lunes, 12 de marzo de 2012

NIÑOS DEFECTUOSOS

Los investigadores de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregon experimentaron con monos para transferir el material genético necesario para procrear bebés de un óvulo defectuoso a uno saludable, lo que resultó en nacimientos exitosos.
La investigación, cuyos resultados aparecen en la última edición de la publicación Nature, alimenta las esperanzas de lograr un tratamiento que permita a mujeres con óvulos defectuosos tener sus hijos sin la necesidad de recibir un óvulo donado, señaló Pallab Ghosh, especialista en temas científicos de la BBC.
Sin embargo, con la nueva técnica hacen falta una pequeña cantidad de genes de una tercera persona, lo que implica cambios genéticos que se pasarán de generación en generación.
Las fallas genéticas están contenidas en estructuras del óvulo llamadas mitocondria. Si un óvulo con una mitocondria fallida es fertilizado, el bebé que nazca de este proceso puede contraer cientos de enfermedades, incluyendo anemia, demencia, hipertensión y una serie de desórdenes neurológicos.
En el pasado, científicos estadounidenses intentaron corregir estas fallas agregando mitocondria saludable a los óvulos de los pacientes, pero estos intentos fracasaron, probablemente debido a que la mitocondria es tan delicada que puede resultar dañada al ser trasplantada.

Debate ético

“Se calcula que cada 30 minutos nace un niño con una enfermedad devastadora y creo que nosotros podríamos impedir que eso suceda”, dijo el doctor Shoukhrat Mitalipov, quien dirigió el último estudio en Oregon.
Mitalipov, de la Universidad de Salud y Ciencia, aplicó para una licencia para experimentar con óvulos y embriones humanos y espera trabajar pronto con pacientes, “tal vez en dos o tres años”.
Pero algunos grupos como Gene Watch han expresado sus inquietudes ante la nueva técnica.
“El hecho de que los efectos del tratamiento persistirán por generaciones implica que es necesario un debate ético, así como más pruebas para garantizar la confiabilidad del mismo”, dijo la doctora Hellen Wallace, una de sus expertas

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