jueves, 28 de enero de 2010

El comienso al Nido

Empezó a ir al nido mi nieta. Su primer día no fue traumático ni mucho menos, y no porque ella sea la niña maravilla, sino gracias al sistema de adaptación que ahí han implantado. Todos los niños van acompañados de un adulto de su confianza hasta que, poco a poco, se sienten seguros en ese ambiente, se apropian de él y se olvidan de esa persona de la casa que los acompañaba o hasta le dicen "váyate". Por eso nunca se ven escenas desgarradoras de niños llorando y pidiendo a gritos que no los dejen solos.

El sistema me parece excelente, por el respeto que se demuestra a los sentimientos de los niños y porque cada caso se evalúa y se atiende de manera particular. Siempre habrá niños que se adapten con mayor facilidad y otros a los que les cueste un poquito más el cambio.

No olvidemos que los cambios son difíciles incluso en el mundo de los grandes. Cuando un adulto enfrenta su primer día de trabajo en una nueva empresa siente un poco de nervios e inseguridad… y eso que somos adultos. ¡Imagínense un niño de dos o tres años que casi no tiene experiencias de vida! No podemos pretender que se quede tranquilo en un lugar desconocido y con personas extrañas.

El proceso de adaptación en el nido de mi nieta dura el tiempo que sea necesario para cada niño: dos días, dos semanas, dos meses o todo el año. Claro que ninguno necesita demasiado tiempo para adaptarse, pero es importante saber que no existe un límite y que, por tanto, nuestro hijo no pasará por una experiencia traumática.

Tayra fue al proceso de adaptación con su mama. Así que ahí estuvo la mamy ” jugando al trencito, pintando y haciendo la ronda de despedida por dos semanas. También la siguió de cerca varias veces en su proceso de exploración del espacio, porque Tayra necesitaba conocer todo ese sitio, no solo su salón, y el nido lo permitía por un buen rato, luego la profesora venía con sus mejores trucos de motivación para que mi hija volviera con el grupo. Eso le valió el apodo de Que linda, varias bromas en torno a ello, pero ningún llanto.

La separación dela mamy y lahija fue progresiva. En la medida que las profesoras veían que la pequeña no necesitaba de su mamy, le indicaban a este que se quedara en una esquina del salón, luego que saliera a la puerta y, finalmente, al hall de entrada, donde leía su periódico y conversaba con varias señoras. Luego de dos días de charla en el hall de entrada y de comprobar queTayra nol a necesitaba, nos dijeron quela mamy ,ya se podía quedar en casa.

Las profesoras del nido nos explicaron que de ese modo el niño no marca en su cerebro que los procesos de cambio son de terror. Por el contrario, le parecen naturales y eso le da seguridad para enfrentar cualquier cambio en el futuro.

Es verdad que muchos nidos permiten que un adulto ingrese con el menor al salón de clases, pero solo hasta cierto día, después cierran la puerta para los adultos y algunos chicos se quedan llorando, nerviosos e inseguros. No me parece saludable.

A veces incluso les aconsejan a los padres que se vayan escapaditos, sin que sus hijos los vean. En el nido de mi nieta eso no pasa nunca. Y si ven que algún adulto se escabulle por ahí, lo traen de regreso para que se despida del pequeño y le explique que luego lo recogerá. Y está bien. Un niño no tiene por qué quedarse con la angustia de no saber dónde está la persona que le daba seguridad y no tiene por qué ser engañado. Debe acostumbrarse a conocer la verdad de las cosas y a recibir explicaciones sobre lo que pasa.

Lo peor que nos puede pasar es pensar que es normal que un niño llore angustiado los primeros días de clases. No es normal ni justo para él.


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