Ramón pasaba sus días pensando en qué comería.
El simpático Ramón era un ratón muy glotón.
Pensaba sólo en comida, fuera de noche o de día.
Tenía hambre al levantarse y también al acostarse.
Fuera dulce o salado, todo era de su agrado.
Quesos, fiambres, mermelada, Ramón todo lo probaba:
Carne de vaca y de pollo, también tomate y repollo.
Chocolatines y helados, comía por todos lados.
Sus padres muy preocupados al ratoncito le hablaron:
¡Esto no es sano Ramón, no es bueno ser tan glotón!
Si no quieres enfermarte, empezarás a cuidarte.
Mas el pequeño ratón siguió comiendo un montón.
Y engordó de tal manera que parecía una esfera.
Y dejó de caminar, para empezar a rodar.
Lo más serio resultó que su salud resintió.
Sus padres no sin temor, lo llevaron al doctor.
Y el doctor sin duda alguna, diagnosticó con premura:
Una gran indigestión, pero tiene solución.
Harás dieta Ramoncito y comerás de a poquito.
Como el pequeño entendió, la dieta no descuidó.
Cambió por fin su rutina, más ejercicio, menos comida.
Y aprendió bien la lección, no volvió a ser glotón.
Liana Castello
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