como miembro permanente después de la muerte de uno o de ambos progenitores.
RECOMENDACIONES FINALES
Muchos progresos se han logrado para la integración de los discapacitados psíquicos en la vida de la sociedad. Sin embargo, dado el número cada vez mayor de discapacitados adultos en esta sociedad, se ha producido en estos últimos años una congestión en los centros de acogida para discapacitados; así, tienen pocas posibilidades de vivir el resto de su vida en condiciones dignas. Al mismo tiempo, gracias a la creación de redes de asociaciones al servicio de los discapacitados y de sus familias, la condición del discapacitado que vive en su familia ha ido mejorando. Por último, la verificación de la posibilidad de lograr un grado notable de desarrollo psico-motor e intelectual en el hijo discapacitado gracias al estímulo de la subjetividad del niño, en un ambiente alegre, donde se le hace sentir que es objeto de atención y amor, ha cambiado la previsión de vida de este último.
Por todas estas razones, es importante, hoy más que en el pasado, desarrollar las redes ya existentes de información y acogida para los padres de los discapacitados, y también crear nuevas redes, de modo que los padres puedan afrontar lo más pronto posible la verdad y ofrecer a su hijo las mejores condiciones de desarrollo. Al mismo tiempo, parece necesario influir sobre la opinión pública mediante los medios de comunicación para facilitar la integración en la sociedad de las personas que tienen una discapacidad mental, compatible con una vida de relación con los demás.
La creación de puestos de trabajo especializados, o de instituciones para el trabajo de los discapacitados, juntamente con una ayuda más eficaz por parte de los agentes sociales, debería facilitar la integración ya anhelada con tanta fuerza en el documento de la Santa Sede de 1981.
«La calidad de una sociedad y de una civilización se mide por el respeto que manifiesta hacia los más débiles de sus miembros» (3).
El grado de fervor en la integración social y laboral de los miembros menos favorecidos y más necesitados de la sociedad constituye el termómetro del grado de sabiduría que la humanidad ha alcanzado, en el umbral del tercer milenio.
He aquí algunas reflexiones que deseamos compartir con muchas familias del mundo, y con los diversos movimientos e instituciones que trabajan en este campo tan importante.

NIÑOS MINUSVALIDOS

Desde 1917 la educación ha sido obligatoria para los niños americanos. Sin embargo, hasta la década del 70 las necesidades y derechos educativos de los niños minusválidos eran tomados en cuenta sólo a nivel local y de manera inconsistente. La mayoría de las escuelas consideraba que estos niños eran “demasiado difíciles de educar,” y muchos de ellos vivían vidas tristes y frustrantes en casa o en instituciones estatales impersonales.
El movimiento de Derechos de los Minusválidos atrajo atención a nivel nacional en la década del 60, cuando Ed Roberts, quien estaba paralizado del cuello a los pies, fue admitido a la Universidad de California en Berkeley. Su dormitorio le fue asignado en el hospital de la ciudad universitaria, y él protestó. Otros compañeros se unieron a la protesta, hasta que se le asignó una residencia independiente en el campus.
El asunto llegó a un juzgado federal en 1972, el cual determinó que el derecho a la educación básica estaba directamente ligado a la Cláusula de Igualdad ante la Ley de la Enmienda Nº 14. Los partidarios de esta causa en el Congreso tomaron nota de tal conexión y comenzaron a trabajar un una ley que requeriría que todos los estados ofrecieran educación adecuada para niños minusválidos, así como asistencia financiera para crear y mantener este servicio dentro de cada comunidad.
La Ley de Educación para Individuos Minusválidos, o I.D.E.A por sus siglas en inglés, fue promulgada por el Congreso en 1975 para garantizar una educación gratuita y adecuada para los niños minusválidos, en un ambiente tan poco restrictivo como sea posible.
I.D.E.A sigue ayudando a millones de niños minusválidos a terminar la secundaria, ir a la universidad, y convertirse en miembros productivos de la sociedad.

