martes, 24 de julio de 2012

CASITA DE CHOCOLATE



Me acabo de enterar de que se cumplen doscientos años de la publicación de "Hansel y Gretel", el terrible cuento de los hermanos Grimm que cuenta la historia de los dos hermanos atrapados por la bruja en su casita de chocolate, después de haber sido abandonados por su padre en el bosque, aconsejado por su esposa, ante la imposibilidad de mantenerles
Hoy, dos siglos después, los padres de Hansel y Gretel no serían leñadores. Probablemente serían parados que llevan a cuestas la hipoteca de la casita de chocolate en que les encerró la voraz banca para los restos. Lo malo es que, si esos padres abandonan a los hermanos en el tenebroso bosque de la economía liberal, los niños no contarán con la piedrecitas del estado de bienestar para regresar al hogar y el otro, marcado a base de minijobs, becas, prácticas mal pagadas y empleos "nimileuristas", se lo están comiendo los empresarios, cada vez más orondos y deshumanizados.
Hansel y Gretel, nuestros jóvenes, están encerrados en la casa de la bruja ultra liberal que les engatusa y les engorda con el único fin de darse con ellos un banquete.
Lo cierto es que Hansel y su hermana Gretel creían al principio que la bruja ultraliberal era una generosa anciana que quería sacarles del hambre de la que venían y, cuando fueron conscientes de que no era así, ya era tarde para escapar, encerrados como estaban en las letras del coche, las vacaciones en Punta Cana, y las copas del fin de semana.
Menos mal que la bruja no consiguió apagar la llama de rebeldía que anidaba en Hansel que, aliado con su hermana, consiguieron encerrar a la bruja en el horno que había encendido para ellos. Una vez desaparecida la bruja entre las brasas del horno que preparaba para el banquete final, los hermanos descubrieron las riquezas, inútiles para nadie, que atesoraba tan malvada bruja, se las llevaron y vivieron felices con su bondadoso e influenciable padre que ya se había librado de la pérfida madre ¿o era madrastra? que tan poco les quería.
Moraleja: no te fíes de la patronal, la banca ni los políticos con fórmulas mágicas y programas de chocolate ¡Al horno con ellos!

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