Embarazo: dulce espera y muchas preocupaciones
La llegada de un bebé a la familia, trae
aparejadas varias situaciones para la mujer embarazada que no sólo debe
enfrentar varios roles sino que también cambios físicos y anímicos.
El embarazo es una etapa muy especial, con cambios físicos y
anímicos en los que la reacción de cada persona frente a la misma es
diferente, y tiene relación con las marcas propias de la historia
personal. Consultamos a la Lic. Marisa Russomando, Psicóloga, quién nos
dijo cómo se siente la mujer frente al embarazo y cómo solucionarlo.
Tanta movilización genera un estado nuevo, que acompañado con el
proceso de recambio hormonal nos vuelve más vulnerables, reflexivas,
ciclotímicas que el común de la gente llama “estar más sensible”. Es
importante asumir que lo hormonal no explica todo lo que en ese período
sucede, a veces también se trata de un tiempo para adaptarnos a la nueva
situación, enfrentar el temor a lo desconocido, algunos roles nuevos
que enfrentar y ejercer, cambios de hábitos y costumbres dentro de la
pareja, encarar acuerdos familiares novedosos, la incertidumbre en
relación a la futura organización, incertidumbre laboral, cambios en la
manera de enfrentar la sexualidad y más.
Es allí donde se articulan los cambios que en general viven las mujeres durante el embarazo, cuya generalización nos permite llevar una luz que nos oriente en la comprensión de lo que nos sucede, con aquellos rasgos singulares de cada mujer, que hace de cada situación algo nuevo, diferente y único. En el momento del embarazo y ante el nacimiento de un hijo, las mujeres se enfrentan con aquellos modelos que incidieron en su desarrollo. Lo que sucede con ellos varía desde tomarlos como referentes de lo que desean como rasgo propio, o para orientarnos hacia otros horizontes muchas veces opuestos o simplemente repetirlos sin ponerlos en cuestión, aún sin acordar con sus fundamentos.
Uno de los modelos clásicos que entran en este último rango es el basado en la sinonimia: mujer= madre dejando por fuera de esta manera a la mujer como una persona singular, con sus propios deseos y desconociendo muchas veces esta incidencia se encuentran sin poder despejar cuál es su propia concepción al respecto, dificultando el encuentro con su deseo más verdadero, base de la satisfacción personal más auténtica. Es por todas estas cuestiones que muchas situaciones cotidianas están teñidas de angustia y de culpa, acompañadas con la pregunta principal de este proceso: ¿seré buena madre?
El impacto particular del saberse madre, que un nuevo ser depende en principio en exclusiva de ella, saber que es un cambio para toda la vida, sumado a la lista de exigencias a las que las mujeres de hoy se ven enfrentadas, provoca muchas veces estados angustiosos desde el embarazo mismo. La base de ello, lo constituye la mal llamada “liberación femenina”: diferentes áreas de interés en las mujeres además de la maternidad y las tareas domésticas, acceso al mundo académico y laboral, ingreso a carreras empresariales, etc. Todo ello sin descuidar su maternidad, la organización del hogar familiar, sumado al lugar que en los últimos años se le ha dado a la estética, exigencia a la que las embarazadas y recientes mamás no renuncian.
Como vemos, las exigencias se multiplican, la incertidumbre nos acompaña, asistimos a un cambio de modelo de mujer: tan atenta a su familia como a sí misma, y ello angustia porque sabemos que es difícil el desafío que nos espera. Para transitar este tiempo de incertidumbres es importante darte tiempo y aceptar que sentirte así durante cierto tiempo, tratar de hablar de lo que sentís, compartir con tu pareja tus sentimientos y guiarlo en lo que necesitás para sentirte mejor y si fuera necesario consultar con un profesional.
Desde ya que en los hombres esta noticia también tiene incidencia en lo emocional, toca los modelos más tradicionales en los que se supone que el gran objetivo de la figura masculina en el seno de la familia sería ocuparse de las necesidades económicas de su núcleo. Es por ello que aunque esta función sea en este momento compartida con la mujer, se genera en los hombres la tensión por aumentar sus ingresos u otro objetivo económico material del cual se supone es el responsable.
Soluciones: cómo enfrentar los cambios
Ésta puede ser una etapa de mucho crecimiento . Para ello es necesario registrar lo que realmente sucede, dialogar sinceramente y combinar las necesidades de cada uno, intentando a su vez satisfacer las necesidades y el deseo del otro. Cuando esto está resuelto y cada uno se siente sostenido por el otro, en el momento del embarazo y luego en el nacimiento del bebé, suele suceder que la mujer desvía parte de esa atención antes dedicada a pleno a su pareja, en su pequeño.
A veces estos tiempos no están en sintonía y tienen lugar algunos desencuentros, hombres que esperan que esa atención vuelva muy tempranamente y entonces reclaman a su mujer un cambio de posición por un lado; y por el otro mujeres que tal vez responden sin convencimiento a esta demanda, o tal vez otras más conectadas con su propio deseo que respetan y hacen respetar sus tiempos.
Durante el embarazo los hombres transitan un tiempo de desconcierto, sumado a la ansiedad de esta nueva responsabilidad y se encuentran exigidos además a ser contenedores y protectores. Los cambios propios de la mujer en este periodo los enfrenta con esta nueva situación a la que tal vez no sepan responder desde el inicio, ya que también ellos deben elaborar el nuevo rol, acercarse a lo que de ellos se espera, despejar cuestiones emocionales que inciden en su posición y construir su propio estilo de paternidad.
Es esperable que transitando todas estas emociones y conociendo estos procesos, y para ello la naturaleza nos ofrece por lo menos 9 meses, la llegada del pequeño los encuentre en sintonía, atentos a sí mismos y al otro, de la mano en este maravilloso camino de ser padres.
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