lunes, 25 de marzo de 2013

DE QUE SE QUEJAN LOS NIÑOS AL PSICÓLOGO



Por Cathy Calderón, psicóloga
Mis papás:
  • No tienen tiempo de jugar conmigo
  • Hacen cosas “más” importantes 
  • Se sienten cansados
  • No me escuchan
  • Me regañan y corrigen cuando se supone que estamos jugando
  • Me dicen lo que tengo qué hacer o si lo hago mal pero no me enseñan cómo corregirlo
  • Les platican mis acciones y secretos a sus amigos
  • Me llaman la atención enfrente de otros
  • Ellos sí pueden decir mentiras
  • Les importan más otras personas que yo
  • Me cuesta trabajo decirles lo que siento porque tengo miedo de que no me entiendan o se burlen de mí
  • No me gusta que me griten o peguen aunque digan que lo hacen por mi bien
  • Si tengo un problema no se los puedo contar porque me regañan y castigan
  • Cuando descubren que estoy jugando a algo que no está bien, me llaman la atención hasta avergonzarme pero nunca entiendo qué estuvo mal
  • Quieren saber todo de mí pero no me platican nada de ellos
  • Dicen que los voy a entender cuando crezca
  • Nunca me creen, cuando les trato de explicar lo que pasó, me mandan a mi cuarto y al salir no escuchan mi versión 
  • Creen que con castigos todo estará mejor
Yo quiero que:
  • Dejen de decirme que soy malo 
  • Me abracen y besen
  • Me miren a los ojos todo el tiempo y no sólo cuando me regañan
  • Me hagan saber y sentir que soy divertido e importante
  • Me amen como soy
  • Me enseñen a controlar mis miedos 
  • Se quieran a sí mismos y no rechacen hasta su aspecto
  • Me respeten

PSICOLOGIA DEL NIÑO DESOBEDIENTE

En torno a los dos años los niños ponen a prueba  los limites establecidos  por sus padres, algo normal en su proceso de desarrollo, que se irá equilibrando hasta la adolescencia, cuando volverá a rebrotar este comportamiento desafiante

Esta  rebeldia  se notará sobre todo en ciertas actitudes:
- No obedecer
- Evitar el momento de irse a la cama
- Escaparse si le llamas en el parque
- No apagar el televisor ni dejar de jugar cuando se lo pides
- No hacer caso si le pides que recoja
Continuamente te pone a prueba, y tú tienes que saber cómo superar esta fase.
¿Qué hacer?
- No te enfrentes a la rebeldía con más rebeldía y enfado. Sólo provocarás un distanciamiento.
- Elogia y recompensa cualquier intento de tu hijo por complacerte, y procura que tus amigos y familiares hagan lo mismo cada vez que tu hijo te obedezca y ellos lo presencien.
- Implica a tu hijo en la planificación de las tareas para que sienta que forma parte del proceso y, con suerte, se muestre más dispuesto a ayudar.
- Procura no caer en una situación en la que el comportamiento rebelde de tu hijo (por ejemplo, una rabieta o gritos) te saque de tus casillas y deje las tareas sin hacer.
- Intenta no convertir la situación en una de tu exclusivo control. Dale tiempo a tu hijo para que complete la tarea, dentro de unos límites razonables.
- Asegúrate de tener pensada alguna consecuencia, que tu hijo comprenda, para la rebeldía o la desobediencia. Por ejemplo, menos tiempo para jugar, etc.
- Colabora con él en la decisión del reparto de tareas para que sienta que todos son responsables del buen funcionamiento familiar.

domingo, 24 de marzo de 2013

COMO ESTAN LOS OJOS DE SUS HIJOS


Como muchos escolares Fiorella y Álvaro esperan con ilusión el inicio de clases. Ambos saben que la buena salud de sus ojos ayudará a su buen desempeño escolar.
Mucha atención con los problemas de la vista de sus hijos. A veces los niños pueden tener fallas en su visión pero quizá no lo comenten porque creen que es algo normal.
Por ejemplo, pueden presentárseles defectos de visión como el ojo perezoso, que es la pérdida de la capacidad de desarrollo visual; la miopía, el astigmatismo o la hipermetropía. De niños, la televisión, los videojuegos y el Internet agravan las consecuencias.
"El miope es el corto de vista, el astigmático es el que desenfoca la imagen y el hipermétrope es el que cansa su visión de cerca" explicó a RPP Noticias Juliette León, oftalmóloga de la clínica Opeluce.
Realizar un chequeo de la vista antes del inicio de las clases escolares permitirá detectar y corregir a tiempo estos problemas.
Los controles de la vista en niños se realizan a los tres, cinco y 12 años. Esté atento a los síntomas porque es importante descartar alguna patología ocular infantil.
Algunos señales de problemas con la vista son dolor de cabeza, sueño, mareos, picor constante en los ojos, indicó León.

