lunes, 11 de marzo de 2013

 Según los psicólogos, la clave está en gritar menos y ser directo en lo que uno quiere, alabando aquello que los pequeños hacen bien.
Un ama de casa estadounidense de 41 años, ha hecho todo lo posible para que sus hijos (de 4 y 6 años) aprendan el valor de la disciplina, pero al parecer, las técnicas más efectivas son aquellas usadas por los expertos.
Estos procedimientos o "terapias" funcionan de la siguiente manera: en vez de enfocarse simplemente en qué hacer cuando un niño se porta mal, los padres deberían primero determinar qué tipo de conducta quieren ver en sus hijos (que sean ordenados, que estén listos a tiempo para ir a la escuela, que jueguen respetuosamente con tus hermanos). Después deberían elogiar esas conductas cuando las vean. Deberían ser al menos tres o cuatro elogios por buena conducta y para niños pequeños, los elogios deben ser efusivos e incluir un abrazo o algún otro gesto de afecto físico.
Según las técnicas de "capacitación de control para padres", cuando un niño mete la pata, los padres deben implementar consecuencias ligeramente negativas (como un tiempo muerto corto o una reprimenda verbal sin gritos).
Hacerle ver a un niño que su mal comportamiento tiene consecuencias va en contra de algunos consejos populares que dicen que los padres solamente deberían alabar a sus hijos.
A largo plazo, los elogios regulares hacen que los niños sean más propensos a obedecer, posiblemente porque la actitud positiva fortalece la relación entre padres e hijos.
Los padres a menudo arruinan sus esfuerzos de disciplinar a sus hijos al darles órdenes imprecisas y condicionales, o no concederles tiempo suficiente para acatarlas. Al cruzar la calle, "una orden mala sería: 'ten cuidado'. Una orden buena sería: 'no sueltes mi mano'".
Estas técnicas funcionan con todas las edades, pero los psicólogos enfatizan que cuanto más pequeños sean los niños, mejor. Una vez que cumplen 10 u 11 años, la disciplina se vuelve mucho más difícil.

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