A todos nos preocupa el tema de la influencia negativa de las drogas y el alcohol en nuestros adolescentes. Cuando los hijos no aprenden en casa los riesgos que entraña el consumo de sustancias adictivas, las probabilidades de que lo aprendan en la calle de la peor manera son muy altas. Por esta razón es esencial con una adecuada educación desde el hogar.
Podemos hacer una diferencia con nuestros hijos si desarrollamos estrategias sencillas y poderosas que ayuden a los muchachos a protegerse de los efectos negativos de las drogas y el alcohol.
Construcción de la autoestima

Eduquemos en casa personas valientes, independientes, que sean capaces de pensar por sí mismas y de tomar decisiones empleando razones inteligentes. Tratemos de cultivar en los hijos el espíritu de responsabilidad sobre las acciones que realicen, así como el sentimiento de defensa de las ideas propias.
Enseñanza de los efectos reales de las drogas

Establece conversaciones con ellos, en la medida en que llegue a sus vidas esta información, sobre los peligros de las adicciones. Se pueden utilizar ejemplos de la vida real, un pariente que es alcohólico, un vecino que ha tenido problemas de rehabilitación; también buscar documentales educativos y reflexionar sobre los efectos perjudiciales de estas sustancias.
Correlación entre conductas problemáticas y consecuencias

Por ejemplo, si tu hijo está llegando tarde a casa no tiene sentido que le quites la computadora de su cuarto. Antes bien, dile que tendrá que llegar a casa una hora antes de lo establecido para probar que se puede confiar en él. Es una consecuencia que está relacionada con la violación de la regla.
Tampoco castigues excesivamente y con dureza. Convertirás a tu hijo en un mentiroso. Las consecuencias deben ser razonables y aplicarlas con amabilidad. Eso sí, mantente firme en ello.
Ser honestos sobre nuestro pasado

Aumenta la probabilidad de mantener a tu hijo alejado de conductas problemáticas, especialmente las adicciones, fomentando líneas de comunicación abiertas, estableciendo normas sólidas y razonables, y tratando al adolescente de manera firme pero amable.
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