Meterle en la bañera, todo un triunfo
Desde hace unas semanas se muestra
reacio a que le bañes y, sobre todo, a que le laves la cabeza. ¿Qué le
pasa? ¿Por qué ha cambiado de actitud, si hasta hace poco disfrutaba
mucho jugando en la bañera?
Silvia Cándano
Casi todos los niños pasan por una temporada en la que no les
gusta bañarse. En general, este rechazo del pequeño al agua puede
deberse a varios motivos:
- Ha vivido una mala experiencia en la bañera. Quizá se haya escurrido alguna vez, o es posible que le haya entrado espuma en un ojo, o que el agua estuviera muy fría o muy caliente y se haya creado la idea de que el baño es algo desagradable.
- Tiene miedo a colarse por el desagüe. No te burles, es un temor común entre los niños de uno y dos años.
- Ya se ha iniciado en la edad del no, en la que trata de reafirmar su personalidad oponiéndose a todo lo que le dicen los mayores.
- Le cuesta cambiar de actividad (le causa inseguridad). En este caso, tan mal le sentará tener que meterse en la bañera como tener que salirse.
EL MÉTODO DEL BARREÑO
Para evitar que tu hijo se lleve un berrinche cada vez que llega la hora del baño, recuerda estos consejos:
- No le obligues a meterse en la bañera si no quiere. Intenta hacerlo cuando le notes más relajado y receptivo y aún así, si en cuanto te ve con intención de bañarle empieza a ponerse nervioso, hazlo en seco, fuera de la bañera, con una manopla humedecida en agua y jabón y otra sólo en agua. Déjale que meta las manitas en la palangana y procura que este momento se convierta en uno de los más agradables del día. Así dejará de asociar su aseo con pasarlo mal.
- Una vez que le veas más confiado, proponle meter las piernas y los brazos en un barreño grande lleno de agua. La idea le encantará. Cuando más entusiasmado esté, anímale a meterse en él. Lo más seguro es que no te ponga pegas.
- Cuando la actividad anterior le resulte placentera, coloca el barreño en la bañera grande. Y unos días después, propón al niño que pruebe a salirse del barreño y que se meta en la bañera grande. Para evitar percances, coloca una esterilla antideslizante en el suelo de la bañera y asegúrate de que el agua está templadita. Y para que no tenga ningún miedo, llena el agua de juguetes.
ENJABONARLE LA CABEZA
Cuando tengas que
lavarle el pelo, muéstrate muy segura de lo que vas a hacer. Ponle una
visera de baño que te permita lavarle la cabeza sin riesgo de mojarle la
cara, o úntale vaselina en las cejas.
Utiliza un champú para
niños, de los que no irritan los ojos, y antes de aplicárselo, mete el
bote en el agua: así el champú se templará y a tu hijo no le dará
impresión cuando se lo eches.
Para aclararle, échale la cabeza
hacia atrás y ve vertiéndole el agua con un jarrito, en vez de aplicarle
el chorro de la ducha directamente. Así tardarás más, pero te aseguras
de que el agua no le moja la cara. En cuanto termines de aclararle,
sácale de la bañera y envuélvele en su albornoz, para que no tenga frío.
Y no quites el tapón de la bañera hasta que tu hijo esté fuera del
cuarto de baño.
UN BAÑO PARA DOS
Si a
pesar de tus intentos, tu pequeño sigue teniendo miedo al agua, durante
unos días prueba a bañarle con un primito de su edad o con su mejor
amigo.
Teniendo compañía se sentirá más seguro y le será más
fácil superar su terror al baño. También puedes meterte con él en la
bañera y animarle a que te moje la cara y te enjabone, como si fuera un
juego.
Cuando esté más entretenido, mójale la cara tú a él y
lávale la cabeza con suavidad, pero deprisa. Así, cuando quiera darse
cuenta ya habrás terminado y la experiencia le demostrará que no tiene
por qué asustarse cuando le bañes y le laves el pelo.
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