Lleve a su hijo con un especialista, el uso de lentes es temporal en la mayoría de casos. La salud visual de los más pequeños estará así asegurada.
Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud para no dañar la vista van de un máximo de 30 minutos para los videojuegos mano, 45 minutos para los de ordenador (a 70 cm) y videoconsolas a 2 m.

No son signos específicos, pero los niños que presentan estas características están predispuestos a la miopía escolar:

-El excesivo acercamiento del niño a lo que lee y escribe.

-La aproximación al televisor al poco rato de haberle indicado que se aleje.

-La abstracción en la lectura; pudiendo, por ejemplo, no darse cuenta de la falta de luz, por lo que sigue la lectura en la penumbra.

-La preferencia por las actividades intelectuales y manuales en entornos cerrados, los juegos más tranquilos y no los que requieren mayor actividad o esfuerzo físico

VINCULOS DE PADRES E HIJOS

Si entre padres e hijos existe un buen vínculo afectivo, que exprese cuidado y respeto, lo más probable es que esos hijos desarrollen un buen autoconcepto y autoestima, se reconozcan y se sientan personas dignas de ser amadas, importantes y valiosas, repercutiendo sobre su desarrollo y sus aprendizajes.

Por Claudia Romagnoli, en base al material educativo “Reuniones de Apoderados: Tarea de Padres y Profesores”, de las autoras Francisca Morales y Claudia Romagnoli,  Santiago, Dolmen, 1996.
Durante la niñez y juventud es fundamental sentirnos queridos, valorados, protegidos y aceptados por aquellas personas que nos son importantes y significativas, en especial, por parte de nuestros padres, nuestros familiares y por supuesto también nuestros profesores. Tener un buen vínculo afectivo con nuestros padres, el sentirnos amados  cuando niños/as, permite que desarrollemos una buena base afectiva, un autoconcepto (idea que tenemos de nosotros mismos) y una autoestima (valoración que tenemos hacia nosotros mismos) positiva.
Por eso, uno de los aspectos fundamentales y de mayor influencia en el desarrollo del niño/a es la calidez y afecto al interior de la relación padres/hijos.
¿Cómo están los vínculos afectivos en tu familia?
Contesta este breve cuestionario y reflexiona acerca de la calidad de las relaciones afectivas en tu familia. Con el sólo hecho de tomar conciencia acerca de cómo lo estás haciendo podrás mejorar tu actitud y lograr algunos pequeños cambios que los ayudarán a todos.
 Fuertes vínculos al interior de la familia
     1       
  2          
      3      
   4          
     5       
 1. Soy afectuoso/a con mi hijo/a: lo/a regaloneo (de acuerdo a su edad), y le digo algo cariñoso frecuentemente.
         
 2. Dedico algún tiempo cada día en la casa (10-20 minutos), para estar y hacer algo agradable junto a mi hijo/a (conversar, compartir, leer, rezar, jugar, otros)
         
 3. Dedico un tiempo especial, por ejemplo, una vez a la semana para hacer algo a solas con mi hijo/a (jugar, pasear, comer algo juntos, salir a caminar) 
         
