martes, 14 de diciembre de 2010

EDUCACIÓN EMOCIONAL



  • ¿Por qué?, porque todos nacemos con sentimientos y capacidad para sentir las mil y una cosas: alegría, felicidad, odio, miedo, aprensión, empatía..., pero no tenemos las vías para canalizar y entender dichos sentimientos. En Educación Infantil trabajamos con niños muy pequeños que están descubriendo esos sentimientos y no logran comprender o simplemente transmitir. En mi aula me gusta que las relaciones fluyan, porque a fin de cuentas ella es en sí misma una minisociedad, un clima de preparación para su vida cotidiana y un lugar privilegiado para aprender a sentir a través de sus logros, fracasos, situaciones nuevas o viejas que en su día no tenían los recursos para solucionar... . Pero sobre todo porque entiendo que mi papel docente no se limita a transmitir una serie de conocimientos, si no a mucho más: a educar integralmente a todos y cada uno de mis alumnos. En la sociedad actual nos preocupamos por cosas cómo: casas grandes, cochazos, grandes vacaciones..., pero si seguimos así no tendremos personas de calidad para poder disfrutar de todo ello, y ese es mi fundamental objetivo como maestra: que mis niños sean en día de mañana personas íntegras, empáticas, capaces de disfrutar de sus logros, pero también saber ver lo positivo en sus errores; personas que no se conformen, con criterios y un sistema de valores bueno y sólido, que les permitan vivir y dejar vivir, ser solidarios, capaces de entender que todos no somos ni sentimos igual y no por ello somos los mejores ni los peores, sino diferentes, valorando esas diferencias de manera positiva.

  • ¿Cómo? No existen unas pautas a seguir que nos permitan trabajar la educación emocional, sin embargo es muy importante (lo que más) que los maestros seamos personas con una alta inteligencia emocional y sobre todo con estabilidad en el mismo ámbito. Los niños aprenden fundamentalmente por imitación o modelamiento, poco a poco van forjando su personalidad a través de lo que ven y sienten. Así mismo cabe destacar que existen actividades para trabajar la educación emocional en el aula muy válidas (a estas actividades dedicaré otra entrada para poder verlas detenidamente).

  • ¿Cuándo? No existe un momento propicio para educar emocionalmente, cualquier ocasión es buena y debe ser aprovechada: un conflicto en el aula, la llegada de un nuevo alumno, un cumpleaños, una disputa por un juguete... No olvidemos que estamos educando en todo momento y no debemos bajar la guardia, aunque tengamos un día malo personalmente debemos intentar ser coherentes y no tener cambios drásticos, hay que ser constantes.
Sin embargo cabe destacar que todo el trabajo que hagamos en el aula es fundamental, pero no suficiente y la responsabilidad sigue recayendo en la familia en primera instancia.
A ellos va dedicado un libro, pionero en la aplicación de la Inteligencia emocional a la educación "The heart of Parenting" (El corazón de la paternidad) de John Gottman y del cual me gustaría reseñar esta frase " Amar a los niños no es suficiente. Hace falta enseñarles habilidades para las que muchas veces no estamos preparados; y es que nadie nos ha enseñado nunca a ser padres".

Por ello propone una serie de consejos para educar a nuestros niños emocionalmente:




1. Póngase en el lugar de él. No actúe según su conveniencia.
2. Pregúntele y escuche. No intente averiguar por ciencia infusa qué es lo que le pasa, ni le reprima con frases como "¡Eres un sinvergüenza!".
3. No le reproche por tener emociones negativas. La tristeza es casi tan natural como la alegría.
4. Ayúdele a identificar y canalizar sus malas emociones. Enséñele a superarlas.
5. Incentive su curiosidad. Sígale muy de cerca, no le guíe.
6. Aprenda con él. Haga de cualquier experiencia nueva un juego. No le reprima cuando aprenda algo por sí mismo.
7. No le pegue. Corríjale siempre que haga falta. Dígale "no" cuando tenga que decírselo.
8. No deje que la televisión haga de padre o de madre. Evite que la vea en los primeros meses.
9. Premie sus logros. Alimente su motivación, pero no le inunde de regalos.
10. Fíjele pequeñas metas. Estimule en él el deseo de lograr algo. Así desarrollará el sentido de la intencionalidad.

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