domingo, 10 de enero de 2010

ALERGIAS EN LOS BEBES

Los alergenos son elementos bajo cuya exposición una persona potencialmente alérgica produce una reacción. Si bien esa predisposición no se puede todavía manejar ya que forma parte de la herencia genética, sí se puede retardar o reducir la ocurrencia de alergias en neonatos actuando sobre aquellos agentes potencialmente alergénicos. Teniendo en cuenta que las alergias (y también el asma bronquial, enfermedad muy relacionada a ellas) se presentan en familias, es necesaria la prevención en los casos de niños nacidos de padres alérgicos y/o asmáticos.




Entre los elementos que deberemos controlar están los alergenos llamados inhalantes. Los especialistas indican que la exposición temprana a estos elementos aumenta su posibilidad de volverse alérgico a esas sustancias que son transportadas por el aire.


El desarrollo en bebés pequeños de alergias a los ácaros está en directa relación con la frecuente exposición temprana a los ácaros. Podemos tomar medidas que pueden controlan de un modo agresivo a los ácaros en el hogar para reducir la ocurrencia de alergias. Se recomienda quitar alfombras, muebles tapizados, y objetos que acumulen polvo en el cuarto de los lactantes, usar cubiertas plásticas en almohadas y colchones, y tratar periódicamente la ropa de cama con agua caliente. Es necesario también evitar la humedad excesiva en la casa, que proviene de las paredes no aisladas, pérdidas de cañerías, etc.


Asimismo, los lactantes de familias alérgicas no deben ser expuestos a mascotas dentro de la casa durante los primeros años de la vida. Esto podrá prevenir el desarrollo posterior de alergia a sus derivados, como una proteína de la saliva del gato que queda en el pelo que el mismo elimina, y que toma contacto con el bebé. El desarrollo de alergia a los gatos en niños ha sido asociado por los investigadores con la presencia de un gato en casa en la época del nacimiento.





La estrategia principal para prevenir las alergias a alimentos es retardar la exposición a alimentos potencialmente alergénicos. Con el mismo criterio que usamos con los inhalantes, los recién nacidos pueden ser más susceptibles a desarrollar reacciones alérgicas hacia alimentos que los niños mayores.


La primera recomendación está dirigida a completar el periodo óptimo de alimentación por amamantamiento. Esto es seis meses, o no menos de cuatro.


En lactantes que no están alimentados al seno materno, o para suplemento de la leche materna, se recomienda usar fórmulas de hidrolizados de proteínas, de las cuales existen varias versiones en el mercado. Ellas deben ser indicadas por el médico pediatra. En general, estos hidrolizados de proteínas han demostrado ser menos sensibilizantes que otras fórmulas con base de soja o leche.


El criterio es retardar hasta los seis meses de edad la incorporación de los alimentos sólidos. Al ir abandonando el pecho materno, pueden incorporarse verduras, arroz, carne, frutas, etc., de acuerdo con el criterio del pediatra.


Un buen consejo es que cada nuevo alimento sea incorporado sin mezcla de otros, con lo cual será más fácil identificar y eliminar cualquier alimento que cause una reacción. Estos consejos han demostrado reducir o retardar la alergia a alimentos en niños de padres alérgicos.





Si tomamos medidas para prevenir las alergias en los recién nacidos, estamos también previniendo el asma bronquial, ya que las alergias pueden ayudar a desarrollarla. Se ha visto que los lactantes menos expuestos a ácaros del polvo durante la lactancia presentan menos probabilidades de desarrollar asma de causa alérgica. El control agresivo de los ácaros nos ayudará a reducir la ocurrencia de asma, sobre todo en estas familias con una historia asmática comprobada. También estamos previniendo la ocurrencia de alergias de las vías respiratorias superiores.


Es conveniente reiterar la necesidad de no exponer a los bebés al contacto con mascotas durante la lactancia, especialmente gatos y aves, ya que también representa un riesgo para desarrollar asma.

Un factor esencial en la prevención de las alergias de las vías superiores y el asma tiene que ver con el tabaquismo, tanto el materno durante el embarazo como la exposición a tabaquismo pasivo al nacer. Diversos estudios han ligado fuertemente la ocurrencia de alergias y asma bronquial al hecho de nacer en una familia de padres fumadores.

También las infecciones respiratorias han sido identificadas como posibles desencadenantes de asma bronquial. Por lo tanto, intentar reducir su frecuencia en la lactancia ayudará en la prevención del asma.

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