Apañarlos y respaldarlos termina por generar muchachos que no respetan a los demás.
“¡Eres un malcriado!”, le dijo Rosa a su hijo de 13 años. Este le respondió: Mamá, ¡tú tienes la culpa!
“¿Yo?”, refutó la madre descontrolada. “Sí, porque tú me estás criando”, replicó el muchacho.
Para el psicoterapeuta Hans Gutiérrez, eso tiene su lado cierto. Los padres son los únicos responsables de las malacrianzas de sus hijos.
Crían niños consentidos, sin conciencia de los límites, jóvenes que
engañan, ridiculizan a sus mayores y adolescentes agresivos que
desarrollan conductas violentas. En definitiva, hijos desafiantes que
terminan imponiendo su propia ley.
“Cuando los padres irrespetan los derechos de los hijos, de los vecinos o familiares, el mensaje es muy claro para los hijos: ellos saben que pueden transgredir los derechos de otras personas,
porque en vez de ser reprimidos son respaldados”, señala el
especialista, quien añade que los padres deben ser un ejemplo para sus
hijos, porque “siendo un ejemplo positivo tendremos hijos mejores”.
Muchas veces para evitar que los hijos sufran, los papás apañan,
sobreprotegen y tapan sus errores formando niños eternos, menores
mediocres o chicos que nunca crecen.
“Un padre debe hacer que su hijo sufra la transición de lo actuado
mal; la culpa trae un renacer del individuo, porque al tratar de
enmendarse aprenderá a ser un mejor ser humano”, sostiene Gutiérrez.
Advierte que el mal comportamiento se agudiza cuando hay una ruptura
familiar o existe violencia dentro del grupo, “porque cuando el
ambiente familiar es cálido, los hijos no tienen por qué actuar mal”.
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