Tener restos de sustancias químicas en la sangre durante la gestación aumenta el riesgo de que el bebé tenga sobrepeso u obesidad en la etapa adulta
La presencia de ciertos productos químicos en la sangre de las gestantes, como el subproducto DDE derivado del pesticida DDT, cuyo uso en la agricultura se prohibió en 1997 pero que tiene una vida media de 20 años, se ha relacionado por primera vez con el crecimiento acelerado y el desarrollo de obesidad en bebés durante sus primeros meses de vida.
Las madres con peso normal y niveles altos de DDE tienen el doble de riesgo de tener hijos con un desarrollo rápido durante los primeros seis meses y cinco veces más riesgo de que sus bebés tengan sobrepeso a los 14 meses. No obstante, todavía se desconoce cómo contrarrestar este crecimiento y el posterior incremento de
peso.
¿Por qué unos bebés engordan más que otros durante los primeros meses tras su nacimiento? Una de las respuestas a esta pregunta la han dado algunos estudios. Uno de ellos, del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL), ha demostrado que podría ser la exposición de las madres durante la gestación a ciertos productos químicos. En 1977, se prohibió en España el uso del DDT, un pesticida del cual deriva un subproducto denominado DDE. La degradación del DDE es muy lenta (tiene una vida media de unos 20 años) y, debido a ello, aún quedan pequeñas cantidades contaminantes en el ambiente y en muchos alimentos que contienen grasa, ya que es un compuesto con gran afinidad a ésta (lipofílico).
Entre estos alimentos figuran la carne, el pescado, los lácteos y los productos que han estado en contacto con la tierra, como las frutas y las verduras. Esto se debe a que el DDT se ha utilizado mucho en la agricultura. La presencia de restos tóxicos en la dieta hace inviable que hoy en día los ciudadanos puedan evitar la exposición a estos compuestos químicos.
Dos estudios previos habían analizado la relación entre el producto y la obesidad en otras etapas de la vida. Un estudio belga, efectuado en 138 parejas de madres e hijos de Flandes, encontró una asociación entre la exposición intrauterina al DDE y el desarrollo de obesidad en niños hasta los tres años de edad. El otro, de la Universidad de Carolina del Sur (EE.UU.), realizado en 259 madres y 213 hijas, detectó que las madres con niveles altos de DDE durante el embarazo tenían un mayor riesgo de que sus hijas tuvieran sobrepeso u obesidad en la etapa adulta.
Madres gestantes y DDT
A diferencia de los estudios anteriores, el del CREAL, publicado en "Environmental Health Perspectives", ha analizado por primera vez si la exposición al DDE durante el embarazo influye en el desarrollo de obesidad en bebés, desde que nacen hasta los 14 meses. Para ello, ha analizado los datos recogidos entre 2004 y 2006 en una muestra de 518 mujeres residentes en Sabadell (Barcelona), que forman parte del proyecto INMA (Infancia y Medio Ambiente) y que han participado en la investigación desde el primer mes de embarazo.
A las participantes se les tomaron muestras de sangre para comprobar los niveles de DDE (el DDT no es detectable) durante los dos primeros trimestres de gestación. El análisis reveló que los niveles de exposición al DDE de estas madres eran bajos y comparables a los de las embarazadas de EE.UU., donde el DDT se prohibió cinco años antes que en España. No obstante, a pesar de estos niveles bajos, su presencia en sangre influye en el desarrollo físico de los bebés.
"Las madres con niveles más elevados de DDE tienen un mayor riesgo de que sus bebés experimenten un crecimiento rápido. Aunque con niveles muy bajos también sucede. Hay que tener en cuenta que en un adulto los niveles bajos de exposición no tienen ningún impacto, pero el feto es más sensible y más susceptible a los efectos tóxicos", detalla Michele Méndez, epidemióloga, especialista en nutrición, dieta y actividad física, investigadora del CREAL y autora principal del estudio efectuado por este centro.
Efectos del DDE en bebés
El estudio del CREAL ha descubierto que las madres con peso normal y niveles altos de DDE tienen el doble de riesgo de tener hijos con un crecimiento acelerado durante los primeros seis meses de vida y cinco veces más riesgo de que sus bebés tengan sobrepeso a los 14 meses. Esta asociación entre la exposición al DDE durante la gestación y el desarrollo de obesidad no cambia en función del peso que tuvieran los bebés al nacer.
Según explica Méndez, "la mayoría de los niños estudiados nacieron con peso normal, muy pocos fueron de bajo peso al nacer o macrosómicos (bebés que pesan más de lo normal). Al excluir a los niños más pequeños o de mayor tamaño, no cambió la asociación detectada entre DDE y crecimiento acelerado. Los bebés más pequeños o con peso normal también tienden a crecer más rápido y a engordar". Además, otros estudios han demostrado que los niños que crecen más rápido también tienen niveles más altos de grasa corporal. "Más de 40 estudios han asociado el aumento rápido de peso en los primeros meses de vida con la obesidad y los trastornos metabólicos en edades posteriores", añade la experta.
"De momento, hemos hallado una asociación, pero esto no quiere decir que estos niños estén condenados a ser obesos. Debemos averiguar quiénes tienen factores de riesgo y cómo prevenir la obesidad. El siguiente paso es descubrir cómo se puede contrarrestar", anuncia Méndez, cuyo grupo sigue a los mismos niños, que ahora tienen cuatro años.
DISRUPTORES ENDOCRINOS
El DDE, que se forma en la metabolización del DDT, se ha definido como disruptor endocrino. Un disruptor es una sustancia química, ajena al cuerpo humano, capaz de alterar el equilibrio hormonal. Esta alteración explicaría que tengan una influencia en el crecimiento y en el índice de masa corporal (IMC). Los bebés que han estado expuestos al DDE durante el embarazo tienden a crecer muy rápido, pero todavía no se sabe cómo. "No es la primera vez que se observa esta relación, aunque hay muy pocos estudios en poblaciones humanas", explica Michelle Méndez.
En cambio, sí hay muchos en animales expuestos a distintos productos químicos que actúan como disruptores endocrinos e influyen en su funcionamiento hormonal. En ratones ya se ha demostrado que, tras esta exposición, empiezan a engordar mucho después de nacer. "Éste es motivo suficiente para seguir con la investigación", indica Méndez.
Hay más sustancias químicas que son disruptores endocrinos: los compuestos organoclorados, entre ellos los pesticidas y los residuos industriales persistentes, como los bifenoles policlorados (PCBs). El grupo del CREAL también los analizó en su estudio, pero no halló ninguna relación, a diferencia de la asociación entre DDE y obesidad en bebés.
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