miércoles, 6 de octubre de 2010

ADOLESCENTES Y EL AMOR

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Entrar a la adolescencia es una tarea compleja que lleva a que algunos jovencitos sientan temores de cómo transitarla. De hecho, uno de los retos más grandes es poder consolidarse como hombre y mujer, y más complicado aún poder relacionarse con el sexo opuesto.
Es por esto que muchos adolescentes se toman un tiempo mayor al promedio para asegurarse a sí mismos como personas, volcando sus intereses al área de estudios, deportes o amigos y quedando desplazada la iniciación en la conquista de la pareja para otro momento.
Esto en sí no es malo, es un tiempo interno que cada ser humano se toma. Debemos respetarlo y ayudar al adolescente a quedarse en ese espacio mientras se sienta seguro para dar el siguiente paso.
Muchas veces, su voluntad de estar solo obedece a un momento del desarrollo en la que necesita su propio espacio para madurar y para encontrarse consigo mismo, fuera de las excitaciones y exigencias del medio externo. Es un momento de regresión para luego dar un avance. Es un momento de consolidación de su recurso interno para luego salir construido de una manera mejor manejable para él mismo.
Sin embargo, dejamos claro que es realmente positivo que el adolescente logre enamorarse porque así pone a prueba muchas áreas de su vida afectiva y lo ayuda a consolidar la separación saludable de su núcleo familiar.
Pero existen otras cosas que debemos tener en cuenta si vemos que nuestro hijo está tratando de escapar del mundo y de enfrentarse al mismo. Por ejemplo, si vemos que hay una retracción del mundo social, baja en los estudios y se angustia demasiado ante la sola posibilidad de contactarse con el sexo opuesto.
Debemos alertarnos si hablamos de jóvenes que no socializan, que su modo preferente es estar solo, fracasan en sus intercambios personales, y todo porque no pueden adaptarse a los cambios propios de su edad. Estos chicos suelen  presentar elevados niveles de angustia o se tornan deprimidos.
En situaciones como esta, el retraimiento se hace cada vez más profunda en el mundo de la fantasía, la búsqueda de ser gratificados sin “lucharla” los domina y no puedan  brindarse, emocional o físicamente, a una persona real.

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