El dolor que producen los celos en los niños es muy grande y hay que tratar de evitarlos o hacerlos desaparecer si estos surgen. Generalmente, los celos y la competencia por el cariño de los padres, aparecen en los niños pequeños ante la llegada de un hermanito, y si no son tratados a tiempo, pueden manifestarse a lo largo de su vida, incluso en las relaciones futuras que establezca con sus compañeros y amigos escolares.
El consejo que algunos autores proponen es determinante:
“procurar que entre un hijo y otro se produzca un lapso de tres años, con lo cual se garantiza que el mayor se encontrará en mejor disposición para superar la crisis”.
Desafortunadamente, esto no siempre es así.
Las soluciones que comúnmente se ofrecen en los textos de psicología son las siguientes:
1) Hacer evolucionar al mayor de los hijos hacia la autonomía, enseñarle que se vaya arreglando solito, tratarle lo antes posible como a una persona mayor, para acentuar ya adelantadamente la diferencia que habrá entre él y el bebé, diferencia a subrayar todavía más cuando el pequeño ya esté presente. Esto, con la constante convicción de que cada edad tiene aspectos positivos que hay que explorar y desarrollar y que mamá y papá estarán pendientes de él, aunque no de la misma forma como de su hermanito, sí con la misma intensidad y cariño.
2) Un segunda estrategia sería preparar la llegada del hermanito, implicando al mayor en los preparativos, modificando en lo posible la cuna (nueva pintura, nuevo forro) para que se vea distinta y el niño no sienta que se le está quitando algo suyo para dárselo a otro. Desde luego conviene que el mayor conserve su habitación o el lugar que ocupa haciendo lo posible para que no coincidan cambios apreciables con el nacimiento del niño: hay que evitar todo aquello que pudiera hacerle pensar al mayor que se le está arrebatando algo que le pertenece.
3) Otro momento difícil llega curiosamente en el momento en que el hermano pequeño empieza a sostenerse en pie: como si el bebé, aceptado como un juguete no competitivo, se convirtiera en un rival peligroso una vez que pone los pies en el suelo. Una conducta y una palabras oportunas acentúan en este momento la diferencia entre las actividades del mayor y la poca habilidad del que, a pesar de todo, sigue siendo solo un bebé. A veces el hermano pequeño no se convierte en un rival y las perturbaciones aparecen hasta más tarde, cuando cobra su autonomía.
4) Aunque los sentimientos que tienen los niños celosos suelen escapar a su comprensión, todo lo que sea conseguir que se expresen, hablen, discutan y proclamen su propio derecho, ofrece a cada uno la posibilidad de existir, de ser reconocido tal y como es junto a los otros. Los padres ante todo, deben de ser concientes de las consecuencias que pueden tener los mimos y consideraciones que dirigen hacia el hermanito recién llegado.
5) Por regla general, los celos son un producto de la actitud que adoptan los padres en relación a los hijos, incluso cuando el mayor fue, antes de la llegada del hermanito, excesivamente considerado. Cuanto más afecto se ha tenido mayormente se echa de menos, por lo que hay que cuidar mucho en no hacer distinciones en el tiempo que se dedica a uno y otro hijo, en la atención que se les da, aunque la forma en brindar cuidados y protección sea diferente, muchas veces se escucha a padres que dicen a los hijos “es que en estos momentos tu hermano me necesita más”, hay que evitar decir esto, ya que el niño observará que si uno es menos autónomo, si no puede comer por si solo, si no controla esfínteres, etc., Mamá está más tiempo con él. Así, la solución para obtener mayor atención es muy sencilla: se regresionará a actividades que ya tenía controladas, como el control de esfínteres, para que mamá lo cuide a él igual que al hermano pequeño. Todos necesitamos del cuidado de nuestros padres siempre, independientemente de la edad que se tenga y de lo independiente que se sea.
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