 4. Comemos juntos a lo menos 4 veces a la semana,  y conversamos de diversos temas de interés para todos.
         
 5. Celebramos reuniones familiares regularmente (fines de semana)
         
 6. Estimulo la autoestima de mi hijo/a. Reconozco sus habilidades y logros, y se las  refuerzo o alabo.
         
 7. Conozco bastante bien los problemas y necesidades de mi hijo/a.
         
 8. Lo/a estimulo a que reconozca y exprese sus sentimientos.
         
 9. Estimulo su autoconfianza y autonomía, permitiendo que haga cosas por sí mismo, de acuerdo a su edad.
         
 10. Lo/a estimulo a que dé su opinión en temas familiares y otros temas; y la respeto aunque sea diferente a la mía.
         

Observa la calidad de tus respuestas y busca alternativas para mejorar aquellas áreas que tengas más débiles que son las que puntuaste con 1, 2 y 3. Sentirnos bien en familia, pasar tiempo juntos, sentirnos queridos y apoyados nos da bienestar a todos. Te invitamos a hacer algunos pequeños cambios que les ayuden a estar mejor.
Profundicemos acerca de la autoestima:
¿QUÉ SE ENTIENDE POR AUTOESTIMA?
La  autoestima se refiere a cómo nos valoramos y sentimos respecto de nosotros mismos. Es un aspecto que se desarrolla a lo largo de toda la vida, a través de un proceso lento y continuo. Esta autovaloración se hace en relación a distintas áreas: podemos hablar de una autoestima corporal (es decir, cómo nos sentimos respecto de nuestro propio cuerpo), autoestima social (cómo nos sentimos respecto a nuestras relaciones sociales), autoestima académica, profesional, familiar, etc.
Tener buena autoestima significa:
• Sentirse querido y aceptado con todo lo que se es.
• Reconocer y aceptar tanto lo positivo (cualidades, habilidades) como lo negativo (defectos, falta de habilidades) que poseemos.
• Aceptar características nuestras que no podremos cambiar nunca, por ser parte natural de nosotros mismos (Ej: rasgos físicos, entre otros).
La autoestima se relaciona entonces con un reconocimiento realista de virtudes y defectos, centrándonos preferentemente en lo positivo, que es lo que nos ayuda a sentirnos bien con nosotros mismos y a mejorar aquellas áreas deficitarias.
Un padre/madre que reconoce las habilidades y cualidades de su hijo/a, que busca lo bueno de él o ella para mostrárselo y decírselo… “¡Qué bien lo has hecho!” “¡Cada día estás mejor en Matemáticas!” “¡Aunque te cuesta, veo que te esfuerzas!”, está mandando mensajes positivos a su hijo/a, que le ayudarán a seguir actuando de la misma manera.
Un niño/a con una buena autoestima:
Está abierto a las críticas, no es defensivo, no tiene grandes temores, tiende a ser una persona optimista, piensa que de alguna manera las cosas le van a resultar, confía en sus capacidades, no teme a equivocarse, etc.
En cambio, un padre/madre o profesor/a que le dice constantemente al niño, ya sea a través de palabras o actitudes, que es un niño difícil, lento y poco capaz, va igualmente a influir en él. El niño va a recibir estos mensajes negativos, haciéndolos parte de su identidad, lo cual no le ayudará a superarse.
Un niño/a con una baja autoestima:
Siente que tiene menos posibilidades de éxito, tiende a aislarse, a evadir situaciones en las que pueda fracasar, tiene expectativas negativas en algún área, por ejemplo, que no va a poder hacerse de amigos, sacarse una buena nota aunque estudio, etc.
Si bien es un tema presente a lo largo de toda la vida, los momentos claves del desarrollo de la autoestima son la infancia y la edad juvenil. En estas edades se produce una especial preocupación y sensibilidad en relación a la autoestima por lo que es importante estar atentos y promover una autoestima positiva y realista en nuestros hijos.

viernes, 22 de marzo de 2013

LIIMITES PARA LOS PEQUES

Límites en la educación de tus hijos

¿Funciona tu estilo de ejercer la autoridad?

La autoridad de los padres ayuda a crecer a los niños. Para ejercerla, cada uno tenemos nuestro estilo, pero siempre hay cosas que podemos mejorar.
Ester Alonso

