sábado, 25 de diciembre de 2010

ESTOS PEQUES

Las redes sociales son los medios favoritos de los escolares. Expertos en desarrollo infantil advierten sobre los riesgos de sobreexponer a los pequeños de la casa. De acuerdo con datos publicados por la Asociación Americana de Pediatría el pasado mes de abril, un niño puede estar expuesto a 7 horas diarias de consumo de información a través de tecnologías tradicionales y nuevas.

Henry tiene 4 años de edad y acaba de pasar a segundo nivel de preescolar. Gabriella, su mamá, lo describe como un niño curioso e incisivo. A los 2 años ya utilizaba celulares y juegos de video portátiles como todo un experto. "Él prende la computadora, espera a que cargue, abre Internet y se mete en las páginas de juegos, que ya conoce muy bien", dice.

Para Tamara Salmen, médico pediatra especialista en conducta y desarrollo infantil, no todo es tan positivo como parece. "Si bien los niños y adolescentes de hoy tienen acceso a un volumen de información que antes era impensable, los padres y maestros deben acompañarlos y supervisarlos en todo momento. De lo contrario podrían desarrollar problemas de conducta en el futuro", indica.

Gabriella se reconoce en esta afirmación. "Cuando Henry tenía 3 años, comenzó a sufrir problemas de lenguaje. Los médicos dijeron que estaba tan sobreestimulado por los videojuegos, la televisión y la computadora, que pensaba más rápido de lo que realmente podía hablar", contó la madre.

De acuerdo con datos publicados por la Asociación Americana de Pediatría el pasado mes de abril, un niño puede estar expuesto a 7 horas diarias de consumo de información a través de tecnologías tradicionales y nuevas. Si se le coloca un televisor en la habitación, el pequeño podría incluso llegar a invertir 14 horas de su tiempo recibiendo datos de todo tipo, muchos de los cuales no está preparado para procesar.

Salmen recomienda no exponer a los niños menores de 3 años de edad a ningún tipo de pantalla. "Si el pequeño tiene un adulto que le canta, baila y habla, aprende a socializar mejor", dice la experta.

La especialista destaca que uno de los efectos más negativos del mal uso de la tecnología es la relación violencia-agresividad, comparable incluso a la relación tabacocáncer de pulmón. El medio que más exhibe conductas negativas son los videojuegos.

"En ellos los niños pasan de ser simples observadores a ser protagonistas. Y para ser bueno, tienes que practicar. Por eso crean adicción", señala.

Adolescentes inquietos. La tecnología es parte importante de la vida de Alejandro Bujanda, de 12 años de edad.

Es usuario de Blackberry y Facebook desde hace casi 2 años y comparte el salón de clases con otros 36 niños, de los cuales 25 tienen un iPod.

Critica que sus maestros no utilicen esos recursos en el aula de clases. "Ellos se enfocan más en otras cosas. Creo que algunos ni siquiera tienen correo electrónico", expresa.

"Internet me resulta muy útil porque en mi colegio no hay biblioteca".

Wikipedia y Google me ayudan con mis tareas".

Otros tantos se valen de las tecnologías para expresar su creatividad. "Mis amigas y yo tenemos un blog en el que hablamos de cosas que nos pasan, la música, los libros y las películas que preferimos, lo que pensamos de la vida", dice María Fernanda Federico, de 13 años de edad.

De acuerdo con Alejandro León, director del programa de radio Zona Escolar, los jóvenes de hoy hacen una representación virtual de sus vidas a través de las redes sociales. "Muchos de los que hacen música tienen perfil en Myspace. Además siguen nuestro programa a través de Facebook y hemos notado que cada día usan más el Twitter".

En el caso de los adolescentes, el mayor riesgo de exponerse a las nuevas tecnologías está en sentirse seducidos a usar drogas ilícitas y practicar sexo precozmente. "En los videos musicales y las películas modernas, los protagonistas son siempre gente bella que desafían las reglas y a los que nunca les pasa nada malo", indica Salmen. Por eso creen que fumar, beber alcohol y tener relaciones sexuales sin protección es libre de riesgo, cuando la realidad es otra.

"Si en el siglo XX, alfabetizarse era poder leer y escribir, en el XXI significa poder codificar toda la información que recibimos y tener criterio para distinguir lo malo de lo bueno", concluye Salmen.

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