Aquél día iba a ser diferente. Una simple salida, un simple olor distinto, una cara nueva... Cualquier cosa fuera de lo común le bastaba a Ángeles para estar ilusionada todo el día.
Ángeles era profesora de primaria. Cada mañana se levantaba a las 8 para llegar al colegio a las 9 en punto. Cuando ella llegaba, sus alumnos ya estaban en fila para entrar en la clase. Aquél día iban a salir a la playa a dibujar en folios, a hacer figuras gigantes con la arena y a jugar con la pelota. Más tarde, les prometió que les invitaría a un helado.
Una vez que estaban todos dentro del aula y sentados en sus respectivos asientos, Ángeles se dispuso a pasar lista y a recoger las autorizaciones firmadas por los padres. Todo estaba en orden. Si ella estaba ilusionada por esa salida, los niños apenas durmieron la noche anterior debido a los nervios. ¡A ninguno se le olvidó la autorización!
Caminaron todos de dos en dos y en fila hacia la playa. Tardaron 15 minutos en llegar. Durante el trayecto, todos los niños comentaban qué figuras iban a hacer y qué cosas llevaban en sus mochilas. Chucherías, agua, palas, cubos... Sus pequeñas mochilas se convirtieron durante unas horas en un baúl de ilusiones.
¡Llegaron a la playa! En cuanto pisaron el paseo marítimo, salieron todos corriendo y gritando hacia la arena. Ninguno se fue al mar porque su profesora lo había prohibido terminantemente. Hicieron grupos de cinco personas y se colocaron en distintos lugares. Había cierta separación para que las figuras de arena les saliera bien. Ángeles, mientras sus alumnos modelaban, iba paseando de un lado a otro, vigilando que todo estuviese en orden.
Nunca imaginó Ángeles que unos niños tan pequeños pudieran hacer esas figuras tan hermosas. Sirenas, delfines, ballenas, barcos piratas, perros, castillos impresionantes... Había para todos los gustos. Tenía que puntuar, y sin pensarlo dos veces les puso un sobresaliente a todos.
Después de decir las notas, se fueron a una heladería. Uno de los niños se giró para ver las figuras desde lejos. ¡Había muchas personas alrededor de ellas haciendo fotos! Todos se pusieron muy contentos al ver que sus figuras gigantes de arena habían sido todo un éxito.
Acabaron el día rendidos, pero con unas grandes sonrisas pintadas en las caras. Ángeles disfrutó tanto o más que ellos. Tenían que repetir ese día, sin duda.
Camino a casa, Ángeles iba pensando en ese día. "Es increíble lo fácil que es hacer sonreír a un niño. Con una simple excursión a la playa han estado disfrutando hasta el último segundo."
Ángeles era profesora de primaria. Cada mañana se levantaba a las 8 para llegar al colegio a las 9 en punto. Cuando ella llegaba, sus alumnos ya estaban en fila para entrar en la clase. Aquél día iban a salir a la playa a dibujar en folios, a hacer figuras gigantes con la arena y a jugar con la pelota. Más tarde, les prometió que les invitaría a un helado.
Una vez que estaban todos dentro del aula y sentados en sus respectivos asientos, Ángeles se dispuso a pasar lista y a recoger las autorizaciones firmadas por los padres. Todo estaba en orden. Si ella estaba ilusionada por esa salida, los niños apenas durmieron la noche anterior debido a los nervios. ¡A ninguno se le olvidó la autorización!
Caminaron todos de dos en dos y en fila hacia la playa. Tardaron 15 minutos en llegar. Durante el trayecto, todos los niños comentaban qué figuras iban a hacer y qué cosas llevaban en sus mochilas. Chucherías, agua, palas, cubos... Sus pequeñas mochilas se convirtieron durante unas horas en un baúl de ilusiones.
¡Llegaron a la playa! En cuanto pisaron el paseo marítimo, salieron todos corriendo y gritando hacia la arena. Ninguno se fue al mar porque su profesora lo había prohibido terminantemente. Hicieron grupos de cinco personas y se colocaron en distintos lugares. Había cierta separación para que las figuras de arena les saliera bien. Ángeles, mientras sus alumnos modelaban, iba paseando de un lado a otro, vigilando que todo estuviese en orden.
Nunca imaginó Ángeles que unos niños tan pequeños pudieran hacer esas figuras tan hermosas. Sirenas, delfines, ballenas, barcos piratas, perros, castillos impresionantes... Había para todos los gustos. Tenía que puntuar, y sin pensarlo dos veces les puso un sobresaliente a todos.
Después de decir las notas, se fueron a una heladería. Uno de los niños se giró para ver las figuras desde lejos. ¡Había muchas personas alrededor de ellas haciendo fotos! Todos se pusieron muy contentos al ver que sus figuras gigantes de arena habían sido todo un éxito.
Acabaron el día rendidos, pero con unas grandes sonrisas pintadas en las caras. Ángeles disfrutó tanto o más que ellos. Tenían que repetir ese día, sin duda.
Camino a casa, Ángeles iba pensando en ese día. "Es increíble lo fácil que es hacer sonreír a un niño. Con una simple excursión a la playa han estado disfrutando hasta el último segundo."
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