Partimos de la base de que quieres a tu hijo, quieres lo mejor para él y le educas lo mejor que sabes.
Pero educar no es una tarea sencilla, requiere grandes dosis de paciencia, criterio y sensibilidad, y exige a los padres ejercer una autoridad (si no, la ejercerá el niño, lo que no es nada bueno) compuesta a partes iguales de firmeza y cariño.
En ese tira y afloja entre la libertad y los límites, entre la confrontación para corregir las malas conductas de tu hijo y la cercanía para que no pierda la confianza en ti y en sí mismo, una de las cosas que más te ayudarán es establecer unas normas claras y hacer que las cumpla (ahí está el quid), para facilitar la convivencia sin tener que estar todo el día luchando con él.
A veces le costará aceptarlas, las desafiará (como en la etapa de la exploración) o se rebelará contra ellas (en la de las rabietas), pero con el tiempo irá razonando y las irá interiorizando, construyendo con ellas su sistema de valores.
NECESITA TENER LÍMITES
El autoritarismo, exigir al niño obediencia ciega en todo, sin escucharle ni darle razones y sin respetar su dignidad, no es un buen método educativo.
Pero la falta de autoridad es aun peor. Tu hijo necesita tener unos límites para crecer sin inseguridades, necesita saber quién manda (y saber que eres tú, no él).
Los límites le protegen de situaciones peligrosas, le enseñan a diferenciar lo que está bien y lo que está mal y también le incitan a esforzarse.
Son claves en su socialización, pues le orientan sobre qué puede esperar de los demás y qué esperan los demás de él. Gracias a ellos aprende a respetar a los otros y a hacerse respetar.
Los límites, además, hacen que se sienta seguro porque le dan pautas de comportamiento que impiden que esté perdido o tenga dudas a la hora de tomar sus primeras decisiones.
Gracias a las normas sabe quién está al mando y, en consecuencia, quién le protege. Así, aunque refunfuñe y se rebele, tu hijo percibe las reglas como una demostración de cariño.
En cambio, si los padres sois demasiado permisivos con él, puede interpretarlo como una falta de atención y de afecto.
Claro, que no siempre es fácil: los niños son egocéntricos por naturaleza, lo quieren todo y lo quieren ya, tratan de rebasar las normas o ignorarlas cuando no les convienen...
Y los conflictos de poder son inevitables.
La clave está en mantenerse firmes sin perder la confianza con el pequeño, por eso los padres tienen que ejercer la autoridad de un modo adecuado.
El establecimiento de límites dentro del sistema familiar se encuentra íntimamente relacionado con la comunicación.
Desde un principio hay que establecer y mantener una comunicación clara y directa, es decir, sana.

CUANDO EL PEQUE NO QUIERE IR AL COLE

El niño no quiere ir a la escuela

Cómo ayudar al niño que siente miedo de ir a la escuela

La negativa de los niños a ir al colegio suele estar basada en un miedo irracional, que suele aparecer primera vez en niños que asisten a escuelas infantiles de edad preescolar, siendo más frecuente en los que cursan el segundo grado. Para manifestar su disgusto por asistir al colegio, el niño suele quejarse de dolores de cabeza  de  garganta  o de estómago  justo antes de la hora de partir hacia la escuela. La "enfermedad" mejora cuando se le permite quedarse en la casa, pero reaparece a la mañana siguiente antes de ir al colegio de nuevo. En algunos casos, el niño puede negarse por completo a salir de la casa y para eso utilizará todas las estrategias a su alcance como llorar l y reaccionar con un rabieta .

¿Por qué no quiere el niño ir al colegio?


Esta actitud es muy frecuente en los primogénitos, sobre todo, cuando tras la llegada de un hermanito ven cómo él debe salir de casa, mientras su mamá se queda al cuidado del hijo menor. La negación de ir a la escuela puede aparecer también después de un período en el que el niño ha estado en casa en compañía de su mamá, por ejemplo, después de las vacaciónes de verano  de unos días de fiesta o después de una breve . enfermedad.

¿Cómo ayudar al niño que no quiere ir al colegio?

Con calma y mucha tranquilidad. Por lo general, asistir a la escuela  es un evento agradable para los niños pequeños, pero para otros representa miedo  o pánico. Los padres tienen motivos suficientes para preocuparse cuando ven que su hijo se pone enfermo debido a la tensión. Hay niños que "fingen estar enfermos" o exageran los síntomas físicos para quedarse en casa y no ir a la escuela. A menudo, el niño de entre cinco y diez años de edad, que se comporta de esta manera, está padeciendo un temor paralizante por tener que dejar la seguridad de la familia y de la casa. Es muy difícil para los padres hacer frente a este pánico infantil, pero estos temores pueden tratarse exitosamente con o sin la ayuda profesional. Todo dependerá del grado de temor que tenga el niño. Si los padres notan que puede ser algo pasajero, es cuestión de insistir, hablarlo con él y con su profesora  para que su día a día en el colegio  sea más interesante y, probablemente, todo pasará.

