lunes, 3 de enero de 2011

CRISIS DE LOS 3 MESES

Recuerdo a finales del verano pasado, cuando mi hijo tenía 3-4 meses, lo dura que era la lactancia. Pasé de dormir toda la noche (sólo se despertaba una vez, y en media hora estaba otra vez durmiendo después de haber mamando) a estar las horas muertas con el bebé dormido y enganchado a mi pecho, pues en cuanto lo soltaba, aullaba. No podía ni ir al lavabo. Estoy con Laura Gutman cuando dice que una madre que amamanta necesita una persona permanentemente a su lado que se ocupe de todo lo demás que no sea el cuidado del niño (idea totalmente contraria a lo que se propugna por ahí de “alguien que se ocupe del bebé para que la mama tenga más tiempo para ella”). Hacia los 3 meses, los bebés suelen pasar una “crisis” y necesitan mamar más. Dale pecho a demanda. Sí, lo sé, es duro, frustrante y pesado. Tienes la sensación de ser un chupete humano (aunque, en realidad, es el chupete lo que es un pecho de plástico;-) Además, considero que a esa edad es como si se “abrieran” al mundo y su primera forma de hacerlo de forma activa es a través de la boca. Puedes pensar que estás estimulando a tu bebé. Seguro que pones cara de “pero, ¿de qué me habla?”, Sí, míralo así: cuando le das el pecho todo el tiempo que tu bebé necesita estás:
  • alimentándolo en las cantidades y proporciones que en ese momento concreto de su desarrollo necesita (muy importantes los omega 3 y 6 esos famosos, ya que la leche materna es una fuente natural. Ayudan a formar el cerebro).
  • dándole sensación de seguridad y eso de dos maneras. Por un lado, su movilidad es obviamente limitada. Casi lo único que pueden decidir en esta etapa es cuando coger y soltar el pecho. Es su primer paso en el largo camino hacia la autonomía. Por otro lado, piensa que hace a penas unos meses vino a este mundo desde otro planeta. Una planeta acuático (el útero materno) y hasta ahora, en su vida ha pasado más tiempo en ese otro mundo que en este nuestro y aún le cuesta adaptarse. Después de los primeros meses de “conmoción por hacer aterrizado en este lugar extraño (y para no sentirse abrumado por la cantidad de estímulos que percibía, dormía un montón. Además dormir le ayudaba a procesar esos estímulos). Cuando está en tu pecho, es la forma más parecida a estar otra vez en aquel lugar maravilloso.
  • Le estimulas el gusto. A través de tu leche, le llevan todos los sabores de lo que tú comes. El gusto y el olfato están muy liados y el olfato, a su vez, relacionado con una buena memoria.

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