Aunque existen muchos métodos para tomar la temperatura, el más fiable sigue siendo el termómetro introducido en el recto durante un periodo de uno o dos minutos.
Existen termómetros de oído, muy cómodos, porque la lectura es instantánea pero muchas veces la temperatura que ofrece no es totalmente fiable ya que puede estar artefactada por infecciones de oído, tapones o por una inadecuada técnica de medición. Otros termómetros cómodos y de fácil uso son los digitales para poner en la frente, en la axila o en otras partes de la piel.
¿Cuáles son las principales causas de fiebre?
En los niños las principales causa de fiebre, no las únicas, son las infecciones. Las infecciones pueden manifestarse solo con fiebre o fiebre más otros síntomas. Estos suelen corresponder generalmente a infecciones respiratorias leves, banales, de origen vírico, autolimitadas que evolucionan hacia la curación espontáneamente. En este caso, los niños tienen fiebre, tos y mocos pero con buen estado general en ausencia de fiebre, ya que todos los niños están decaídos mientras tienen fiebre.
En ocasiones la fiebre acompaña a infecciones respiratorias no leves que cursan también con tos, expectoración y decaimiento tanto con fiebre como sin fiebre, o infección de las amígdalas, oídos, etc., muchas de las cuáles precisan tratamiento específico.
Otras infecciones muy frecuentes productoras de fiebre son las gastrointestinales que cursa con vómitos, diarrea y dolor abdominal, así como las infecciones urinarias que pueden producir fiebre sin ningún otro síntoma.
Otras infecciones víricas o bacterianas, algunas graves como sepsis o meningitis, pueden producir en el niño pequeño fiebre no acompañada de ningún otro síntoma, estos niños deben ser estudiados por su pediatra.
Algunas fiebres no son de origen infeccioso. La más frecuente es la fiebre por alta temperatura ambiental, bien porque la calefacción es muy elevada o porque es un día de mucho calor o porque se expone al niño excesivamente al sol. La deshidratación y algunas intoxicaciones también producen fiebre.
¿Cuándo preocuparse por la fiebre?
Siempre que un niño tenga fiebre debe ser valorado por un médico. Sin embargo en algunas situaciones la consulta debe hacerse de urgencias para descartar una enfermedad grave.
Estas situaciones de alarma ante la fiebre son:
Recién nacido con fiebre o por el contrario con baja temperatura (inferior a 35,5ºC) porque en ambos casos es necesario descartar infección.
Bebé menor de tres meses con fiebre elevada, sin causa aparente o con otros síntomas acompañantes entre los que están el decaimiento, la irritabilidad y el rechazo de la alimentación.
Niños menores de dos años con fiebre, tendencia al sueño (en ausencia de fiebre) o dificultad al respirar.
Niños de cualquier edad con fiebre y manchas rojas en la piel, manchas que al apretar la piel o al estirarla con los dedos, o al apretarlas con un vaso transparente, no desaparecen. Estas manchas pueden ser petequias, un signo que obliga a consultar con mucha urgencia porque puede corresponder a un tipo de infección muy grave llamada sepsis o septicemia.
Niños de cualquier edad con temperatura por encima de 40ºC.
En los demás casos de fiebre, cuando el estado general del niño no es malo y su vitalidad no está claramente disminuida, puede demorarse la visita al médico algunas horas, 24 o 36 horas. Mientras es necesario vigilar la aparición de síntomas de alarma y descender la fiebre con medidas físicas y con fármacos.
¿Qué se debe hacer cuando un niño tiene fiebre?
En primer lugar quitarle ropa y ofrecerle líquidos, agua. Los niños pequeños toleran bien quedarse desnudos, los mayores lo toleran mal y reclaman ropa de abrigo que puede ser sustituida por ropa de verano que no mantiene la temperatura.
Si el niño es pequeño y la fiebre es elevada se debe o bien bañarle con agua tibia fresca durante 15 – 20 minutos o bien aplicarle paños fríos mojados en la frente, axilas, ingles, brazos y piernas, paños que periódicamente deben cambiarse por otros mojados porque rápidamente se calientan. Los niños mayores suelen rechazar el baño fresco, toleran mejor los paños fríos. Con estas sencillas medidas se puede controlar la fiebre cuando no es elevada. En estos casos además hay que administrar fármacos antitérmicos.
El médico o el farmacéutico indicará que fármacos se pueden utilizar para normalizar la temperatura, la dosis y la frecuencia con la que se puede repetir estos medicamentos. La dosis depende del peso, no de la edad.
Los dos fármacos más utilizados son el ibuprofeno y el paracetamol, existiendo en el mercado diversas marcas y formas de presentación.
El Ibuprofeno debe administrarse detrás de algún alimento, leche, galletas, yogur porque pueden irritar el estomago.
Es recomendable que los padres se familiaricen con alguno de estos fármacos de forma que puedan utilizarlos siempre que el médico autorice a ello.
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