viernes, 28 de junio de 2013

ADOPCIÓN

A los niños adoptados se les debe decir la verdad acerca de su origen?

 


Introducción

La adopción es una solución tomada a favor del niño adoptado, que secundariamente beneficia a los matrimonios sin hijos. Para todos aquellos que por una u otra razón no han podido tener un hijo, la adopción es una puerta que se abre dándoles la posibilidad de ser padres. A ellos les tocará vivir esa singular experiencia de amor frente a un niño que los invita a darse a amar. Es una realidad de un valor incalculable que los hace vivir una vida nueva.
Adoptar es un acto que crea un vínculo que tiene tanta fuerza como la que tiene un vínculo de sangre. La riqueza y el futuro de ese vínculo dependerán en gran medida de si los padres adoptivos le ocultan al niño esta realidad o si le hablan acerca de ella con total sinceridad. El cuándo, cómo y qué informar a los niños acerca de su adopción, es uno de los miedos con los cuales se enfrentan todos los padres adoptivos. No es fácil saber cuándo, cómo y qué informar. Muchos padres prefieren esconder la verdad porque creen que es lo mejor para el niño.

Objetivos

  1. Demostrar que en la vida siempre es mejor encarar las situaciones con la verdad.
  2. Mostrar que "el silencio no es salud", sino todo lo contrario.
  3. Comprobar que la comunicación fortalece los vínculos.

Desarrollo

Muchos matrimonios adoptantes deciden ocultar la verdad a sus hijos acerca de su procedencia. Esto se debe a los temores que tienen, centrados en la desvalorización, la herencia, el no querer y/o no ser queridos, la sexualidad de los hijos y, la supuesta y probable fragilidad o debilidad del vínculo. Además, muchos padres creen que el hecho de saber la verdad causará un gran dolor innecesario y difícil de superar en el niño. También se advierte que en lo íntimo les gustaría olvidar, esconder, no hablar ni recordar la cualidad de adoptivos de sus hijos. Ellos dicen: "Si no se entera, no sufre", pero además, piensan: "así nosotros tampoco sufrimos".
Los padres adoptantes tienen miedo de que la información reavive el vínculo con los progenitores y produzca conflictos en el autoestima y valoración personal del niño. Tratando de impedir el sufrimiento y la no preocupación del ser querido, sofocan emociones e ideas que al no ser expresadas provocan sufrimiento y, a veces, también síntomas.
La idea es no hablar de lo que duele, porque se cree que si no se habla y si no se nombra, no existe. "Es una suposición falsa, ya que no existirá en la comunicación cotidiana, no se hablará del tema, pero posee un lenguaje silencioso en lo íntimo de padres e hijos que emite señales, y éstas se registran consciente o inconscientemente" .
Los niños adoptados manifiestan que ya anticipan la verdad, al percibir pistas respecto del conocimiento de su realidad. A medida que crecen se van dando cuenta de que hay algo que no está bien, o que les cierra. Perciben que hay una mentira. Cuando esto sucede y los padres no enfrentan la situación con la verdad, estos chicos pueden tener conflictos, trastornos, problemas graves de conducta o aprendizaje. Entonces, es necesario entender que dichos trastornos no se deben al hecho de ser hijos adoptivos, sino a los secretos y a la manera de manejar la información.
Cuando los padres revelan la verdad a sus hijos cuando éstos ya son mayores, los chicos o adolescentes se vuelven en contra de ellos. Sufren mucho y tienen graves conflictos. Sienten que además de haber sido abandonados por sus padres biológicos, fueron engañados toda su vida por los adoptivos. En estos casos es muy difícil que los chicos perdonen a sus padres y vuelvan a confiar en ellos. Es con el engaño que se rompe el vínculo entre padres adoptivos y sus hijos.
Se puede hablar de la existencia de un saber inconsciente, que no es expresado pero produce efectos. Esto se ve claramente en las situaciones de desorden del mundo externo, que se deben a alteraciones afectivas "donde lo sospechado y lo que produce dudas provoca sufrimientos, y se intenta descargar el malestar mediante situaciones cotidianas inadecuadas" .
No es posible silenciar lo que se siente y se percibe. Lo que no se nombra, desde el silencio, desorganiza la vida, los sentimientos y la inteligencia de los niños adoptivos.
Además, cuando los padres no quieren hablar, confunden a los niños. Emiten un mensaje contrario al que les afirman. Les transmiten dudas acerca de lo bueno de ser una familia adoptiva. Si la adopción es algo bueno entonces porque no hablar de ello.
Insistimos en la necesidad de informar la verdad. Hay una teoría que sostiene que se debe informar al niño acerca de su origen sólo cuando él pregunta. Lo más probable, cuando el niño interroga sobre su nacimiento, es que haya sido estimulado por el nacimiento del hermano de un compañerito del jardín, o por la aparición de algún niño en la familia. Entonces, decimos que el infante se compara. También puede pasar que algún primito, o vecino u otra persona le haya informado de su adopción. En estos casos, el niño seguramente pregunte a la mamá: "¿Yo salí de tu panza?". En dicho momento se puede aprovechar para hablar del tema en intimidad.
Es importante tener en cuenta que este tema no debe ser transmitido de cualquier forma y en cualquier lugar. Es un tema muy importante y, el clima y la atmósfera que se crean entre el adoptante y el adoptado van a estar cargados de tensión, por lo cual debe haber intimidad.
En general, es la madre la que encuentra el momento ideal para hablar con su hijo, de acuerdo a la sintonía que siente con él. Pero lo ideal es que para transmitir la información estén ambos padres presentes.
La psicóloga y psicoanalista Eva Giberti dice que se puede contar al niño cómo los padres lo fueron a buscar, dónde estaba y en qué provincia nació. Además, recomienda para los padres el siguiente relato: "Había una vez un señor y una señora que juntos hicieron un bebé. La señora lo llevó dentro de su panza mientras el bebito crecía... Un día el bebito nació, pero esa señora no lo pudo cuidar, no pudo quedarse con él. Entonces la señora buscó un lugar donde lo pudieran atender. Mientras tanto, papá y yo estábamos muy tristes, porque no podíamos hacer un bebé... No podíamos hacer hijitos... y queríamos tener uno. Un día nos avisaron que había un bebé, que estaba en una casa, y que no tenía papá ni mamá. Entonces fuimos enseguida a buscarlo... y te encontramos a vos... que eras chiquito... estabas en una cunita... tenías unas manitos y unos piecitos chiquitos y eras muy lindo... Entonces te trajimos a casa con nosotros y desde entonces sos nuestro hijo adoptivo. Y nosotros ya no estamos más tristes, porque gracias a vos tenemos un hijito, y somos un papá y una mamá... Te ayudamos a crecer... y vos también nos ayudar porque te podemos querer. Esta es una historia que empieza muy triste y que termina bien... porque estamos todos juntos y podemos hablar de estas cosas... Si querés preguntarnos algo..." . Este texto está pensado para infantes de entre 3 y 4 años.
El niño, como persona, tiene derecho a conocer sus raíces y la atmósfera que lo rodeaba cuando nació. Igualmente, no hay que explicarle más de lo necesario o de lo que puede entender. Además, si cuando es adulto quiere saber, conocer y tomar contacto con dicha información, hay que respetarlo porque forma parte de su vida, de su historia y de su identidad.

