El primer hijo suele revolucionar la vida de pareja, hay que adaptarse a un nuevo ritmo de vida y a una nueva y muy importante responsabilidad.
Hoy
en día ha cambiado sustancialmente la edad en que se tienen hijos. Se
suele tener el primero pasados los treinta. Este retraso cronológico
implica una dificultad en la capacidad de adaptación a la nueva
situación. La pareja suele estar muy asentada, tiene mucha libertad y un
buen nivel profesional o laboral.
El nacimiento de un hijo implica muchos cambios en la pareja,
que pasa de dúo a trío. Se establece un nuevo sistema de relaciones
entre los tres miembros, que habrán de adaptarse, además, a sus nuevos
roles.
Objetivo:
La pareja ha de formar un equipo
compenetrado, colaborar y apoyarse mutuamente. Padre y madre deben tener
claro que el hijo es de los dos; no es exclusiva de nadie.
Signos de alerta. Nos hemos de preocupas si:
- Cada uno va a la suya: uno de los dos es partidario de dejarle llorar, el otro piensa que hay que consolarlo inmediatamente...
- Se producen continuas discusiones sobre qué hacer.
- Celos. Un miembro de la pareja siente que el otro sólo está pendiente del bebé y que todo ha cambiado.
- Se añora la vida de antes del nacimiento.
- A uno de los dos o a ambos os parece que el bebé sobra.
Soluciones prácticas.
Para
reconducir la situación es importante tener una larga conversación para
reencontrar los motivos que os llevaron a ser padres. Es conveniente
también dejar al bebé con los abuelos, tíos o alguien de confianza y
dedicaros tiempo a vosotros, como pareja.
Cada uno ha de encontrar su particular manera de actuar
y acoplarse a esta nueva etapa. Es fundamental que la pareja tenga
clara la idea de que a partir de ahora se es un equipo y se juega en el
mismo bando.
La comunicación y el apoyo mutuo han de ser
dos constantes en la manera de actuar. Hay que buscar el consenso cuando
nos encontramos con opiniones diferentes y para ello se requiere cierta
dosis de flexibilidad. Por otra parte, es conveniente creer en la
posición adoptada y mantenerse firme sin hacer nunca nada en contra de
nuestros propios instintos.
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