Desde 1917 la educación ha sido obligatoria para los niños americanos.
Sin embargo, hasta la década del 70 las necesidades y derechos
educativos de los niños minusválidos eran tomados en cuenta sólo a
nivel local y de manera inconsistente. La mayoría de las escuelas
consideraba que estos niños eran “demasiado difíciles de educar,” y
muchos de ellos vivían vidas tristes y frustrantes en casa o en
instituciones estatales impersonales.
El movimiento de Derechos de los Minusválidos atrajo atención a nivel
nacional en la década del 60, cuando Ed Roberts, quien estaba
paralizado del cuello a los pies, fue admitido a la Universidad de
California en Berkeley. Su dormitorio le fue asignado en el hospital de
la ciudad universitaria, y él protestó. Otros compañeros se unieron a
la protesta, hasta que se le asignó una residencia independiente en el
campus.
El
asunto llegó a un juzgado federal en 1972, el cual determinó que el
derecho a la educación básica estaba directamente ligado a la
Cláusula de Igualdad ante la Ley de la Enmienda Nº 14. Los partidarios
de esta causa en el Congreso tomaron nota de tal conexión y comenzaron a
trabajar un una ley que requeriría que todos los estados ofrecieran
educación adecuada para niños minusválidos, así como asistencia
financiera para crear y mantener este servicio dentro de cada
comunidad.
La
Ley de Educación para Individuos Minusválidos, o I.D.E.A por sus siglas
en inglés, fue promulgada por el Congreso en 1975 para garantizar una
educación gratuita y adecuada para los niños minusválidos, en un
ambiente tan poco restrictivo como sea posible.
I.D.E.A sigue ayudando a millones de niños minusválidos a terminar la
secundaria, ir a la universidad, y convertirse en miembros productivos
de la sociedad.
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