El domingo 23 de mayo, el periódico La Nación, publicó una noticia
que me desgarró el corazón, el titular decía de esta manera: “País
incapaz de frenar violencia contra niños”. En medio de un panorama de
discusión, en el que unos culpan a los otros, el Pani menciona que no
hay presupuesto, y el hospital de niños agudiza la cifras de menores
atendidos por esta causa.
Es doloroso mirar como la familia, siendo la base fundamental de la
sociedad costarricense se ha contaminado tanto, y hoy en día se
encuentra resquebrajándose cada vez más. Sin embargo, amen de todo lo
que el estado y las autoridades de diversos sectores intenten hacer, el
cambio debe empezar desde la raíz del problema.
No importa cuanto dinero destinen al Pani y a las instituciones de
bien social, o cuantos profesionales se preparen en este campo (no cabe
duda que estas medidas son buenas y necesarias), la situación se suscita
desde la crianza, desde el padre y la madre que se encuentran sumidos
en el alcoholismo, desde los embarazos no deseados, la falta de
información, los familiares agresores, y la influencia de los medios de
comunicación que han ayudado a fomentar la agresividad.
Es terrible darse cuenta a través de los noticieros de la forma tan
violenta, en que reaccionan de los jóvenes de hoy. Es alarmante que un
muchacho salga a las calles, a enfrentarse a la policía con tal de que
le permitan infringir las leyes del colegio, llevando sus “piercings” a
clases. Todos sabemos que la adolescencia es una etapa conflictiva de
cada ser humano, y que en este periodo de la vida, no se posee la
madurez suficiente para acatar ciertas normas, pero de esto a pasar al
uso de la violencia, hay pasos abismales.
Difícilmente se puede entender que este hecho, simplemente se deje en
manos del cuerpo de policía y de las autoridades del colegio, cuando
claramente se sabe que lo que el muchacho refleja afuera, es lo que está
viviendo dentro del ceno de su hogar. Son los padres de familia los
responsables de inculcar valores, y de preocuparse por la clase de
personas que están formando para un futuro, un pasaje de la Biblia dice:
“instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo, jamás se
apartará de él”.
Lo más triste de todo es que estos niños, y jóvenes que hoy en día
son golpeados, y se encuentran sufriendo, serán los adultos del mañana. Y
si no se le pone un freno de una vez a la agresión, mañana se
convertirán en adultos que tomarán todo ese odio y dolor que llevan por
dentro, y lo desencadenarán contra la sociedad.
Ya es suficiente de seguir en lo mismo, se deben tomar acciones
rápidas y contundentes, las autoridades deben separar inmediatamente a
esos niños de las personas que los están lastimando, y ofrecerles otro
estilo de vida, en el cual ellos aprendan un camino diferente.
Costa Rica necesita volver a los principios y a los valores, aunque
muchas personas los critiquen. Este país está urgido de volver la mirada
a Dios, quien es el único que puede sanar el corazón de una persona que
recibió golpes en su infancia, y convertirlo en un padre o una madre
ejemplar, que no repita este patrón con sus hijos.
No
más cuerpecitos golpeados, no más gritos, no más regaños con ira, si
usted es padre o madre, y se encuentra leyendo estas palabras, le ruego
que analice la manera en la que se está comportando en su hogar.
No hay mejor manera para que los niños y jóvenes aprendan, que viendo
el ejemplo de quienes están a su alrededor. Si usted identifica que no
ha actuado bien y no decide cambiar, no se queje más adelante. Recuerde
que los hijos, siempre van a ser el resultado de sus padres. Lo que
usted les enseñe hoy, es lo que ellos van a reflejar
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