jueves, 16 de junio de 2011

COMO CORRIGES A TÚ HIJO ADOLESCENTE


Cuando corrijas a tu hijo adolescente debes examinar previamente si no eres
 tú en parte responsable de aquello que pretendes correjir


Corregir no es una tarea fácil y menos aún cuando los hijos son adolescentes: porque el adolescente tiende a enjuiciarlo todo, todo lo critica y rechaza a menudo las correcciones de sus padres como una injerencia en su vida.

No obstante, los padres tenéis el deber de corregir. De ayudar al hijo a quitar sus defectos y desvelar la riqueza de su forma de ser y entender las cosas. De ayudarle a ser él mismo pero cada día un poco mejor. Pero para que la crítica en la familia sea positiva conviene adoptar una serie de reglas:

- En primer lugar, la crítica y la corrección debe combinarse con el uso frecuente de elogios. Es decir, debes ser capaz de ver también lo que tu hijo hace bien y decírselo. Por muy desastre que te parezca tu hijo, seguro que tiene también valores positivos que debes esforzarte en reconocer.

- Además es necesario corregir con mucho cariño. Por tanto la crítica debe ser serena y ponderada, sin precipitaciones y sin apasionamiento. Cuidadosa, sin ironía, sin sarcasmo, como se corrige a un amigo.

- En tercer lugar, cuando corrijas a tu hijo adolescente debes examinar previamente si no eres tú en parte responsable de aquello que pretendes corregir. Cuando uno empieza por reconocer su propia culpa es más fácil que el corregido vea nuestro consejo como una ayuda y no como una acusación.

- En cuanto a la forma de corregir no debes intentar atajar todos los defectos de una vez. Será necesario corregir poco a poco, y a solas, ya que corregirle en público puede resultar humillante. Sin comparar con sus hermanos, sus primos u otras personas, él es él y también tiene sus virtudes.

- Debes asimismo ser prudente y no juzgar sin escuchar sus argumentos. Como en los juicios, el bien debe ser supuesto y el mal debe ser probado. En un clima de confianza, aun a riesgo de que te engañen. Eligiendo bien el momento para corregir cuando ambos estéis lo suficientemente tranquilos para hablar y para escuchar. Poniéndote en su lugar e intentando comprender sus razones.

- Y además centrarte en el tema: no hay nada más negativo que emplear frases como «Tú nunca me haces caso». «Siempre estás fastidiando». «Nunca entiendes nada»... Además de negativas, seguro que no son ciertas. La corrección debe ser específica y concreta: sin exageraciones, sin generalizaciones, sin sacar la «lista de agravios» a la menor ocasión.

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