Una neumonía, también llamada pulmonía, es una infección del pulmón que puede estar causada por virus o bacterias. Es más frecuente en la infancia que en otras edades de la vida y en general no reviste gravedad.
La causa principal de la neumonía en la infancia son las infecciones producidas por virus (virus respiratorio sincitial, virus influenzae, adenovirus, rinovirus), principalmente en los niños menores de 2 años de edad. Por encima de esta edad empiezan a hacerse más frecuentes las neumonías causadas por bacterias, como el neumococo, haemophilus influenzae y el mycoplasma. Otra causa menos frecuente, pero aún presente en nuestra sociedad, es la Tuberculosis, especialmente grave en niños con enfermedades que afectan sus defensas. |
Generalmente el niño presenta desde hace unos días catarro, que empeora progresivamente, aparece más fiebre y más tos. Los niños más pequeños, menores de 1 año, pueden rechazar la alimentación, pueden parecer quejosos o decaídos, y a veces respiran muy rápido y con dificultad. Los niños mayores se pueden quejar de dolor torácico ("dolor en el pecho") o abdominal, dependiendo del sitio donde esté localizada la neumonía. En algunos casos el único síntoma de una neumonía, sobre todo al principio, es la fiebre, tardando en aparecer la tos y otros síntomas respiratorios 24 a 48 horas. La neumonía es más frecuente en los niños asmáticos. En el caso que un niño presente una crisis asmática con fiebre alta, mayor de 39ºC, existe la posibilidad de que tenga una neumonía. |
El pediatra auscultará al niño y ante la sospecha de una neumonía solicitará una radiografía de tórax para confirmar el diagnóstico, comprobar su tamaño y ver que no existan complicaciones. En algunas ocasiones, sobre todo si la neumonía tarda en curarse o es más grave de lo habitual, el pediatra realizará algunos análisis para intentar averiguar cuál es el germen, bacteria o virus, causante de la enfermedad. Estas pruebas son de dos tipos:
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La neumonía se trata habitualmente en casa con medicamentos administrados por vía oral. Con el tratamiento adecuado, en general, se produce el alivio de los síntomas en 2 o 3 días y la curación completa en 7 a 10 días.
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Habitualmente la neumonía cura sin secuelas en un plazo entre 7 y 10 días. La persistencia de los síntomas o el empeoramiento (fiebre más alta, signos de dificultad para respirar) debe hacer pensar en la presencia de una complicación, la más frecuente, el derrame pleural. El derrame pleural es la acumulación de líquido, muchas veces pus en el espacio que existe entre una capa que envuelve al pulmón y otra que está pegada por dentro a la pared del tórax. Esta situación puede provocar dificultad para respirar, dolor en el tórax y persistencia de la fiebre. En muchas ocasiones habrá que hospitalizar al niño y puncionar con una aguja en el tórax para extraer dicho liquido o pus con el objetivo de aliviar al niño y para averiguar la posible causa de la enfermedad mediante su análisis. Otra complicación frecuente son las atelectasias (zonas del pulmón en las que no entra el aire porque están taponadas en general por moco) que en general se resuelven en unas semanas espontáneamente o con fisioterapia respiratoria (inflar globos, golpe-masaje sobre el tórax para movilizar las secreciones, etc.) Algunas neumonías, aunque en raras ocasiones, pueden dejar secuelas a largo plazo como las bronquiectasias (dilatación de áreas de los bronquios por debilitamiento de su pared) que pueden predisponer a presentar nuevas neumonías en la misma localización del pulmón. En el caso de aparición de estas complicaciones pueden ser necesarios otros estudios radiológicos como la TAC o "scanner" que permiten ver con mayor precisión estas lesiones. |
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