El miedo a la escuela de los niños

Los niños con un miedo irracional hacia la escuela pueden sentirse inseguros si se quedan solos en una habitación. También pueden demostrar un comportamiento de apego hacia sus padres e incluso convertirse en su sombra, siguiéndoles a todas partes. Estos miedos son comunes en niños que padecen el llamado "desorden de ansiedad". Además, presentan dificultad para dormir  un  miedo exagerado y un temor irreal hacia los animales, monstruos, ladrones o a la oscuridad. Los efectos potenciales a largo plazo pueden ser muy serios para un niño con miedos persistentes, si no recibe atención profesional. El niño puede desarrollar serios problemas escolares y sociales, si deja de ir a la escuela o ver a sus amigos por mucho tiempo. Antes de que eso pueda ocurrir, los padres pueden ayudar a su hijo llevándolo a un psiquiatra de niños y adolescentes, quien trabajará con él para que vuelva de inmediato a la escuela y realice otras actividades diarias.
Algunos niños requieren un tratamiento extensivo para determinar las causas del miedo. Los niños mayores o los adolescentes, que se niegan a ir a la escuela, requieren un tratamiento aún más intensivo. En cualquier caso, el miedo irracional de abandonar la casa y la compañía paterna o materna se puede tratar con éxito. Los padres deben solicitar ayuda profesional. El pediatra del niño puede indicar los padres un psiquiatra de niños y adolescentes

miércoles, 20 de marzo de 2013

NIÑOS INDIGO


Los llamados niños índigo en realidad tienen trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDA) y deben recibir tratamiento para poder adaptarse a la sociedad
A partir de los años 8o,comenzó la tendencia de catalogar a los niños que compartían ciertos patrones de conducta, como niños “índigo”.
El Dr. Saúl Garza, jefe del departamento de neurología y neurofisiología del Hospital Infantil de México comenta que el concepto de niño indigo se ha relacionado a un aspecto mas místico, que científico se refiere a una especie areola luminosa que rodea a las personas cuando son sometidas a ciertos patrones de luz. Este fenómeno se ha relacionado con ciertos tipos de comportamiento y se ha atribuido a estos niños ciertas habilidades o capacidades intelectuales especiales, incluso se les llega a considerar más creativos que el resto de los niños.
Las personas que tienen esta idea no creen en la existencia de un padecimiento llamado trastorno por déficit de atención e hiperactividad: una patología hereditaria que es consecuencia de un desequilibrio orgánico a nivel del cerebro. El Dr. Garza explica que  existe una zona del cerebro que se llama zona del cíngulo, que se activa para permitirle al individuo concentrarse en una actividad de alta demanda de concentración de raciocinio si y esta zona del cíngulo en los niños que tienen trastornos por deficit de atención no se activa adecuadamente aparentemente la falla esta en los sistemas activadores cerebrales que evitan que el cíngulo haga su trabajo.
El cíngulo es el área del cerebro que utilizamos para concentrarnos en tareas de alta demanda. Si bien los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad tienen dificultad para atender una clase o hacer la tarea, no les resulta complejo competir en juegos de video, incluso los que requieren de gran atención. El Dr. Garza explica que esto sucede debido a que utilizamos zonas cerebrales diferentes y hay un factor de motivación muy importante para poderse concentrar en un video juego .
El diagnóstico del trastorno por déficit de atencion e hiperactividad se confirma mediante diversos estudios que demuestran la activacion del cíngulo en una tarea y esto se puede apreciar en pruebas que se llaman de resonancia funcional.
El hecho de que un niño con trastorno por déficit de atención e hiperactividad sea catalogado como índigo y no reciba el tratamiento en forma oportuna, conlleva a consecuencias futuras. El Dr. Garza comenta que los chicos que no son tratados, con el paso del tiempo, el Cingulo se va reduciendose de volumen. Esto significa que la zona que no se está activando y que no se está utilizando correctamente va perdiendo capacidad y se atrofia.
El manejo de un niño con trastorno por déficit de atención el respeto a ciertas normas en el hogar, el apoyo de una escuela que tenga la posibilidad de ayudarles haciendo algunas estrategias como sentarlo al frente , revisar  que copie la tarea y asegurarse de que termine los trabajos. Además es común que se requiera de la administración de medicamentos  que estimulen la zona del cíngulo con la finalidad de el niño mejore su capacidad de concentración.
En materia de prevención del trastorno por déficit de atención el Dr. Garza recomienda que las mujeres que piensan tener un hijo o están embarazadas, dejen de fumar ya que los hijos de madres fumadoras tienen una mayor incidencia de trastorno por deficit de atención.
La clave radica en la detección temprana y el tratamiento oportuno del trastorno

NIÑO INDIGO BORIS KIPRIYANOVICH


El niño fenómeno intelectual y paranormal, llamado Boriska, tiene como madre a Nadezhda, una dermatóloga de una clínica pública rusa, que se graduó en el Instituto Médico de Volgograd en 1991. El padre es funcionario público.