Conclusiones

Al adoptar a un niño, los adoptantes se hacen cargo de una criatura que en la mayoría de los casos fue abandonada. Cuando el niño se entera de esto es probable que sienta pena, rabia o desconcierto. El niño sufre porque se da cuenta de que no pudo ser conservado por la persona que lo concibió, por más de que esto fue superado por el vínculo con los padres adoptivos.
Si los padres nunca le dicen la verdad a su hijo, a la larga todas las mentiras terminan siendo descubiertas y la sensación de haber sido engañado es generalmente intolerable para el niño adoptivo.
Es fundamental que los padres adoptivos acompañen al niño en sus preguntas y en las inevitables angustias que forman parte de su historia. De este modo se abre la posibilidad de recorrer un camino, un estilo de vínculo en la familia donde hablar no separa, más bien uno.
El silencio crea la ilusión de un vínculo estrecho. En cambio, la comunicación fortalece los vínculos, por lo que se dice y se informa, y también por la confianza que se brinda al estar dispuesto a escuchar al otro, y ser el sostén de interrogantes e inquietudes que aparecen.
El niño necesita ser aceptado definitivamente como hijo, necesita que se le transmita seguridad y que se le demuestre que se le ama. Necesita crecer con la dedicación y el ejemplo de sus padres, y apoyarse en su confianza.
Los padres deben hablar al niño con toda sinceridad y con toda la verdad, y recordar los primeros momentos de esta historia que han vivido con todo cariño. El niño aceptará naturalmente esa verdad que es parte de su vida y que ira comprendiendo con sencillez desde su primera infancia. La imagen que él tenga sobre su origen será la que le transmitan sus padres adoptivos.
(A continuación adjuntamos dos testimonios. Uno es personal. Cuento mi experiencia propia, al ser hija adoptiva. El otro es de un padre que adoptó 10 hijos y siempre les contó la verdad).


Testimonio 1.
Florencia.

