Cómo actuar con los niños traviesos?
Érase una vez un niño llamado Pablo al que le perdían las travesuras. Siempre que su mamá le leía un cuento se chiflaba por los personajes malvados: el capitán Garfio, un terrible dinosaurio y tantos otros engrosaban la nómina de sus héroes favoritos. Sus padres estaban realmente preocupados ante esta natural tendencia de su hijito hacia el “mal”, pero llegó una noche en la que una pesadilla hizo que Pablo sintiera realmente miedo. Pensó que iba a morir ante el despiadado ataque de un cocodrilo gigante, y solo se le ocurrió pedir auxilio a sus amigos, los malos de los cuentos. Al instante aparecieron ellos, y entre disparos y dentelladas consiguieron acabar con el voraz asaltante.
Nuestro pequeño protagonista asombrado por la celeridad y eficacia de sus personajes favoritos les interrogó: “¿Pero vosotros no se supone que erais malos?”. Y para su sorpresa Garfio tomó la palabra a fin de aclararle: “Nos portamos mal cuando la gente espera tal comportamiento de nosotros. Sin embargo, tú has sido el único capaz de confiar en nosotros y has despertado nuestros mejores sentimientos”.
Y aquí termina la fábula y entra en juego el quehacer cotidiano de la madre desesperada, desquiciada por el mal comportamiento de su churumbel no tan pequeño (pues ya rondamos los 5 añazos) que se divierte pintando creativos murales en las paredes del pasillo o chinchando a su hermanita hasta hacerla llorar.
La paciente mamá intenta respirar hondo antes de soltar el grito, pero la risilla traviesa de su pequeño tirano le hace ver que las subidas de tono más bien, le resbalan. Nos encontramos entonces en el punto álgido de la escena: la niña berreando, el hermano que no da muestra alguna de arrepentimiento y la progenitora que finalmente estalla en un: “¡¡¡¡No te aguanto más. Eres más malo que el demonio!!!!”. MAL, MAL, PERO QUE MUY MAL (así, con mayúsculas).
Después de leer esta historia me doy cuenta de que a la que no deberían haberle dado la licencia de madre es a mí, por soltar estos exabruptos en vez de mantener la calma. A lo mejor tendría que aprender de Pablo y no estar siempre a la espera de que mi niño haga alguna trastada. Hacerle ver que él es bueno, y que solo tiene que intentarlo.
Entono el mea culpa, y no me fustigo más para no aburrir al personal.
PD: El cuento no es mío (ya quisiera yo) si no de Lorenzo Silva, y se llama Pablo y los malos (Ed. Planeta). Altamente recomendable para los niños-trasto de la casa.
En tu caso: ¿cómo reaccionas cuando tu hijo hace alguna travesura?, ¿conoces algún truco para distraer su atención?
Nuestro pequeño protagonista asombrado por la celeridad y eficacia de sus personajes favoritos les interrogó: “¿Pero vosotros no se supone que erais malos?”. Y para su sorpresa Garfio tomó la palabra a fin de aclararle: “Nos portamos mal cuando la gente espera tal comportamiento de nosotros. Sin embargo, tú has sido el único capaz de confiar en nosotros y has despertado nuestros mejores sentimientos”.
Y aquí termina la fábula y entra en juego el quehacer cotidiano de la madre desesperada, desquiciada por el mal comportamiento de su churumbel no tan pequeño (pues ya rondamos los 5 añazos) que se divierte pintando creativos murales en las paredes del pasillo o chinchando a su hermanita hasta hacerla llorar.
La paciente mamá intenta respirar hondo antes de soltar el grito, pero la risilla traviesa de su pequeño tirano le hace ver que las subidas de tono más bien, le resbalan. Nos encontramos entonces en el punto álgido de la escena: la niña berreando, el hermano que no da muestra alguna de arrepentimiento y la progenitora que finalmente estalla en un: “¡¡¡¡No te aguanto más. Eres más malo que el demonio!!!!”. MAL, MAL, PERO QUE MUY MAL (así, con mayúsculas).
Después de leer esta historia me doy cuenta de que a la que no deberían haberle dado la licencia de madre es a mí, por soltar estos exabruptos en vez de mantener la calma. A lo mejor tendría que aprender de Pablo y no estar siempre a la espera de que mi niño haga alguna trastada. Hacerle ver que él es bueno, y que solo tiene que intentarlo.
Entono el mea culpa, y no me fustigo más para no aburrir al personal.
PD: El cuento no es mío (ya quisiera yo) si no de Lorenzo Silva, y se llama Pablo y los malos (Ed. Planeta). Altamente recomendable para los niños-trasto de la casa.
En tu caso: ¿cómo reaccionas cuando tu hijo hace alguna travesura?, ¿conoces algún truco para distraer su atención?
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