“A partir del año, comienza la etapa más difícil de la alimentación infantil, porque los niños comienzan a identificar sabores. Ya no comen lo que la mamá quiera darles, sino lo que a ellos les gusta. Entonces hay que empezar a jugar con la creatividad”, sugiere Yenny Chacón, chef ejecutiva del Hotel Sofitel Bogotá Victoria Regia.
Los padres no pueden dejar de dar a sus hijos verduras ni proteínas, simplemente porque a los pequeños no les gustan. “Hay que despertarles el gusto y la pasión por todos los alimentos saludables. Mostrarles que también lo nutritivo es rico, si son presentados de una manera diferente: no el tomate cherry y el queso en la ensalada, sino clavados sobre un aguacate, con palillos como formando un puerco espín. Seguramente para ellos será más atractivo”, sugiere Chacón.
Tentación visual
La comida entra por los ojos, no solo por la boca. Hay que tentar el cerebro de los niños para que envíe la señal de provocación y hambre y esto se logra con platos atractivos. “Al presentar un alimento con figuritas, por ejemplo, una minipizza cortada en forma de corazón, con ojos y boca de albahaca, le llamará la atención al niño”, asegura la chef Paula Riaño, maestra de clases de cocina para niños de la escuela Verde Oliva.
Las mezclas de colores y texturas también son aliadas a la hora de nutrir a los niños. Por esto es que ellos prefieren comer gomas antes que una ‘aburrida’ ensalada o un plato de pasta de color uniforme. “La diversidad de los colores garantiza el éxito y la variedad de nutrientes. Por ejemplo, un sánduche en forma de oso visto de perfil tiene varios colores y cada capa supone un grupo alimenticio: blanco de los panes y los quesos que aportan carbohidratos y proteínas; verde de la lechuga, fuente de vitaminas y fibra, y rosa del jamón, la cuota de proteína. Entonces, ahí tenemos una comida completamente balanceada y que, seguramente, el niño no se resistirá”, explica Riaño.
También hay que buscar alimentos poco convencionales para que el pequeño sienta curiosidad por probar texturas diferentes y no se aburra al ver su plato.
“La pasta es un buen ejemplo. Es uno de los cereales que a todos los niños les gusta y que también se prepara con mucha frecuencia en los hogares. Una manera muy nutritiva de servirla es con una salsa hecha en casa a base de tomates frescos. Pero es mejor cambiar el típico espagueti por linguinis, una pasta con las mismas propiedades pero que, por ser plana, es atractiva, da el toque extraño y rico”, sugiere Chacón.
Niños a la cocina
Y no precisamente para que laven su plato. Los expertos sugieren involucrar a los pequeños en la preparación de sus alimentos. De este modo son conscientes de que comerán proteínas, carbohidratos y vitaminas, y reconocerán los alimentos que son fuentes de ellos.
“Hay que vincularlos poco a poco. Al comienzo, deben entrar a la cocina sin que tengan contacto con la estufa, ni con cuchillos, sino que solamente ayuden a armar la presentación final del plato. Se van a untar y harán reguero, pero así empiezan a interactuar con ese medio que es la cocina”, sugiere Chacón.
Las opciones de alimentos listos, que se encuentran en el comercio, facilitan la labor del pequeño cocinero. “Solo hay que comprar unos waffles, que están en la sección de nevera de los supermercados, dorarlos en el horno y adornarlos con fresas y helado de vainilla. El niño puede ayudar a cortar el waffle con un cortador de galleta de la forma que desee, sin correr ningún riesgo, pues estos utensilios no tienen filo”, explica Riaño.
Que el niño prepare su comida también tiene beneficios a nivel físico, ya que trabaja la motricidad fina. Para Chacón, “la elaboración de sus propios platos es una actividad muy linda, porque ellos se vuelven multifacéticos: aparte de cocinar están haciendo manualidades, artes plásticas, están creando algo. Y, en cierta forma, eso es la cocina: ¡artes plásticas, pero para comer!”.
Consejos
- Para que los niños coman alimentos saludables no hay que ponerles una camisa de fuerza. Basta con poner una pizca de ingenio, color y texturas diferentes a las preparaciones.
- Un postre no tiene que ser elevado en calorías. Basta con licuar media taza de fresas bien maduras, media taza de leche entera y una bola de helado de vainilla. Es una malteada fácil de preparar, saludable y con el sabor justo para los niños.
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