Científicos rusos asumen públicamente sus investigaciones sobre espiritualismo, abordando la reencarnación, reconocida científicamente, y la existencia de vida extraterrestre.

He aquí el texto completo, traducido de un reportaje del periódico PRAVDA, firmado por el periodista y científico Gennady Belimov.

El 11 de Enero de 1996, un niño no común, nació en la ciudad Volzhsky, en la región de volgograd en Rusia. Su madre Nadezhda Kipriyanovich, describe el trabajo del parto: "Fue muy rápido y no sentí dolor. Cuando me mostraron el bebé, me miraba fijamente con sus grandes ojos castaños. Como médica, se que no es habitual entre recién nacidos, esa mirada concentrada. Excepto este hecho, parecía un bebé normal".

Cuando salió de la maternidad de vuelta al hogar, Nadezhda comenzó a percibir que el niño llamado Boris, tenía un comportamiento singular: raramente lloraba y nunca solicitaba alimento. Crecía como los otros niños, pero comenzó a hablar frases enteras a los ocho meses. Con año y medio, leía periódicos. Los padres le dieron un juego de piezas para montar figuras y él comenzó a elaborar piezas geométricas, combinando diferentes partes con precisión. “Tenía la impresión de que nosotros éramos como aliens para él, aliens con los que él estaba intentando comunicarse" – dijo la madre de Boris o Boriska como es llamado por la familia.

Boriska comenzó a diseñar figuras que a primera vista eran abstracciones, en las cuales se mezclaban tonos de azul y violeta. Cuando psicólogos examinaron los diseños dijeron que el muchacho estaba probablemente intentando representar el aura de las personas que veía a su alrededor.

A los tres años, Boris comenzó a conversar con sus padres sobre el universo. Sabía nombrar los planetas del sistema solar y sus respectivos satélites. Hablaba también de nombres y número de galaxias. Eso asustaba y la madre pensó que su hijo estaba fantaseando, por eso resolvió comprobar si aquellos nombres realmente existían. Consultó libros de astronomía y quedó impactada al constatar que Boris, de hecho, sabía mucho sobre aquella ciencia.

Los rumores sobre el “niño-astrónomo” se extendieron rápidamente en la ciudad. Boriska se volvió una celebridad local y las personas comenzaron a visitarlo para oírlo hablar sobre civilizaciones extraterrestres, sobre la existencia de antiguas razas humanas, cuyos individuos median tres metros de altura, sobre el futuro del planeta en función de cambios climáticos. Todos oían aquellas cosas con gran interés, no obstante no creyesen en las historias.

Los padres decidieron bautizar a su hijo, pensando que tal vez fuese una cuestión espiritual, pues creían había algo errado en Boris. Pero el fenómeno no cesó: Boriska comenzó a hablar a las personas sobre sus pecados. Un día en la calle, abordó a un muchacho y lo amonestó por usar drogas; hablaba con ciertos hombres, para que dejaran de pegarle a sus mujeres: prevenía a las personas sobre la inminencia de problemas y enfermedades.

El chico sufre con el conocimiento previo de los desastres naturales o sociales: durante la crisis del colegio Beslan, rehusó ir a la escuela en cuanto duró el ataque. Cuando le preguntaban lo que sentía sobre el asunto, respondió que era como si algo ardiese dentro de él. “Yo sabía que el caso tendría un final terrible”, dijo Boriska.

Sobre el futuro del planeta, advierte que la Tierra pasará por dos situaciones muy peligrosas en los años 2009 y 2013, con la ocurrencia de catástrofes relacionadas con el agua.

Especialistas del Instituto de Estudios del Magnetismo Terrestre y Ondas de Radio de la Academia Rusa de Ciencias, fotografiaron el aura de Boriska mostrándose fuerte, nítida, de modo no común. El profesor Vladislav Lugovenko analiza: “Presenta un espectograma naranja, lo que significa que es una persona alegre, positiva, con un intelecto muy poderoso”.

