Los niños dejan de ser egoístas y aprenden los principios de justicia  e igualdad a partir de los siete u ocho años, así lo señala un estudio  que publica hoy la revista científica británica  Nature.   Los investigadores de la Universidad de Zurich (Suiza) y del Instituto  Max-Planck para Antropología Evolutiva de Alemania han realizado un  experimento sociológico con niños de entre tres y ocho años. En total  229 escolares suecos de varias edades que compartieron distintos juegos  en los que la moneda de cambio eran las golosinas.
Los niños se disponían en parejas y uno de ellos tenía que elegir  entre dos posibilidades: ganar un caramelo y no darle nada al compañero o  que ambos ganaran un dulce. A pesar de que su recompensa no variaba,  ellos siempre recibían la golosina, los más pequeños -entre tres y  cuatro años- dejaban sin caramelo a su compañero. Los de siete y ocho  años, en cambio, elegían la opción más justa, compartir.
 
Sin embargo, los pequeños que participaron en el estudio no fueron completamente justos ya que ofrecían las golosinas sólo a los niños que conocían. Los autores del estudio sugieren que este comportamiento refleja la actitud “parroquial” o comunitaria heredada del ser humano, que se considera crucial en la evolución de sociedades cooperativas. Así, la “aversión a la desigualdad” estaría fuertemente relacionada con el sentimiento de pertenencia a una comunidad, que hace favorecer a los miembros del propio grupo.
Sin embargo, los pequeños que participaron en el estudio no fueron completamente justos ya que ofrecían las golosinas sólo a los niños que conocían. Los autores del estudio sugieren que este comportamiento refleja la actitud “parroquial” o comunitaria heredada del ser humano, que se considera crucial en la evolución de sociedades cooperativas. Así, la “aversión a la desigualdad” estaría fuertemente relacionada con el sentimiento de pertenencia a una comunidad, que hace favorecer a los miembros del propio grupo.
Pero los resultados de la investigación revelan la buena disposición  de los menores a tener en cuenta a los otros y que a esa edad empiezan a  tratar a sus amigos como lo harían los adultos. Una actitud que el  equipo investigador, dirigido por Erns Fehr, considera decisiva. Señalan  que ser consciente de las preferencias del otro es concluyente para  lograr y mantener la cooperación en grandes grupos. Una actitud que no  se da en otras especies como los chimpancés, que son egoístas también en  la edad adulta.
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