"Mi nombre es Florencia. Tengo 23 años y soy hija adoptiva. Me adoptaron a los pocos meses después de nacer. Siempre supe la verdad, desde pequeña. No puedo recordar bien cuándo mis papás me contaron acerca de mi adopción. Pero si recuerdo qué fue lo que me dijeron. Me contaron un cuentito muy parecido al relato que propone Eva Giberti.
Además, tengo un hermano tres años más grande que también es adoptado; y no somos hermanos biológicos.
En casa siempre nos hablaron con la verdad. Nunca nos ocultaron absolutamente nada. Me acuerdo que cuando era chica, muchas veces volvía del colegio a mi casa con un montón de preguntas porque mis compañeritas (que sabían acerca de mi origen) me las hacían a mí. Por ejemplo, me cuestionaban si no extrañaba a mi mamá. Yo les decía que a mi mamá la veía todos los días, en mi casa. No sabía explicarles lo que mis padres me habían explicado tan bien a mí.
Nunca hubo engaños ni mentiras. Mamá y papá nos respondían todos nuestros interrogantes. Además, siempre nos decían y nos siguen diciendo que si algún día queremos conocer a nuestros padres biológicos, no nos lo van a impedir. Al contrario, nos van a ayudar en nuestra búsqueda.
La adopción, en mi casa, nunca se vivió como un tema tabú, ni con vergüenza. Tanto con mi familia nuclear como con mi familia extensa siempre tratamos el tema con honestidad y hasta con humor. A veces, hacemos bromas, por ejemplo, diciendo que tenemos suerte de no haber heredado ciertos rasgos del carácter de nuestros papás.
Conozco otras personas a quienes les mintieron desde un principio, y quienes se enteraron de la verdad ya de grandes. Estas personas tienen muchos conflictos que surgieron como consecuencia de este engaño. Son jóvenes que sufren por el hecho de ser adoptados.
Yo creo que deberían ser felices porque tanto a ellos como a mí, nuestros padres, nos buscaron y nos desearon muchísimo. El amor que ellos nos brindaron y nos brindan es inmensamente grande.
Por mi experiencia propia me doy cuenta que lo más importante para que una adopción se lleve a cabo sin problemas es SIEMPRE DECIR LA VERDAD. Hay que enfrentar los miedos y salir adelante. La verdad nos conduce a la felicidad y a una realización plena".

Testimonio 2.
Eduardo.

Eduardo y Clara adoptaron 10 hijos, todos ya estando en la primera o segunda infancia. Sólo a una beba la adoptaron recién nacida.
"La verdad a los hijos adoptivos hay que decírsela desde el primer instante en que los conoces, de la manera que corresponda de acuerdo con la edad que tengan.
En casa, con nuestros hijos adoptivos, siempre hablamos de "cuando te fuimos a buscar a la casa de la señora que te cuidaba" (por el hogar de tránsito), o "cuando llegaste a casa", o "cuando te conocimos". Nunca decimos "cuando vos naciste", ya que no tenemos los detalles de ese momento ni los motivos que llevaron a que los dieran en adopción. Respecto de este momento, no podemos (ni debemos) inventar.
La realidad es lo que sucedió desde el día en que nos conocimos, no podemos contarles algo que no sabes cómo sucedió.
El motivo de decirles la verdad es porque cualquier relación afectiva no puede basarse en una mentira. Si le mentís, ¿con qué autoridad tu hijo te va a creer en todas las otras cosas que quieras enseñarle, si lo fundamental, es decir el origen de nuestra relación padre / hijo, está basada en una mentira?
Eduardo, nuestro hijo adoptivo mayor, un día le dijo a Clara que él hubiera preferido que nosotros le hubiésemos dicho que él había salido de su panza. Clara entonces le preguntó: "¿Si yo te hubiese dicho eso, y luego te hubieras enterado que era mentira, hubieses creído en todas las otras cosas que te contamos y enseñamos sobre la vida?". Contestó: "No". Clara le dijo: "A pesar de que te duela lo que te contamos, ¿no es preferible que te hayamos dicho la verdad?". Contestó: "Sí". Eduardo tiene ahora 10 años y este diálogo fue el año pasado, cuando tenía 9.
Todos nuestros hijos saben su verdad. Algunos preguntan muchos detalles, otros menos, otros nada. En la medida de sus preguntas, respondemos. Pero la verdad se dice aunque no la quieran saber. Los detalles se los contamos si preguntan. Tampoco volvemos sobre el tema si no hay necesidad.
Nuestros hijos adoptivos han llegado en diferentes edades: 5 y 6 meses, 1 año y medio, 2 años y medio, y hasta cuatro años. Por lo cual son distintos los momentos y modos en que se habla del tema.
Más allá de lo que se le contó a cada uno sobre su origen, en casa tengo las fotocopias de los expedientes judiciales que precedieron a la adopción, en donde están todos sus antecedentes a disposición de ellos para cuando sean más grandes.
Es importante que con Clara percibimos que todos están bastante seguros de que la vida de hijos comienza el día que nos conocieron. Más allá de la fecha de su nacimiento.
Creo que el secreto de todo este tema es tomar las cosas con naturalidad; además, que los padres adoptivos sean conscientes de que son eso: adoptivos, y no creerse que son padres biológicos y utilizar a la adopción como un medio para solucionar algún tipo de frustración por no haber podido tener hijos biológicos.
Cuando hay confusión sobre este tema y se quiere creer que es lo mismo, vienen los problemas. Precisamente el tema de la mentira, se presenta en casos en los que se quiere ocultar la realidad. Esa realidad tiene dos aspectos: el del hijo adoptivo, pero también la de los padres adoptivos. Mediante la mentira, no solo se mienten a sus hijos, sino que se mienten a ellos mismos".

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