“Existe una teoría de que el cerebro humano posee dos tipos básicos de memoria: La memoria de trabajo (consciente, voluntaria) y la memoria remota. Una de las habilidades del cerebro es salvar informaciones sobre la experiencia, sean emociones o pensamientos, una dimensión que trasciende al individuo. Esas informaciones son capturadas por un singular campo de información que hace parte del universo. Pocas personas son capaces de tener acceso a las informaciones contenidas en ese campo”.

“Aún”, según Lugovenko, “es posible medir las facultades extra-sensoriales de las personas con auxilio de equipos especiales y a través de procedimientos muy simples”.

Científicos de todo el mundo se han empeñado en la investigación de esos fenómenos, a fin de revelar el misterio de estos niños extraordinarios como el del muchacho Boris.

Un dato interesante es que en los últimos 20 años, bebés dotados de habilidades infrecuentes han nacido en todos los continentes. Los especialistas llaman a estos niños “niños índigo” o “niños azules”, posiblemente una referencia al avatar hindú Khrisna que, según la leyenda era azul. “Boriska es uno de esos niños”.

Aparentemente, los “niños azules” tienen la misión especial de promover cambios en nuestro planeta. Muchos de ellos tienen las espirales del DNA notablemente perfectas, lo que confiere una increíble resistencia del sistema inmunológico, capaz de neutralizar la acción de virus AIDS (SIDA). He encontrado niños así en la China, India, Vietnam, entre otros lugares y estoy cierto que esta generación cambiará el futuro de nuestra civilización.

En cuanto las agencias espaciales intentan encontrar señales de vida en el planeta Marte, Boriska a los 9 años, relata a sus parientes y amigos, todo lo que se sabe sobre la civilización marciana, informaciones que él recuerda de esa vida pasada.

Un periodista ruso lo entrevistó recientemente sobre su experiencia como habitante de Marte.

ENTREVISTADOR – Boriska, ¿usted realmente vivió en Marte como dicen sus vecinos?

BORISKA – Si yo viví, es verdad. Tenía 14 ó 15 años. Los marcianos hacían guerra todo el tiempo y tenía que participar de aquello. Podía viajar en el tiempo y en el espacio, podía volar en naves espaciales y también pude observar la vida en el planeta Tierra. Las naves marcianas son muy complejas y se pueden desplazar por el universo.

ENTREVISTADOR – ¿Existe vida en Marte actualmente?

BORISKA – Si existe, pero el planeta perdió su atmósfera hace muchos años, como resultado de una catástrofe global. El pueblo marciano aún vive en ciudades subterráneas. Respiran gas carbónico.

ENTREVISTADOR – ¿Cuál es la apariencia de los marcianos?

BORISKA – Son muy altos, una altura media de siete metros. Poseen capacidades increíbles.

Boriska habla de Marte, pero también tiene recuerdos de sus observaciones sobre la Tierra, en aquella existencia pasada: fue testigo de la destrucción de la legendaria civilización de la Lemuria, “La mayor catástrofe que ya sucedió en este planeta. Un continente gigante fue engullido por terribles tempestades oceánicas. Tenía un amigo lemuriano que murió frente a mí, aplastado por una roca. No pude hacer nada. Estamos destinados a reencontrarnos en algún momento de esta vida”.

Sobre Egipto, Boriska dice que existe un conocimiento precioso, oculto bajo una pirámide que aún no se ha descubierto: “La vida va a cambiar cuando la Esfinge sea abierta. La Esfinge tiene un mecanismo que acciona una abertura secreta. El mecanismo está detrás de la oreja”.

En cuanto al aumento de nacimientos de niños especialmente dotados, el muchacho informa que ésto es consecuencia del hecho que “Llegó la época propicia para que ellos vengan a la Tierra, porque el renacimiento del planeta se aproxima… Ellos están naciendo y estarán preparados para ayudar a las personas… Amar a sus enemigos, esa es la Ley. ¿Usted sabe por qué los lemurianos perecieron? Porque ellos no invirtieron en el desarrollo espiritual y se introdujeron en las prácticas de la magia, sin tener consideración por esta Ley. ¡El amor es la verdadera magia!”.

Boris cerró la entrevista diciendo: “kailis” y el entrevistador preguntó ¿Qué dijo usted? “Yo dije hola. Esa es la lengua de mi planeta”.