La salud oral debe ser un trabajo conjunto entre padres e hijos bajo el control de su pediatra y dentista, poniendo especial énfasis en la prevención de los problemas dentales, siendo los padres quienes deben hacerse responsables de la higiene oral hasta los 6 o 7 años de edad.
Se debe tener en cuenta los problemas asociados al uso del chupete a la succión del pulgar, la lactancia prolongada y excesiva, el uso de protectores bucales durante las actividades deportivas y las ventajas del suplemento adecuado de flúor.
El rol del pediatra es la de mantener una óptima salud oral debiendo evaluar en forma periódica la cavidad oral, educar a los padres sobre lo importante del lavado de dientes y el derivar en forma oportuna al dentista.
La salud dental o, mejor, la salud bucal, es muy importante puesto que las estructuras que conforman la boca tienen funciones diversas y fundamentales. El bebé obtiene sus primeros contactos gratificantes con su entorno a través de la boca, desdentada y especialmente dispuesta para aferrar el pecho materno. A medida que van saliendo los dientes, primero los temporales o de leche y luego los permanentes, la boca adquiere todavía más relevancia: no sólo sigue manteniendo su función en el proceso alimenticio, sino que a ésta le suma la relativa al habla, y por ello cobra un valor social.
Cuestión de estética
La dentadura cumple una función estética que no debe subestimarse. Una sonrisa blanca y bien alineada puede constituir un factor importante para relacionarse socialmente. Pocas cosas son tan gratas para los padres como las sonrisas de sus hijos, y así como el conjunto de los dientes desiguales resulta simpático en los más pequeños, lo cierto es que el desarrollo de una dentadura desalineada o la pérdida prematura de piezas dentales son motivos de preocupación cuando se trata de niños mayores. Obviamente, no todo el mundo cuenta con una dentadura impecable, porque ésta depende en buena parte de factores constitucionales. Pero en ella pueden incluso resultar más decisivos otros factores, como elementos ambientales perniciosos. Además, el odontólogo puede corregir en gran medida lo que, por naturaleza, no es tan perfecto.
Cuestión de salud
Pero no todo es cuestión de estética. No hace falta recordar lo muy desagradable que puede llegar a ser un dolor de muelas, y basta con tener en cuenta que en la boca se llevan a cabo las primeras fases de la digestión para deducir que es necesaria una dentadura sana para una nutrición adecuada. Asimismo, los dientes, junto con las demás estructuras de la cavidad bucal, son decisivos para la articulación correcta de los sonidos. Las alteraciones de los dientes y las encías pueden constituir la puerta de entrada de gérmenes capaces de provocar afecciones, en ocasiones serias, en otras partes del organismo.
La caries dental
Cuando se habla de problemas dentales es preciso referirse a la caries, una de las enfermedades más extendidas en nuestra población y que aparece principalmente durante la infancia. La caries no solo provoca las tan conocidas molestias dolorosas, sino que puede ocasionar complicaciones diversas y conducir a la pérdida prematura de piezas dentales. Conocer los métodos de prevención y tratamiento de la caries resulta, pues, indispensable para garantizar la salud dental de nuestros hijos.
La malposición de los dientes
Otro problema odontológico a destacar es la disposición defectuosa de las piezas dentales, que comporta tanto una alteración estética como un trastorno funcional. Conviene saber cuáles son loS factores que predisponen a la malposición y las técnicas para su tratamiento, englobadas dentro de una rama de la odontología denominada ortodoncia. Corregir la malposición de loS dientes durante la infancia es importante y no debe menospreciarse. En el futuro, sus hijos se lo agradecerán.
El control y cuidado de los dientes es tarea principal de los padres bajo el asesoramiento del pediatra de cabecera al principio y luego del odontólogo.
El primer control a realizar es el de erupción dentaria .El manejo ante esta situación genera muchas dudas en los padres.
La aparición del primer diente en el bebé provoca en la familia alegría y también ansiedad, por lo que el pequeño no duerme bien, esta intranquilo y babea mucho.
Lo primero que vemos es que la encía se empieza a agrandar porque el diente quiere erupcionar, esta es la edad en que el bebé se lleva elementos a la boca y quiere morder produciendo una isquemia, es decir la no circulación de la sangre , aliviándole en consecuencia el dolor.
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