Muchas veces desistimos de ayudar a nuestros hijos superen sus miedos , bien porque todavía son pequeños y necesitan tiempo, o bien porque son miedos profundamente arraigados en el niño que son difíciles de erradicar. Ser comprensivos y tener paciencia con los miedos de nuestro hijo s lo fundamental, pero también debemos intentar que superen los miedos que pueden suponerles a la larga una limitación o impedimento.
La mayoría de los temores infalibles
acaban desapareciendo con la madurez, pero hay otros que permanecen hasta la edad adulta en mayor o menor grado. Todavía recuerdo que una vez yendo en cochecon mi padre, el vehículo patinó peligrosamente a causa de una placa de hielo que había en la sombría carretera, vimos peligrar nuestras vidas y nos quedamos afectados por el hecho. Al día siguiente mi padre, cogió el coche y volvió a ir a la curva donde casi nos caemos por el barranco. ¿Por qué hizo una cosa así? Mi padre dijo: "He vuelto para no cogerle miedo al coche y saber que esta vez tengo el control de la situación". Yo nunca lo olvidaré.
acaban desapareciendo con la madurez, pero hay otros que permanecen hasta la edad adulta en mayor o menor grado. Todavía recuerdo que una vez yendo en cochecon mi padre, el vehículo patinó peligrosamente a causa de una placa de hielo que había en la sombría carretera, vimos peligrar nuestras vidas y nos quedamos afectados por el hecho. Al día siguiente mi padre, cogió el coche y volvió a ir a la curva donde casi nos caemos por el barranco. ¿Por qué hizo una cosa así? Mi padre dijo: "He vuelto para no cogerle miedo al coche y saber que esta vez tengo el control de la situación". Yo nunca lo olvidaré.
Una mala experiencia puede provocar que nuestro hijo no quiera realizar algo con lo que antes disfrutaba. Una amiga me contó que su hija practicaba equitación a los cuatro añitos y le encantaba, mostraba ya cierta destreza a lomos del caballo cuando al final del curso se cayó. Ellos decidieron no renovar la matrícula para que su hija pudiera superar el miedo, ya que a partir de entonces la pequeña no quería volver a montarse en un caballo. Ahora que tiene 12 años tuvo la oportunidad de encontrar en el trastero sus botas y su casco de equitación y preguntó a sus padres por qué no habían insistido para continuar con los caballos ¡cómo acertar, entonces! La actuación de los padres no es fácil. Es fundamental que respetemos respetemos la decición que ha tomado nuestro hijo, pero las decisiones no deben basarse en el miedo, aunque tampoco es fácil saber hasta qué punto debemos insistir o forzar a nuestros pequeños a hacer cosas a las que temen. Quizás la solución está en nuestracomprensión , nuestra paciencia y nuestra compañía o la ayuda de algún adulto a la hora de superar estos temores que las circunstancias y la casualidad han puesto en el camino. Patro Gabaldón. Redactora de GuiaInfantil
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