No es raro, y más ahora con el programa para, que en muchos hogares donde se habla más de un idioma (bien de forma nativa o por enseñarle al pequeño otro idioma de forma natural) se quierea que el pequeño también los aprenda.
Se sabe que los niños pequeños pueden aprender un idioma más rápido y más fácil que los niños mayores o los adultos, pero es muy importante que la metodología empleada sea la más adecuada y seguir una serie de estrategias para instaurar el bilingüismo en nuestros hijos.
Lo que tienen en común todas las estrategias que veremos hoy es que es muy importante marcar el límite para que el pequeño sea capaz de determinar dónde termina un idioma y dónde empiezan los demás.
Estrategia de “OPOL”
La estrategia más empleada a la hora de querer enseñar otra lengua es la que Jules Ronjat, lingüista francés, denominó “OPOL” (one parent, one lenguage, es decir: un padre, una lengua). Lo que se debe hacer aquí es que cada padre hable en un único idioma al pequeño, siendo generalmente el idioma nativo de cada uno.
De este modo, los niños pueden diferenciar sin mayor dificultad la lengua de la madre y la lengua del padre, entendiendo la diferencia entre ambos idiomas. No obstante, los padres que decidan seguir esta estrategia de aprendizaje deben tener en cuenta una serie de recomendaciones para que el aprendizaje tenga éxito.
- Cada padre simboliza una lengua (es decir, en una casa donde el padre hable inglés y la madre español cada uno de ellos será el referente para su hijo de cada idioma).
- Ningún padre debe pasar más tiempo con su hijo para que aprenda mejor su lengua nativa; al contrario, ambos padres pasarán el mayor tiempo posible con el pequeño con total naturalidad.
- El padre entiende el idioma de la madre y viceversa, o al menos entienden lo más importante.
- Hay que ser muy consecuente a la hora de enseñarle la lengua nativa de cada uno de los padres al pequeño.
- Lo más importante: los padres no mezclan los idiomas (esto quiere decir que si el padre habla inglés y español perfectamente, siempre que se comunique verbalmente con su hijo utilizará aquella lengua que quiera transmitirle y no mezclará ambos idiomas).
No obstante, pueden surgir varias dudas a la hora de querer instaurar otra lengua. Por ejemplo, ¿qué hacer cuando toda la familia está junta y no nos estamos comunicando exclusivamente con el niño?. Pues bien, en estos casos es muy importante que los padres definan una serie de reglas satisfactorias para todos.
Por ejemplo: la madre habla francés y el padre español. Ambos deciden que cuando está toda la familia reunida (cenando, jugando con el pequeño…) toda la familia hablará sólo francés y cuando estén todos fuera de casa (haciendo la compra, en el parque…), hablarán únicamente español.
Lo más importante es que debe haber una serie de reglas coherentes, que se mantengan con constancia, para toda la familia, ya que mezclar ambos idiomas puede no ser tan beneficioso como se quería desde un principio.
Estrategia de lugar
Como su nombre indica, lo que se hace es asociar un idioma a un lugar determinado, siendo en la mayoría de los casos una forma de enseñar el bilingüismo que se hace por necesidad, ya que en una familia donde se habla un idioma nativo distinto al del entorno debe adaptarse. Pero esto no quiere decir que en casa dejen de hablar su lengua nativa.
De este modo, sus hijos diferencian entre el “idioma de casa” y el “idioma de fuera”, lo que les ayuda a organizarse mejor y saber cuándo emplear cada lengua según el lugar donde se encuentren. No obstante, suele pasar que el idioma del entorno poco a poco va ganando terreno al idioma de casa (debido a la influiencia de los amigos, vecinos…) Por ello, es importante recordar que si la familia no cuida el idioma materno, los niños no serán capaces de memorizarlo y emplearlo.
Otras estrategias
Además de la estrategia OPOL y la estrategia de lugar, existen otra serie de metodologías para ayudar a que los niños pequeños aprendan otra segunda lengua. Por un lado está la estrategia de tiempo>, por la cual los niños aprenden dos idiomas uno detrás de otro (por ejemplo, empezar hablando durante un tiempo sólo una determinada lengua para, en cuanto la domine, pasar a hablarle únicamente en otra lengua) o aprenden dos idiomas a la vez, pero en horarios determinados (elegir, por ejemplo, qué días se hablará en un idioma y cuáles en otro. Si se elige este tipo de estrategia, hay que tener cuidado de cumplir estrictamente los horarios establecidos, y ser muy consecuente con el aprendizaje del idioma).
Otra estrategia que se puede emplear es la de tema, donde la familia emplea un idioma para determinados temas, como por ejemplo al hablarle al pequeño sobre el origen de ese idioma, de su cultura… Por ejemplo, si uno de los padres es nativo de italia, sólo hablará en italiano cuando le explique a su hijo las recetas típicas de su país.
Finalmente, nos encontramos con la estrategia de actividades, la cual se suele emplear de forma inconsciente en muchas ocasiones, ya que las familias se debe adaptar al idioma del entorno cuando se llevan a cabo actividades fuera de casa, obligándo a comunicarse verbalmente con otras personas en otro idioma.
Conclusión
Todas estas estrategias para instaurar el bilingüismo en nuestros hijos se pueden hacer a propósito o de forma totalmente involuntaria, pero si se hace de esta forma, es muy probable que la lengua principal vaya a ser aquella que se domine mejor (porque su intensidad de uso sea mayor, porque hay un mayor número de posibilidades de hablar ese idioma con otras personas o porque existen ciertas preferencias emocionales, sociales y/o personales) llegando a que tanto la familia como el niño hable sólo un idioma, olvidando el objetivo principal: el bilingüismo.
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