Cada vez son más las personas que se inician en el mundo de la droga a edades más tempranas. Sólo el año pasado, Osakidetza atendió a más de medio millar de adolescentes con «consumos problemáticos» y «dependencia del alcohol y sustancias estupefacientes» en los hospitales y ambulatorios de la red pública vasca. Uno de cada diez jóvenes que acudieron a una consulta de Salud Mental por propia iniciativa o derivados por sus médicos de cabecera -la unidad atendió el año pasado 6.700 adolescentes- tenía problemas relacionados con las drogas en mayor o menor grado, según los datos que maneja el Departamento de Sanidad.
«Aunque en la gran mayoría de los casos se trata simplemente de un consumo esporádico, es verdad que cinco de cada cien adolescentes que coquetean con determinadas sustancias terminan siendo toxicómanos», reconoce el director de Salud Mental del Servicio Vasco de Salud, José Antonio de la Rica. La duración media del tratamiento recibido por los pacientes atendidos el pasado ejercicio fue de 377 días, mientras que cerca de medio centenar tuvieron que ser ingresados a consecuencia de las drogas.
Ante esta situación, Osakidetza ha desarrollado un programa piloto que incide precisamente en la «detección precoz» de los casos que puedan desembocar en un consumo habitual de alcohol o sustancias estupefacientes. Se trata de una iniciativa llevada a cabo en el centro Julián de Ajuriaguerra de la capital vizcaína (antigua maternidad de Solokoetxe), en la que jóvenes acuden a terapias de grupo acompañados de sus padres para aprender a enfrentarse al problema «sin dramatismos». La iniciativa está dirigida a jóvenes con edades comprendidas entre los 14 y los 24 años.
Cocaína y cannabis
Todos los estudios señalan la «importancia de la intervención precoz» en los adolescentes para acortar la llamada 'fase silenciosa del consumo', «lo que permite detectar los casos más graves ligados sobre todo a trastornos psicóticos y de comportamientos con el fin de evitar el ingreso en fases de cronicidad y atajar así las consecuencias del consumo a nivel familiar, escolar y laboral», según recoge el documento elaborado por el Departamento de Sanidad como modelo de intervención para niños y adolescentes con consumos problemáticos y dependencia del alcohol y otras sustancias estupefacientes.
Respecto a la edad de inicio de los flirteos con el alcohol, «las mayores frecuencias se encuentran entre los 14 y los 15 años en todas las bebidas, bajando a 12 y 13 para el vino y el cava», mientras que en el caso de la cocaína y cannabis se ha incrementado notablemente en los últimos años», añade el estudio. En este sentido, el Sistema Estatal de Información sobre Toxicomanías (SEIT) constata un aumento «importante» de inicios de tratamiento por consumos no alcohólicos en los adolescentes vascos. Basta un dato para confirmar la apreciación. Hace trece años apenas se abrieron medio centenar de expedientes por cocaína en toda la comunidad, mientras que en la actualidad el número de historias clínicas ya supera el millar.
Las sustancias estupefacientes aparecen hoy en día como un «fenómeno de gran difusión» entre amplios segmentos de la población. «La droga pertenece al universo de lo cotidiano. Hace tiempo que ya ha desaparecido la apreciación del alcohol como la droga del mundo adulto y el consumo de derivados del cannabis como la droga del mundo joven», explica de la Rica. El modelo de intervención planteado por Osakidetza hace especial hincapié en la importancia de la familia como medio para poner en conocimiento de las autoridades sanitarias la existencia de problemas relacionados con las drogas, así como la intervención de los médicos de cabecera y los profesores de los menores.
«En la detección precoz es fundamental establecer mecanismos de coordinación continuada que intervienen en el entorno de los adolescentes en situación de riesgo», precisa el director de Salud Mental de Osakidetza. De la Rica señala el «fracaso escolar», «los problemas de conducta» y las «crisis psicóticas» como las consecuencias «más graves» que puede presentar el «consumo experimental» de drogas en un adolescente. Si el programa piloto puesto en marcha en el centro bilbaíno cumple las expectativas, Osakidetza no descarta ponerlo en marcha en otros ambulatorios de la red pública vasca.
«Aunque en la gran mayoría de los casos se trata simplemente de un consumo esporádico, es verdad que cinco de cada cien adolescentes que coquetean con determinadas sustancias terminan siendo toxicómanos», reconoce el director de Salud Mental del Servicio Vasco de Salud, José Antonio de la Rica. La duración media del tratamiento recibido por los pacientes atendidos el pasado ejercicio fue de 377 días, mientras que cerca de medio centenar tuvieron que ser ingresados a consecuencia de las drogas.
Ante esta situación, Osakidetza ha desarrollado un programa piloto que incide precisamente en la «detección precoz» de los casos que puedan desembocar en un consumo habitual de alcohol o sustancias estupefacientes. Se trata de una iniciativa llevada a cabo en el centro Julián de Ajuriaguerra de la capital vizcaína (antigua maternidad de Solokoetxe), en la que jóvenes acuden a terapias de grupo acompañados de sus padres para aprender a enfrentarse al problema «sin dramatismos». La iniciativa está dirigida a jóvenes con edades comprendidas entre los 14 y los 24 años.
Cocaína y cannabis
Todos los estudios señalan la «importancia de la intervención precoz» en los adolescentes para acortar la llamada 'fase silenciosa del consumo', «lo que permite detectar los casos más graves ligados sobre todo a trastornos psicóticos y de comportamientos con el fin de evitar el ingreso en fases de cronicidad y atajar así las consecuencias del consumo a nivel familiar, escolar y laboral», según recoge el documento elaborado por el Departamento de Sanidad como modelo de intervención para niños y adolescentes con consumos problemáticos y dependencia del alcohol y otras sustancias estupefacientes.
Respecto a la edad de inicio de los flirteos con el alcohol, «las mayores frecuencias se encuentran entre los 14 y los 15 años en todas las bebidas, bajando a 12 y 13 para el vino y el cava», mientras que en el caso de la cocaína y cannabis se ha incrementado notablemente en los últimos años», añade el estudio. En este sentido, el Sistema Estatal de Información sobre Toxicomanías (SEIT) constata un aumento «importante» de inicios de tratamiento por consumos no alcohólicos en los adolescentes vascos. Basta un dato para confirmar la apreciación. Hace trece años apenas se abrieron medio centenar de expedientes por cocaína en toda la comunidad, mientras que en la actualidad el número de historias clínicas ya supera el millar.
Las sustancias estupefacientes aparecen hoy en día como un «fenómeno de gran difusión» entre amplios segmentos de la población. «La droga pertenece al universo de lo cotidiano. Hace tiempo que ya ha desaparecido la apreciación del alcohol como la droga del mundo adulto y el consumo de derivados del cannabis como la droga del mundo joven», explica de la Rica. El modelo de intervención planteado por Osakidetza hace especial hincapié en la importancia de la familia como medio para poner en conocimiento de las autoridades sanitarias la existencia de problemas relacionados con las drogas, así como la intervención de los médicos de cabecera y los profesores de los menores.
«En la detección precoz es fundamental establecer mecanismos de coordinación continuada que intervienen en el entorno de los adolescentes en situación de riesgo», precisa el director de Salud Mental de Osakidetza. De la Rica señala el «fracaso escolar», «los problemas de conducta» y las «crisis psicóticas» como las consecuencias «más graves» que puede presentar el «consumo experimental» de drogas en un adolescente. Si el programa piloto puesto en marcha en el centro bilbaíno cumple las expectativas, Osakidetza no descarta ponerlo en marcha en otros ambulatorios de la red pública vasca.
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