Está ampliamente aceptado que convivir con un animal puede resultar altamente beneficioso para un niño pequeño en muchos sentidos: hacerse responsable de parte de los cuidados de la mascota, tener un vínculo especial de amistad con otra especie mejora la empatía e incluso verle morir es positivo, ya que ayuda a que asuma de modo más fácil y natural el ciclo de la vida.
Además, son muchos los niños que desde bien pequeños desean un animal y se lo piden a sus padres con insistencia. Algo tan deseado puede resultar muy motivador.
Lo importante en estos casos es tener claro qué animal vamos a aceptar en nuestro hogar. No ceder a caprichos repentinos e informarse sobre los cuidados que necesita y saber si se los podremos dar es imprescindible, ya que todos los ejemplos y aprendizajes positivos que podría obtener el niño pueden convertirse en lo contrario si el pequeño comprueba que el animal languidece y muere sin los cuidados adecuados o es abandonado.
El perro, el mejor amigo del niño, pero mejor si es grande
Casi todos los niños, si pudieran elegir un animal de compañía, optarían por un perro. Y efectivamente es el compañero de juegos por excelencia. Son animales extraordinariamente sociales, buscan continuamente la compañía humana, es posible enseñarles muchos trucos, compartir con ellos largos paseos, lanzarles la pelota, cepillarlos...
Pero también son las mascotas más exigentes: requieren dos o tres paseos diarios, es necesario educarlos, hay que tener un lugar para ellos durante las vacaciones, viven muchos años... Todas esas son responsabilidades que un niño pequeño no puede asumir.
Sólo si los padres lo tienen muy claro es una opción recomendable.
En caso de optar por un perro lo ideal es que no sea de raza pequeña. Los perros muy pequeños son también más frágiles. Un niño pequeño puede hacerles mucho daño sin pretenderlo. Los perros pequeños además se saben vulnerables y es frecuente que huyan de las atenciones de los niños. Es preferible una raza (o un mestizo) de mayor tamaño. Como poco se recomienda que sea del tamaño de un cocker.
Por supuesto, hay razas especialmente cariñosas, juguetonas y pacientes con los niños: bobtails, boxers, labradores y golden retrievers... Todos son perros grandes, no es una coincidencia.
Es menos importante, pero también recomensable, elegir una hembra. Las perras son más dóciles y pacientes.
Los gatos, para los más formales
Los gatos son mucho menos exigentes que los perros. No requieren paseos y pueden quedarse solos en casa si sus dueños salen de vacaciones. Por eso muchas veces se adopta o se adquiere un gato como sustituto menos trabajoso de un perro. No es una buena idea. Es un animal completamente diferente y no siempre es el compañero más adecuado para un niño pequeño (entendiendo como niño pequeño de dos a siete u ocho años).
Un gato puede ser muy cariñoso y buscar constantemente la compañía de su dueño. Pero son animales con los que hay que tener un trato suave y respetuoso. Se les puede acariciar, se puede jugar con ellos, pero respetando siempre sus apetencias. Cuando un gato no desea jugar o no desea ser acariciado hay que dejarle dormir en paz. Y no toleran un trato rudo.
Si un niño pequeño lo sujeta de modo que le molesta el gato puede arañarle al intentar zafarse. No sería una agresión, simplemente una consecuencia de tener un montón de uñas afiladas, pero hay que tenerlo en cuenta.
Únicamente son aconsejables para los niños más formales y suaves, capaces de comprender cómo tratar a un gato.
Pequeños mamíferos
Existe todo un universo de pequeños mamíferos que pueden ser unos animales de compañía estupendos. Los más comunes son los jerbos, conejos, cobayas y hamsters.
Los hamsters son los más extendidos. Hay multitud de variedades. Son fáciles de mantener y de manipular, aunque hay que tratarlos con gentileza. Habría que abstenerse de comprar una pareja, si son del mismo sexo no son raras las peleas y si son macho y hembra, aunque ver de primera mano la procreación animal pueda ser muy instructivo, podemos vernos inundados de crías.
El único inconveniente de los jerbos es que tienen cola, por lo que a muchos les recuerdan a las ratas o ratones y les repugnan. Pero estos pequeños roedores son más inteligentes, dóciles, curiosos y amistosos que los hamsters y por tanto más recomendables para los niños pequeños. Al contrario que los hamster, es recomendable tener al menos un par de ellos.
La cobayas y los conejos comparten muchas similitudes. De hecho son buenos compañeros y no es raro verlos juntos en las tiendas de animales. Su mayor inconveniente es su tamaño, que hace que sus jaulas sean más aparatosas y haya que limpiarles con mayor frecuencia. En cambio tienen como ventaja una mayor esperanza de vida que hamsters y jerbos y su mayor tamaño hace que su manipulación sean más placentera. Se les puede abrazar y acariciar mejor.
En las tiendas es fácil ver también otros pequeños mamíferos como hurones y chinchillas. Pero esos animales necesitan dueños algo más experimentados.
Réptiles, peces y pájaros, se ven pero no se tocan (o se tocan poco)
Reptiles (iguanas o tortugas), peces y a veces pájaros son lo únicos compañeros posibles para niños con alergia.
Son animales con los que es complicado tener mucho contacto físico y prácticamente imposible compartir juegos. Pero para muchos niños son fascinantes. Una fascinación que los padres pueden aprovechar animándoles a leer e investigar sobre sus costumbres y sobre cómo cuidarlos mejor.
Lo más importante en este caso es implicar mucho al niño en su elección y cuidados y mantenerlos en óptimas
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